No se trata solamente de que esté llegando a su término el ciclo político que se inició en 1999 con el nombre de socialismo del siglo XXI.
Se trata de algo mucho más importante y trascendente.
Está llegando a su término el ciclo político del modelo rentista venezolano que se inició junto con la aparición del petróleo en nuestro país.
Ha sido casi un siglo de dependencia de un solo producto de exportación: el petróleo.
Los venezolanos fuimos incapaces de atender las recomendaciones que nos hicieron compatriotas ilustres como Alberto Adriani y Arturo Uslar Pietri. “No sembramos el petróleo”. Es decir, no aprovechamos la riqueza petrolera para diversificar nuestra economía y hacer un país más próspero y moderno.
Es verdad que se hicieron esfuerzos notables por democratizar al país en tiempos de López Contreras y de Medina Angarita, y más tarde con la Constitución de 1947 y la elección democrática de Rómulo Gallegos, que apenas duró unos meses en el poder.
También es verdad que en tiempos de la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez se adelantó una obra de infraestructura física importante.
También es verdad que tuvimos cuarenta años de república civil que representan un paréntesis luminoso en nuestra accidentada trayectoria independiente y que durante esas cuatro décadas se hicieron muchas obras materiales importantes.
Pero lo cierto es que, cien años después de la aparición del petróleo, nos encontramos un país atrasado y desvencijado. Un país que vive exclusivamente de su renta petrolera (97% del ingreso de divisas proviene de la exportación del petróleo).
No fuimos capaces de diversificar y de modernizar nuestra economía. Puede ser que ahora, con la caída de los precios del petróleo en los mercados internacionales y con todos los esfuerzos que se están haciendo en el mundo entero para dejar atrás la era del petróleo, los venezolanos descubramos que tenemos la oportunidad de construir una economía diferente, capaz de generar los bienes y servicios que necesitamos y capaz, sobre todo, de generar las oportunidades de empleo moderno productivo y bien remunerado que el país necesita.
Estamos asistiendo a un fin de fiesta con acentos de tragedia. Ojalá las próximas generaciones lo hagan mejor y construyan una Venezuela democrática en lo político, productiva en lo económico, justa en lo social, correcta en lo administrativo y educada en lo científico y en lo tecnológico.
Seguiremos conversando.