Vladimir Villegas a Nicolás Maduro: «Tiene la oportunidad de evitar una confrontación»

Soy periodista y me es obligatorio actuar en el marco de la imparcialidad y el equilibrio informativo. Pero también soy firmante de la Constitución, y por ello no puedo eludir el deber de decir algunas cosas.

Cuando en 1999 formábamos parte de la Asamblea Nacional Constituyente, imaginábamos que con la aprobación de la nueva Carta Magna se trazaría una clara hacia la superación de graves problemas del país en el ámbito económico, político y social, y luego, con el paso de los años, dejaríamos a nuestros y nietos una mejor Venezuela, próspera, segura, con menos pobreza, realmente soberana y con una economía altamente productiva .

Hoy ese sueño luce más truncado que nunca. Somos un país sumido en una profunda depresión económica, con un pueblo ocupado en hacer colas y sobrevivir al hamponato y a la falta de medicamentos. Con dolor debemos constatar, señor presidente, que hoy estamos muchos pasos atrás, y que en buena medida eso obedece a la toma de decisiones equivocadas y a la increíble postergación de aquellas que lucían lógicas e impostergables.

La Constitución de 1999 no es la culpable. Es víctima de quienes la desconocieron en 2002, pero también, y lamentablemente en mayor medida de quienes se han apartado de ella en el ejercicio del poder. Invocar hoy medidas de restricción de garantías sin haber agotado seriamente la búsqueda de diálogo para enfrentar como un llamado Venezuela nuestros graves padecimientos es la más clara admisión de un fracaso político.

Aunque todavía no conocemos en detalle los alcances concretos de estas medidas enmarcadas en un estado de emergencia económica, nos asalta el temor de que el trasfondo sea insistir en decisiones económicas equivocadas como las expropiaciones o tomas de empresas, y en decisiones destinadas a limitar el ejercicio de derechos políticos, como el derecho a la protesta pacífica , que en Venezuela tiene rango constitucional, o el de realizar el referendo, dentro de las normas y pautas establecidas también por nuestra innovadora Carta Magna.

Señor Presidente, usted que como yo formó parte de la Constituyente, ¿cree que por esa vía el país va a mejorar y el descontento va a desaparecer? ¿no se ha detenido a pensar que puede ser todo lo contrario? Es mi deber y también mi derecho invitarlo a una reflexión serena en esta hora crítica del país. En sus manos está la responsabilidad y la oportunidad de evitar una confrontación que puede llevarnos a una verdadera tragedia nacional. Se lo digo en el mismo espíritu que me motivó a acompañarlo cuando usted decidió convocar la Conferencia de Paz, otro esfuerzo frustrado que pudo haber cristalizado con algo de voluntad política de las partes.

Informe21