Henry Berroteran: ¡SEÑORES, ESTO SE LO LLEVO EL DIABLO!

Era el desgarrador grito de impotencia de algún desesperanzado dentro de la agobiante y abarrotada multitud del Supermarcado Día a Día de Guatire… Alguien, quien bajo el inclemente y abrazador sol de la patria socialista, estaba obligado a hacer una vergonzosa y humillante cola para tratar de adquirir algunos víveres, medicamentos o artículos de primera necesidad que le permitirían atender las más elementales prioridades de su maltrecho entorno familiar…

Alguien quien claramente entendía, que en esta patria boliburguesa, no significaba más que un número de lotería, pues al salir de su morada ya sabía que estaba jugando a ser atracado o asesinado por cualquier ladronzuelo formado en revolución… Alguien que debía pasar todo el día de cola en cola a sabiendas de que sus tripones se encontraban en casa solos, sin alimentos, sin agua y a oscuras por la inoperancia de los servicios públicos… En fin, alguien quien no podía darse el lujo de desmoronarse para ser atendido en el hospital de mala muerte.

A lo lejos otro alguien le respondió con toda la arrechera del mundo… Sí hermano, esto se lo llevó el diablo, ése, el de la boina roja y el traje verde oliva. El diablo de la mentira, el odio y el rencor. El diablo que vaga en pena en su caminar hacia el infierno. Ese gran carajo que nos robó nuestros sueños y esperanzas para dejarnos una patria sumida en la anarquía, la corrupción, la indolencia, la impunidad y la desgracia de un selecto grupo de delincuentes dirigidos por un caliche incapaz y una casta de infelices militares de refinados carteles solares.

“Ave María purísima sin pecado concebida y que Dios nos agarre confesados” balbuceó una señora mayor, al tiempo que se persignaba repetidamente para decir que estaba arrepentida de haber creído en esos mal nacidos demonios, mientras que en la esquina del mocho Nicolás, a la entrada del supermercado ya se prendía el soberano peo.

¿Y qué pasa? Espetó otro cualquiera… Gua mijito, debe sé que cerraron las puertas del mercado porque lo quieren saquear, o llegó el camión cargado con productos regulados y lo tienen rodeado, o quizás se formó otra de las tantas coñazas como ocurrió el otro día en que unas mujeres se halaban por las greñas por una perolita de leche pá los carajitos, o porque se coleó uno de esos bachaqueros, o tal vez la Guardia Nacional se está llevando la harina pan en su camioneta sin importarles un coño el tiempo que pasan las viejitas esperando bajo un reventadero de sol. Usted sabe, cualquier vaina puede pasar en un país en donde todo el mundo anda de a toque.

Bueno, y así  transcurre el día a día de los ciudadanos de a pié en tiempos de revolución, con todo tipo de especulaciones, haciendo colas por aquí y por allá, inventando cualquier cosa para poder sobrevivir a la grave crisis económica con un sueldo de hambre, pensando cómo se pierde el tiempo en una cola en lugar de estar trabajando etc. etc.…Pero eso sí, a pesar de todas las vicisitudes, con la esperanza de un  mejor porvenir para mi querida Venezuela porque sé que nos encontramos muy cerca del final de esta diabólica y terrible pesadilla y porque desde ya puedo gritar a los cuatro vientos…!SEÑORES, A ESTOS SE LOS LLEVA EL DIABLO!…

¡Yo sigo con los estudiantes!

Henry A. Berroterán