Kico Bautista: La política del error

Kico-Bautista

El sufrimiento, la pobreza, el caso económico, todas esas cosas dolorosas y feas no necesariamente son una garantía de cambio, así comienza Kico Bautista su artículo de opinión.

Haití, Biafra, Mozambique, Afganistán son muy pobres y sus gobiernos son de terror. Todo al final depende de la política. De quienes detentan el poder y de quienes lo aspiran.

El problema en Venezuela es la recurrencia de un error estratégico por parte de la oposición en su camino hacia Miraflores.

Plantearse la pelea como todo o nada es escoger perder.

Más del 72% rechaza a Maduro y allí está, no cae. El problema es que se cometen errores elementales que nunca se corrigen. Una y otra vez jugamos al Chavez o al Maduro “Vete ya” y los atornillamos en vez de vencerlos.

El liderazgo no evalúa ni debate las razones por las cuales falla. Insiste en confrontar cuando la confrontación es la estrategia más exitosa de su adversario. Creemos que la política es un asunto de honor y eso es inocente.

Resulta que el estado venezolano desde su fundación en 1830 hasta la llegada de Gómez al poder vivía en una sola guerra. Así fue hasta que llegaron los gochos y el ejército se profesionalizó. A la caída de Perez Jimenez se blindó la naciente democracia para que nadie la pudiera acabar a punta de tiros. Pero, el  proceso de modernización se estancó y eso le sirvió a Chávez para profundizar nuevamente el centralismo.

Hoy, como ayer, los militares le sirven al que gobierna. Solo que para la fecha los uniformados tienen altísimas cuotas de poder. Entonces, por más conspiraciones que se armen, el ejército es superior a las manifestaciones de calle, a los cauchos quemados y a las piedras.

El todo o nada funciona en el póker. En la política no es igual. Hay que evaluar escenarios. Avanzar, retroceder, tomar posiciones, negociar, hacer alianzas e ir a la calle. Moverse según los cambios que se dan en los tableros. Insistir siempre en el mismo esquema es garrafal. Te vuelves predecible. El otro también juega y como tiene el poder, semejante ventaja, es probable que te ganen en el 99% de las veces.

Hay que dejar la  emocionalidad y volver a la política. Dejar de morder peines y de actuar solo con el corazón. Si utilizamos el cerebro evitaríamos tanta división. Llevaríamos al adversario al terreno donde es más débil, es decir, a donde está la mayoría. Jugaríamos a sorprender. Ofreceríamos paz, progreso, solución a los problemas de gas luz, seguridad y, sobre todo, haríamos un discurso optimistas en vez de una oferta tan negativa y excluyente. No insultaríamos a los militares. Les haríamos una oferta superior sobre su papel en el desarrollo del país.

Ahora bien, Nombrar un gobierno en el exilio, entregarle todas las propiedades del Estado en el exterior y terminar en un bloqueo petrolero puede que le haga un enorme daño a Maduro pero, igual afectaría a la mayoría de los venezolanos. Como quiera que el otro también juega, es posible que venga una época de mayor represión, de pérdida de libertades y de mayor autoritarismo. Se desplazaría el centro de dirección de la oposición hacia afuera del país y eso es muy riesgoso. Los partidos y sus jefes que quedan en país, dudo que se lo calen. Es una invitación a una mayor división.

Lo racional sería buscar una salida política. Montados en la solidaridad internacional conseguir elecciones limpias, con un CNE paritario.

Hay que debatir y avanzar. Desarrollar partidos con mayor democracia interna. Recuperar la unidad y el centro de dirección política. No ceder espacio. Elevar el nivel de organización y análisis estratégico para descontar la ventaja que significa el inmenso poder del Estado en manos de Maduro. La clave es reconocernos es vez de seguir desconociéndonos. Prometer justicia en vez de cárcel. Perdón en vez de venganza.

Periodista