Este artículo de opinión del exgobernador del estado Miranada, Henrique Capriles, está dando que hablar.
ACÁ TODO:
¿Quién es el enemigo de la Asamblea Nacional?
Durante estos días convulsos, lo responsable es ser atinado, conciso y directo. Hablar con la verdad. Considerando eso, comienzo mi columna de esta semana diciendo que el Poder Legislativo es el único de todos los Poderes Públicos nacionales que ha sido electo por el Pueblo venezolano de manera transparente. Y ese hecho debe estimular y afianzar el apoyo político del resto del liderazgo político y de la ciudadanía.
Eso lo sabemos usted y yo. Lo sabe el gobierno y también lo saben los saboteadores de oficio. Es una coordenada política innegable: los países con mayor peso político en la región desconocieron la toma de posesión de Nicolás Maduro, reconocen la legitimidad de nuestra Asamblea Nacional y parecen decididos a apoyar la lucha de los diputados por la restitución constitucional de la democracia en nuestra Venezuela.
Ahora bien, no perdamos de vista cuál es el argumento principal que tiene cada uno de esos diputados y diputadas que nos representan: ellos fueron electos democráticamente en diciembre de 2015, durante unos comicios en los cuales pudo finalmente expresarse la mayoría que durante varios años estuvimos construyendo con tanto esfuerzo. Y eso fue lo que motivó que el régimen terminara de secuestrar al Consejo Nacional Electoral y cerraran el modelo electoral para las posteriores regionales, municipales y la farsa del 20 de mayo de 2018, robándole al Pueblo su legítimo derecho a elegir en condiciones electorales transparentes.
Entendido este punto, ¿quiénes son los enemigos de esa Asamblea Nacional? ¿Quiénes son los interesados en que fracasen los esfuerzos de la institución? ¿Quiénes son los que quieren ver el fracaso de la nueva directiva y del resto de los diputados?
De primera mano se podría pensar que el primer enemigo, después del ejecutivo nacional, es el Tribunal Supremo de Justicia. Las razones son muchas: primero la locura de un desacato que nunca existió, sobre un supuesto fraude en Amazonas que tampoco existió; y luego lo último de la sinvergüenzura de la juramentación presidencial sobre una “elección” chimba. Lo mismo sucede con esa espuria asamblea constituyente, desde donde piden disolver el Poder Legislativo. Así que es normal que ellos sigan apostando por el desconocimiento y fracaso de la Asamblea Nacional.
Sin embargo, lo que a mí me sorprende es el comportamiento político de algunas individualidades y grupos que supuestamente están de este lado de la democracia, pero actúan como si también soñaran con el fracaso, implosión y disolución de la Asamblea Nacional.
No sólo me sorprende: me preocupa porque sé que también es la preocupación de mucha gente.
Y me refiero a esos grupos que se han pasado estos últimos años inscribiendo planchas paralelas, haciéndonos perder votos, diputados, alcaldías y gobernaciones, pero sobre todo permanentemente estimulando fracturas dentro de la coalición política que muchos hemos intentado sostener y expandir por la importancia que sigue teniendo la unión para hacer posible un cambio en el país. Porque son esos mismos grupos e individualidades (muy activos en redes sociales pero sin ninguna capacidad de convocatoria popular) las que hoy le piden al Parlamento que les cumpla sus caprichos,pero que la inmensa mayoría de la gente sabe que son en este momento materialmente imposibles de ejecutar.
Y desde aquí quienes creemos que a la gente hay que hablarle con la verdad y apegados a la realidad, sin retórica y consignas vacías que agotan al país de anuncios de quiebres que no se producen porque al final no obedecen a ningún plan más que destruir a la propia oposición, incluyendo a la AN; debemos exigirles que expliquen a los venezolanos cómo es que pretenden arrebatarle el Poder a quien lo ejerce de manera ilegítima sin el apoyo de la Fuerza Armada, por ejemplo. O al menos sin generar una importante fractura interna dentro de esa estructura que hoy agrupa a quienes tienen el monopolio del poder de fuego. Hablando en criollo, piden que se asuma el Gobierno sin tener el poder físico para hacerlo.
¡Que expliquen tal como ellos le han exigido a las coaliciones que expliquen sus estrategias! Paso por paso, midiendo acciones y actores políticos, haciendo control de daños colaterales y saliendo a explicárselo a la gente para conseguir el apoyo popular. ¿Por qué no lo hacen? Yo no lo sé, pero sólo se me ocurren dos respuestas posibles: o simplemente no tienen ni la menor idea de cómo funciona la realidad política mundial o sólo están ahí para sabotear cualquier propuesta concertada por quienes creemos en la unión nacional y en el trabajo político real, que mide táctica y estratégicamente los escenarios.
¿Tienen una respuesta mágica? ¿Siguen creyendo en mesías a quienes siguen a ciegas? ¿O lo que pretenden es usar al Pueblo como carne de cañón, para luego no asumir la responsabilidad sobre el desmán que vendría en consecuencia?
Todo el país sabe que yo soy un hombre de fe, pero en política no hay milagros. Hay que trabajar sobre la base de la realidad. Y la realidad es que el juego sigue trancado y a la par la crisis económica y social profundizándose. Todos los esfuerzos deben ir orientados a destrancar el juego y lograr esa solución política. En el fondo la gran pregunta a responder es cómo creemos posible que podamos llegar a la solución política. Insisto, la respuesta no pueden ser consignas o proclamas vacías.
