Johel Orta Moros: Nueva AN acabará con la falsa dualidad de poderes

Johel Orta Moros

En la idiosincrasia del pueblo venezolano dominan los genes democráticos, gracias a la persistente lucha que a lo largo de nuestra historia republicana han dado las diversas organizaciones político – partidistas, conjuntamente con la sociedad civil, especialmente cuando los principios de libertad e independencia se han visto seriamente amenazados.

Desde la gesta independentista que libraron insignes próceres, bajo la magistral visión estratégica del libertador Simón Bolívar, nuestro ejército ha defendido con rigor y estricta convicción la libertad de las naciones latinoamericanas. Cada una de ellas siente un profundo arraigo por su identidad nacional y un gran orgullo de sus raíces. En las actuales circunstancias venezolanas, donde el drama social y político enciende las alarmas, sería bochornoso y de dudosa valentía, el solo pensamiento que foráneos o terceros solucionen nuestros problemas.

La Unión Europea y el gobierno norteamericano conocen de antemano que la imposición de sanciones y la persecución de los capitales venezolanos es un grueso equívoco. En ningún país del mundo, esas medidas han generado un cambio de gobierno.

A pesar de la apatía creciente de la población y su consiguiente deslinde del tema político, producto de un sistema autoritario que inoculó el pesimismo y la falta de fe, estoy convencido que esta crisis social y económica, sin precedente alguno en nuestra historia, la resolveremos los venezolanos de manera democrática, pacífica y electoral.

Si logramos alejar la soberbia y el resentimiento y los venezolanos hacemos plena conciencia de que el voto es un derecho y la única herramienta que tenemos a la mano para despedir este mal gobierno, una asistencia masiva a las elecciones parlamentarias convocadas para el 06 de diciembre, arrojará una Asamblea Nacional despolarizada y conformada por diputados de diferentes corrientes ideológicas.

Con la conformación de un nuevo Consejo Nacional Electoral, la modificación de los estatutos comiciales y el hecho de que la oposición cuente con un alto porcentaje que le garantiza la mayoría parlamentaria, sería un descomunal error promover otra vez la abstención.

La falsa dualidad de poderes públicos debe acabar de inmediato. Constituye un deber ciudadano retomar la vía electoral y a través de una mayúscula participación, conformar un Poder Legislativo plural con miras a reinstitucionalizar la república.

Las cartas están dispuestas. Elijamos una Asamblea Nacional donde esté representada la totalidad de las corrientes ideológicas. La representación proporcional de las minorías políticas y el aumento del número de parlamentarios de 167 a 277, garantizará un órgano legislativo equilibrado y sin que la balanza se incline a un determinado para hacer política de verdad, donde prevalezca el diálogo y se concreten acuerdos para resolver las dificultades del país.

El ala extrema de la oposición y el sectarismo del gobierno no pueden seguir lesionando la democracia venezolana. Tenemos la inmensa responsabilidad de congregar a los segmentos políticos moderados, creyentes y defensores de la libertad y el sistema democrático para recuperar nuestra maltrecha Venezuela.

Tenemos el peor gobierno de nuestra historia, pero el 6 de diciembre se convierte ahora en una excelente oportunidad para cambiar el rumbo político. La elección de un nuevo poder legislativo permitirá la adopción de urgentes correctivos en nuestro país que reposa lamentablemente, en las manos de un gobierno ineficaz e incapaz.

Quiero recalcar que cada vez que la oposición participa electoralmente, alcanza importantes victorias. Así sucedió con el referendo consultivo de la Reforma Constitucional de 2007 que promovió Chávez, con la mayoría parlamentaria en los comicios del 2015 y luego con algunas gobernaciones y alcaldías.

De repetirse el escenario electoral de mayo de 2018, es harto predecible que la oposición obtendrá apenas entre 55 y 60 escaños; sin embargo, si logramos el porcentaje de participación del año 2015, alcanzaríamos cerca de 180 parlamentarios. ¿Qué es mejor entonces? ¿Participar o abstenerse?

Venezuela tiene que entrar, necesariamente, en un período de reconciliación y reencuentro. Todos los estudios de opinión indican que más del 70% quiere superar la actual crisis por la vía pacífica, constitucional y electoral. Por tal motivo, no podemos permitir que un sector extremista, pequeño por demás, tanto del gobierno como de la oposición, impulsen la violencia para producir los cambios.

Me atrevo a decir a quienes subestiman el discurso político del centro democrático, que se asombrarán con los resultados electorales de diciembre, cuando obtengamos un número significativo de diputados que sí está comprometido con una agenda viable para reconstruir al país, con propuestas de ley que permitirá el regreso de esos 30 mil millones de dólares que se fugaron en los últimos 20 años, un capital que se destinará a la recuperación del aparato productivo del país.

Seguro estoy que en los próximos años Venezuela tendrá un crecimiento exponencial. Como este gobierno acabó con todo, tendremos que reconstruirla con bases sólidas y aún tenemos una importante capacidad en las áreas tecnológicas, turísticas, energía eólica e hídricas.

Debemos concentrarnos en un esquema de producción que incluya las concesiones y la privatización, sin complejos y sin miedo.

¿De qué vale tener unas playas bellísimas que no cuentan con ningún tipo de servicio para el
turista? En este caso, las mejores cadenas hoteleras podrían tener ciertas concesiones para desarrollar el sector, no solo con la prestación del servicio, sino con la fundación de escuelas de hotelería que le permitan a nuestra gente una idónea preparación en el sector, así como en los puertos y aeropuertos del país. Venezuela tiene potencialidades insuperables en diversas áreas y debemos trabajar duro con la convicción que vendrán tiempos mejores.

El mundo actual exige un nivel de pragmatismo que permita resolver los problemas de la gente. La agenda de los políticos está divorciada de las necesidades del ciudadano, quien se siente y está desprotegido porque sus gobernantes no están pendientes de dar respuesta a los graves problemas de alimentación, medicamentos y servicios públicos.

Desafortunadamente, la dirigencia política se ha convertido en una especie de boxeador que solo sale a la palestra pública para caerse a trompadas.

Ni el conformismo ni la pasividad resuelven las dificultades y mucho menos los atajos violentos y las aventuras insurreccionales. Los venezolanos nos merecemos un país libre, digno, gobernado con honestidad y demás principios morales, cuyo norte sea el desarrollo sostenible en todas las áreas productivas, de manera tal que tengamos calidad de vida. Ese será el legado para las próximas generaciones donde estarán nuestros hijos, nietos y demás descendientes.

@JohelOrtaM