Esta semana tuve una reunión con una de las integrantes más difíciles de mi equipo; me argumentaba que su calificación anual debía ser “Supera las expectativas” en lugar de “Exitosa” que fue la que según mi criterio merece.
Le dije que precisamente el “hacer” su trabajo era la razón por la cual la había calificado así.Días antes, otro muchacho al que contraté para mi equipo de manera temporal hace un par de años y con quien sigo manteniendo contacto a pesar de no seguir trabajando con nosotros, me llamó para preguntarme si podía servirle como referencia para otro trabajo al que aspiraba. Por curiosidad le pregunté que le incomodaba de su empleo actual y me dijo que, a pesar de hacer su trabajo a la perfección, sentía que su manager no lo apreciaba.
Pude inmediatamente reconocer ambas partes: Lo impecable de su trabajo y la motivación de su manager al no darle un puesto superior a pesar de ser tan bueno en lo suyo.
Tanto ella como él, sin darse cuenta han caído en una trampa muy común: contentarse con “Hacer” las cosas tal como se espera que hagamos, hasta que se convierte en algo automático sin ninguna necesidad de emplear el cerebro. Sin esforzarse en agregar ese puntico extra que les diferencie del resto.
Los que solo “hacen” su trabajo se anclan, un mal líder los usaría perpetuamente para solo “hacer” a la perfección “eso” en lo que se han especializado.
En mi empeño de considerarme eternamente ignorante, me planteé un reto a mi mismo:
“¿Enrique, qué pasaría si reemplazaras «hacer» por «mejorar» o «reinventar» o «transformar»?”
Una de las motivaciones que siempre tengo es el usar las imperfecciones como una fuente de inspiración para tratar de lograr lo antes planteado: mejorar-reinventar-transformar, en lugar de solo “hacer”.
Y ese planteamiento es el que me sirve cada día desde hace años para enfrentar mis responsabilidades profesionales y personales; fue algo casi casual pero con lo que a estas alturas me resultaría imposible realizar mi trabajo.
Cuando “solo” hacemos nuestro trabajo, ¿qué sucede, observamos mejoras o simplemente las cosas se mantienen como se esperan, sin cuestionar las oportunidades de mejoras? ¿Qué pasaría si tuviéramos suficiente confianza para reconsiderar las implicaciones de cómo hacemos lo que hacemos?