Henrique Capriles: Es tiempo de justicia, no de revancha

¡Gloria al bravo pueblo! Porque nuestro pueblo es el verdadero héroe de la jornada histórica que vivimos el domingo, no cabe duda alguna. El domingo ganó Venezuela, ganó un pueblo que está cansado de vivir en crisis, ganó un pueblo que quiere cambiar para vivir mejor.

Nosotros agradecemos esa confianza, agradecemos a los más de 7,7 millones de venezolanos que, pese a la estrategia del miedo desplegada por el gobierno y el ventajismo abrumador con el uso de los recursos y las instituciones públicas, salió el pasado domingo a expresarse y a decidir por un cambio de rumbo, nuestra Venezuela lo necesita.

El domingo dimos un paso a la construcción de esa Venezuela de progreso con la que todos soñamos. Es una responsabilidad y un compromiso de todos los que somos parte de la Unidad; y hay que asumirlo y administrarlo con humildad, madurez política y serenidad.

Humildad porque mientras más confianza te dé el pueblo, más humildad hay que tener para entenderlo y devolverle con trabajo la confianza que depositó en nosotros. Madurez para saber leer el resultado del domingo, cuál es la política que triunfó, la de construir una mayoría con fuerza en todos los sectores del país y que se expresara con su voto;  también para entender que mucha gente votó para castigar al gobierno, para castigar este desastre que estamos viviendo hoy, el reto es convertir ese voto castigo en una militancia activa por el cambio de toda Venezuela. Serenidad porque se necesita unidad, diálogo, integración, tranquilidad, normalidad; con nuestra serenidad no vamos a perder la razón que nos trajo para acá, porque en el gobierno están chingos porque nos montemos en un ring de boxeo y queda en nosotros mantener la calma y la cordura.

No podemos perder la perspectiva, debemos entender que el pueblo votó por un cambio porque quieren salir de la crisis que estamos viviendo, que se acaben las colas para adquirir alimentos, que haya comida y medicinas, que podamos comprar lo que queremos y no lo que consigamos, que funcionen los hospitales, que la plata alcance, que los servicios públicos funcionen, que no volvamos a sentirnos chantajeados con el voto, para tener un país con bienestar y oportunidades.

Este es el mensaje que nos dieron los venezolanos el domingo, el gobierno no lo ha entendido o no lo quiere entender, quizás porque es más fácil echarle la culpa al pueblo, ese mismo pueblo del que decía que su voz era sagrada, claro, mientras la voz del pueblo era favorable para ellos.

Nosotros tenemos la responsabilidad de no perder de vista esta lectura, de no perder de vista que hay un pueblo sediento de cambio y que confió en nosotros, en nuestros diputados, para lograrlo.

El voto de confianza depositado por los venezolanos no es un cheque en blanco, plantea inmensos desafíos para la nueva Asamblea Nacional, que desde el próximo 5 de enero será integrada por una mayoría calificada de 112 diputados de la Unidad. Mujeres y hombres que encarnan desde ahora la voluntad soberana de nuestro pueblo, y tienen sobre sus hombros la inmensa responsabilidad de comenzar con la reconstrucción del país que todos esperamos. Nuestros diputados y diputadas están comprometidos con la historia, los venezolanos votaron para que haya dialogo y reconciliación, porque Venezuela somos todos.

¿Qué retos esperan a la nueva Asamblea Nacional? Muchos, de entrada, devolverle la institucionalidad al país.

Los venezolanos queremos paz y tranquilidad para dedicarnos a sacar a nuestra Venezuela del barranco al que lo lanzaron estos malos gobernantes, empeñados en imponer a la fuerza un modelo excluyente y fracasado que llevó al país a soportar la mayor inflación del mundo, no menos de 200% según proyectan los especialistas.

Nuestro pueblo votó por recuperar nuestra economía, que va a decrecer casi 7% en 2015. Esto tras recibir la mayor bonanza petrolera de la historia del país, más de 800 mil millones de dólares. Este gobierno tiene el triste record de colocar a Venezuela como la segunda peor economía de América Latina y la cuarta peor del mundo, además de ser el responsable de que hoy en día un 76% de la población esté en la pobreza  de ingresos.

La nueva Asamblea Nacional tendrá como su prioridad fundamental legislar para proveer el marco legal que se requiere para recuperar la capacidad adquisitiva del salario de nuestros trabajadores, para poner a producir el país, para promover lo “Hecho en Venezuela” y dejar de depender de las importaciones, para verdaderamente tener seguridad alimentaria, para superar la escasez de alimentos y productos de primera necesidad, que actualmente se ubica en 40%.

Nuestros diputados y diputadas van a meter la lupa en el presupuesto, porque no puede ser que se destinen recursos para la compra de equipos militares –en un país que no está en guerra- mientras los hospitales están en el suelo.

También nuestros parlamentarios van a aprobar la ley para dar los títulos de propiedad de las viviendas construidas con los dineros públicos, porque tener un techo propio es un derecho de todo ciudadano, no una dádiva que lo ate al gobierno de turno.

La nueva Asamblea Nacional también le meterá el pecho al problema de la inseguridad para frenar el baño de sangre que crece cada año y nos coloca como el país más violento del mundo, con 60 asesinatos por cada 100 mil habitantes, mientras que en 1999 era de 19 por 100 mil.

Por supuesto, también seguiremos defendiendo los derechos políticos de los venezolanos, el derecho fundamental de disentir, y velaremos por regresar a los presos por razones políticas todos sus derechos en libertad.

La Unidad no viene a quitar los beneficios sociales, como quiere hacer ver el gobierno y que ellos mismos destruyeron, viene a aportar soluciones para resolver la crisis, viene a corregir los desastres que ha ocasionado este mal gobierno. No vienen tiempos de revancha, vienen tiempos de justicia, de hacer cumplir nuestra Constitución y las Leyes.

Ese es el camino que nosotros siempre hemos defendido, y es el camino que nos ha permitido llegar hasta aquí, sin atajos, porque los atajos nunca nos llevarán a buen destino. El tiempo de Dios siempre será perfecto, así lo creo, y nuestros diputados y diputadas demostrarán, con acciones, que tienen claro cuál es la misión que se les ha encomendado. ¡Dios bendiga a nuestra Venezuela!