Sin embargo, esos saboteadores de los que hablo han insistido en sabotear una discusión seria y estratégica y en generar unas expectativas en la gente sobre las cuales no tienen control ni mucho menos propuestas. ¿Por qué lo hacen? Porque no son ellos quienes están poniendo el pecho, porque no son ellos quienes tienen la capacidad política y porque por su cuenta son incapaces de llenar una plaza, pero se dedican a encender las redes sociales para darle forma a su espejismo irresponsable. Lo comento porque hacen perder el foco a las personas y alejar la solución política que necesitamos.
Juegan al impulso y creen que el éxito político se resume a colocar Trending Topics, pero son incapaces de acercarse con una propuesta, de hacer el esfuerzo de concertar, de hacer política.
En franco contrapeso a esto, hay mucha gente trabajando en distintos niveles. Porque mientras todo esto pasa, el dólar aumentó en un 100% en apenas una semana mientras el hambre sigue tocando a una enorme cantidad de hogares venezolanos, con la intención perversa del Estado para hacerlos más dependientes y de esa manera seguir sembrando el miedo y el chantaje desde la necesidad, a pesar del terrible momento político que vive el régimen de Nicolás Maduro.
Ahí están las cifras de Torino Capital, previendo una hiperinflación para 2019 de 23.000.000%. ¿A quién le conviene, entonces, la postergación de la crisis política y el apaciguamiento del Pueblo?
En un momento histórico, la gesta independentista en toda nuestra América se sirvió de la figura de los cabildos abiertos como hechos transformadores de la vida política de nuestros pueblos. Ver al Pueblo en la calle, dispuesto a escucharse y concertar, debe replantear la manera de leer este momento político que nos toca. A la represión le costará mucho más articularse para agredir a una fuerza sólida que se acompañe en la búsqueda de soluciones estratégicas y eficaces, haciéndolo en la calle y expandiendo su poder de acción no sólo en todo el país, sino en todo el mundo.
Por eso el apuro de algunos por ver una juramentación, sin medir el momento estratégico ni leer los hechos políticos como acciones tácticas, parecen más interesados en que haya otro fracaso o la disolución del Parlamento en vez de salir de la crisis política. Y yo siempre sospecho de estos enemigos de la solución porque al final no les interesa la gente sino la satisfacción de sus caprichos e intereses particulares. En el fondo sépanlo que su ambición suele ayudar más a los objetivos del régimen que a los de sus militantes.
En este momento, también es importante que los líderes políticos y los ciudadanos venezolanos que están en el exilio hagan notar su Poder y su presencia. Que la gente en Venezuela pueda enterarse de las decisiones que están tomando los países donde están, en los que desconocen a Nicolás Maduro y reconocen a la Asamblea Nacional, generando un aislamiento internacional del régimen.
Esta no es una lucha simbólica. Hay que ser responsables y medir cada acción, porque todo lo que se haga tendrá consecuencias. Y no siempre coincidirán con los objetivos acordados ni con lo que le hagan creer las redes sociales. Hacerle creer al Pueblo otra cosa, más que cándido, es irresponsable.
Vivimos un momento donde la política debe llevarse adelante con pragmatismo, eficacia y responsabilidad. Por eso le pido a usted, como ciudadano, que piense en cómo quienes no tenemos poder de fuego podemos someter a quienes ilegítimamente siguen controlando las armas dentro y fuera del poder del Estado. También que revise con cuidado de dónde vienen los mensajes y las interpretaciones. Es momento de que cada quien apoye a su círculo más cercano, porque desde Miraflores van a querer confundirnos y ponernos a pelear entre nosotros. Y si pisamos ese peine estaremos perdiendo una de las oportunidades más claras que hemos tenido de restaurar el orden constitucional en Venezuela. Pero hay que hacerlo bien: de buenas intenciones están llenos los cementerios y las cárceles. Y aquí todos somos necesarios.
Más allá de que el régimen crea que superó este trance, están aislados. Y aunque por ellos podríamos seguir cayendo, porque prefieren gobernar sobre las ruinas que entregar el Poder, nuestra responsabilidad está en llevar adelante acciones que se traduzcan en pasos seguros y en una dirección común y correcta.
Hoy el verdadero rol de la Asamblea Nacional, si su Junta Directiva así lo entiende, es convertirse en el ente generador de soluciones creíbles, realizables y materializables. Sólo así conseguiremos en cada venezolano la fuerza para insistir en el cambio político como única solución para este país en escombros que nos dejarán dos décadas de una mal llamada revolución.
Sin embargo, la responsabilidad no está sólo en esos diputados que hoy están poniendo el pecho. Cada uno de nosotros, cada uno de los partidos, cada uno de los venezolanos de bien que viven dentro o fuera del país en este momento están llamados a una labor específica. Es responsabilidad de cada quien identificarla y llevarla a cabo, sin dejar que los enemigos de la Asamblea Nacional nos confundan ni nos dividan.
Es momento de que las acciones políticas nos conviertan en una fuerza única y nacional, capaz de hacer que se termine la pesadilla que nos ha hundido en la miseria y que cada venezolano desee poner toda su fuerza en ese objetivo común y concreto: devolverle a Venezuela la democracia para no permitir nunca más que nos la arrebaten.
Nuestras diputadas y nuestros diputados, de todas las toldas democráticas e incluyendo a quienes deben representar al pueblo del estado Amazonas, hoy nos necesitan de su lado. Hagamos que valga la pena. Venezuela nos necesita ahora y juntos en la búsqueda y encuentro de esa solución política.
¡Qué Dios bendiga a nuestra Venezuela!