Antonio Herrera-Vaillant: Jamás hubo revolución

Quien pase por las nuevas mansiones amuralladas que brotan en costosas urbanizaciones de Caracas sabe que aquí jamás hubo «revolución» comunista, socialista, ni nada que se le parezca.

«Revolución» es una de las palabras más manoseadas del léxico político latinoamericano, pero no es real si no acarrea profundos cambios institucionales; y por estos lados no es nuevo el caudillismo personalista. Tampoco lo es imponer adláteres incondicionales en los poderes del Estado. Y mucho menos amenazar con fuerzas armadas para lograr sumisión.

Como tantas otras veces en la historia, esto no fue sino un simple «quítate tú para ponerme yo»: una arrebatiña camuflada con rojo aspaviento y ostentoso amor por la gerontocracia cubana: Puro amor entre alacranes.

Asustaban diciendo «fulanito fue entrenado en La Habana», cual si allá fabricaran maléficos Hombres-X de invencibles poderes, programados para arrasar con la democracia.

Pero quedó diáfanamente claro que en La Habana apenas rellenan sesos mentecatos ó ignorantes con cansados libretos tomados de «Las venas abiertas de América Latina» y otros bodrios, para que los salgan a recitar de memoria – cual niñitos de Juangriego contando la batalla de La Laguna.

Un cursi y estrafalario culto a la personalidad, con despliegues de soberbia, mendacidad, petulancia, y abyección partidista no constituye «revolución» en ninguna parte del mundo.

La comedia  finita. El emperador está desnudo. Se desinfló el globo. Cayó el«bluff».  Este nuevo deslave es político, completo con concursos de garrocha y sin caudillo que meta el dedo en dique roto. Ahora comprobarán lo que es criar cuervos. Experimentarán -cual gordas vacas que se cortan y brotan sangre al cruzar un caño del llano- el frenesí de las pirañas de su entorno.

Una auténtica y profunda revolución ética sería realmente cambiar el modo con que se han hecho las cosas hasta ahora: con amplia reconciliación, pero sin impunidad. No más sociedad de cómplices.

Si los triunfadores se mantienen unidos, con inteligencia, claras prioridades y buena puntería, el verdadero cambio en Venezuela comenzará a partir del 5 de enero de 2016.

Pronto vendrán las Cartas a Reyes para el 6 de enero, y a la cabeza de todo está la libertad de los presos y el retorno de los exiliados.  Pero al mismo tiempo urge liberar la información, para que vuelva a fluir por los aires de Venezuela, regulando las prácticas totalitarias de Conatel. Y que hasta en el último rincón de la nación de nuevo veamos la señal libre de RCTV y los demás medios suprimidos o subyugados. ¡Abajo cadenas!

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