En el extranjero poca gente debe saber qué país del mundo tiene dos satélites en el espacio pero no tiene electricidad ni para prender un bombillito. O ¿qué país del mundo derrocha más que el resto de Latinoamérica en armamento bélico? a pesar de no tener cómo alimentar a su población. Nadie se imagina un país donde “los niños mueren como pollitos” pero el gobierno trae invitados internacionales para celebrar un muerto. El legado de la revolución da una profunda lástima y vergüenza.
La ONU reconoció el acceso al agua y al saneamiento como esenciales para la realización de todos los derechos humanos, pero en Venezuela ese derecho no existe. El agua en muchas localidades llega racionada en un poquito ahora y después más nunca. Los servicios básicos fallan con absoluta normalidad en muchas regiones del país.
La ministra de Turismo, Marleny Contreras dijo que: “el turismo es el nuevo petróleo para Venezuela”. Por supuesto, para cualquier extranjero que le guste el turismo de riesgo intenso: sabes que entras vivo, pero no sabes si vivirás para contarlo. Si algún buenandro se entera que hay un turista en la parroquia, les aseguro que ese no sale liso. Los turistas se divertirán de lo lindo sacando selfies junto a los amorosos colectivos. La seguridad no es un derecho humano en el país.
Con casi 30 mil asesinatos al año, somos un país más peligroso que cualquier otro en condiciones de guerra. Supongamos que nunca sea víctima de delincuentes, hay cinco plagas progresando alegremente en todo el país: la malaria, la lechina, el dengue, el chikungunya y el zika. Aunque la falta de lluvias es un gran problema por los embalses vacíos, no hay que negar que esto ha evitado una hecatombe epidemiológica descomunal. El gobierno no tiene ninguna política sanitaria para atender esta crisis. El turista tampoco debe enfermarse de nada, pues medicinas no hay y servicios médicos tampoco. ¡En Venezuela la salud no es un derecho!
Seguramente los turistas vendrán a soltar sus dólares haciendo colas de varias horas para comprar un papel tualé, o a lo mejor hacen horas de colas en una panadería, para finalmente escuchar muy felices: “se acabó, ya no hay pan”. La escasez de comida y su rampante precio hace que muchas familias ahora coman una o dos veces al día solamente. Comer no es un derecho humano en Venezuela.
La revolución socialista aplica la misma fórmula de Fidel Castro, quien estuvo 50 años en el poder con el pueblo gozando “patria”: los tuvieron de rodillas y mendigando y ahí todavía están. Más silencio del pueblo es más abuso del gobierno. Más abuso es más corrupción, escasez y muerte. Aunque las protestas aumentan cada día por falta de comida, medicinas, agua, electricidad, inseguridad y pare de contar, lo verdaderamente criminal es que la represión por parte del gobierno también aumenta. La estrategia es clara: ¡nada mejor que silenciar a un pueblo para que se vuelva un borrego pasivo!
El ejemplo de Tumeremo es típico del resto del país: según el gobernador Rangel Gómez los mineros se auto-suicidaron, se auto-descuartizaron y después se escondieron para manchar la honorabilidad del gobierno. La versión oficial es que allá no ha pasado nada. ¿Qué curioso?, si allá no ha pasado nada, ¿por qué Rangel Gómez no se presenta en Tumeremo? La GNB aplica su derecho a la matraca y negocia con las mafias de la minería.
Ramos Allup puede tener la razón al decir: “Seguiremos investigando casos de corrupción en PDVSA y CADIVI”, pero, ¿no sería mejor sacar a todos los criminales del poder y después meterlos presos? Están perdiendo tiempo en cosas importantemente banales, lo esencial es tumbar a este gobierno forajido. Alberto Ravell lo dice muy claro: “¡Sin calle no hay transición!” María Corina lo dice sin miedo: “Se acabó la retórica y lo que resta es la movilización para exigir la renuncia de Maduro”.
Los tiranos duran hasta que el pueblo se cansa. No en vano, nuestro himno llama ¡GLORIA AL BRAVO PUEBLO! Hijos de Venezuela, ¡despierten!: ¡La libertad está en la calle!
David Bonyuet @DBonyuet