Carolina Jaimes Branger: Ese ángel llamado Rafael

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Mi amigo muy querido, el Padre Rafael Baquedano, SJ, fue un hombre genuinamente generoso, genuinamente justo, genuinamente sabio. Y no por su condición de religioso: Baquedano era un hombre genuinamente bueno, y como lo era, escogió el camino del sacerdocio para hacer el bien.

En uno de los pasajes más hermosos del Evangelio de Juan, 15:16, Cristo les dice a sus apóstoles “ustedes no me eligieron a mí, yo los elegí a ustedes”. Aunque no soy creyente, la figura de Cristo me fascina por su fuerza, su sencillez y, sobre todo, por su mensaje de que todos somos hermanos. ¡Hay que ver el valor que requería en la época del Imperio Romano hablar de igualdad y amor entre los seres humanos! Y el Padre Baquedano fue uno de esos elegidos.

En su despedida estuvimos reunidos muchos de sus amigos, no para lamentar su muerte, sino para celebrar su vida. Y aunque muchos lloramos, porque siempre es un dolor ver partir a un ser querido, el ambiente era de gratitud por una vida tan bien vivida. La Misa, presidida por el Padre Dizzi Perales, SJ, y concelebrada por catorce padres más, fue bella. Tomo de las palabras del Padre Perales extractos de la vida del Padre Baquedano, para quienes no tuvieron la fortuna de conocerlo:

El P. Rafael Baquedano ingresó a la Compañía de Jesús en Loyola, en septiembre de 1949.

Llega a Venezuela un año más tarde. Pronunció sus primeros votos en 1951 en Los Chorros ante el P. Jenaro Aguirre. Estudió en Colombia: Humanidades en Sta. Rosa de Viterbo y Filosofía en Universidad Javeriana, Bogotá, donde obtuvo el grado de Lic. en Filosofía y Letras en 1956. Estudió Ciencias Sociales en la Universidad Gregoriana de Roma, obteniendo el Doctorado; y Teología en Estados Unidos. Fue ordenado sacerdote en junio de 1962 por Mons. Pablo Schulte, Arzobispo de Indiana, Estados Unidos. Realizó su Tercera Probación en Bélgica y pronunció últimos votos en agosto del año 1965 en Alemania.

Como jesuita el P. Baquedano, además de los lugares en los que se formó, vivió en Mérida, Chicago, Maracaibo. Pasó la mayor parte de su vida en Caracas incorporado a la misión de la Universidad Católica Andrés Bello.

En 1967 fue destinado al Centro de Investigación y Acción Social -CIAS- trabajando en la revista SIC y coordinando el ‘Survey’, que se pidió entonces a todas las Provincias de la Compañía; Nos dice el P. Aguirre:

“Esta tarea supuso levantar un diagnóstico general del país en todas las dimensiones fundamentales y levantar una encuesta de las opiniones y expectativas de los jesuitas respecto a su acción para establecer las prioridades apostólicas de la provincia jesuítica de Venezuela, ya autónoma respecto a España. Se trata de dieciséis volúmenes que comprenden la sociografía demográfica, económica, política, cultural y religiosa de Venezuela, seguida de una encuesta, aplicada en todas las obras jesuíticas y a los miembros de la congregación.”

El P. Rafael Baquedano fue Director de la Escuela de Ciencias Sociales de la UCAB; miembro del Comité Nacional de Bienestar Social en Venezuela, Asesor de la Organización Mundial de la Salud de las Naciones Unidas; Superior de la Comunidad de la Curia Provincial, Socio del P. Provincial. En 1993 recibió la Parroquia de la UCAB, María Trono de la Sabiduría. A Rafael lo conocimos como profesor, investigador, consejero espiritual, párroco.

Me siento privilegiada de haber podido tener largas conversaciones con él. Hablábamos de todo con apertura. Su cultura era de una vastedad impresionante. Intercambiamos libros y comentamos de la actualidad política. Me regaló el libro de Irène Némirovsky, “Suite Francesa”, que narra la ocupación de Francia por los alemanes durante la II Guerra Mundial. Le preocupaba que algo semejante pudiera ocurrir aquí. Porque, aunque Baquedano no nació en Venezuela, era un venezolano a carta cabal.

Algo muy importante tengo que destacar: él sabía escuchar sin juzgar. Jamás trató de imponerme sus creencias. Alegó con pasión, pero con respeto. Ese mismo respeto con el que trató a los enfermos de SIDA cuando todavía era un mal incurable. Al final de la Misa, varias personas dieron testimonios de su relación con él. El médico Vicente Lecuna habló de cómo aquel sacerdote callado y de mirada profunda visitaba y se acercaba sin temor para darles la mano a los enfermos terminales, cuando los médicos usaban doble guantes, bata y tapabocas.

Antes de partir al cementerio, un coro de niños de El Sistema de Orquestas lo honró con sus voces excelsas.

Dicen que los ángeles son los seres con mayores cualidades, muy cercanos a Dios. Yo estoy segura de que Baquedano fue un ángel, pero no porque haya nacido así, sino porque escogió serlo, que es mucho más importante y valioso, como lo fue su vida.

@cjaimesb