Maduro cierra la frontera en otro tramo y presiona más a Colombia

El presidente de Venezuela extiende el conflicto limítrofe. “Vamos a cazar paramilitares bajo las piedras”, dice sobre la supuesta amenaza de delincuentes colombianos

A las tres y media de la tarde Nicolás Maduro y su esposa, Cilia Flores –la Primera Combatiente de la Nación según una jerga oficial que desdeña el título de Primera Dama-, bailaban cumbia y joropo frente a un público de miles de personas, en transmisión por cadena nacional de radio y televisión. El ambiente a esa hora, festivo y relajado, sobre la tarima instalada frente al presidencial Palacio de Miraflores, en Caracas, no permitía adivinar lo que vendría enseguida: casi dos horas de pendencias, alardes y acusaciones que el presidente venezolano necesitó para explicar las medidas que se disponía a adoptar en la zona fronteriza. “Esto no viene de un bachaquero que se llevó un producto, no, no, no; esto viene de lejos; por eso voy a tomar medidas estructurales y radicales, y no me va a detener nadie”, bramó.

 

Al término de las dos horas, tales medidas se restringieron al cierre total de la frontera entre el estado de Táchira venezolano y Colombia, lo que en la práctica representa la extensión del cierre a cuatro nuevos municipios –Lobatera, Panamericano, García de Hevia y Ayacucho, la nueva Zona 2 de clausura-, y al despliegue de otros 3.000 efectivos militares en la región. “Vamos a cazar paramilitares hasta debajo de las piedras”, fue su consigna.

 

Los anuncios de Maduro se produjeron en el punto de meta de una marcha “contra el paramilitarismo” que el Gobierno convocó este viernes. La concurrencia al evento, visiblemente menor al promedio de las convocatorias chavistas, partió de dos lugares de la capital venezolana para reunirse en las inmediaciones del palacio presidencial.

 

El mandatario venezolano dijo que la breve distensión de la crisis fronteriza alcanzada el miércoles tras la reunión en Cartagena de Indias entre las cancilleres de Colombia y Venezuela fue saboteada enseguida por su homólogo Juan Manuel Santos, quien apenas minutos después, durante una visita a la ciudad de Cúcuta, criticó el trato dispensado por las autoridades venezolanas a los deportados colombianos.

 

Para Maduro, la actitud de Santos demuestra que el mandatario colombiano es permeable “a la campaña de odio” que tendrían medios de ese país y “los medios basura internacionales” para desprestigiar al pueblo y al Gobierno de Venezuela. “Yo respeto al presidente Santos, tengo que respetarlo”, dijo, para de inmediato advertir: “¡Pero que no se preste a la campaña de odio contra el pueblo de Bolívar!”.

 

Aseguró que las escenas de un éxodo desordenado de colombianos que muestran los medios son producto de una manipulación. Consideró necesario precisar que desde la adopción de las medidas excepcionales en la frontera, el viernes pasado, Venezuela no ha deportado a ningún colombiano, sino que los ha “repatriado”, y que muchos de quienes se han ido lo habían hecho por voluntad propia y de manera apresurada “porque temían a lo que se descubriría sobre ellos con las investigaciones”.

 

A juicio del presidente venezolano, la agudización de la crisis ha escalado a un punto en el que solo un encuentro con Santos puede desandar lo ya ganado por la tensión: “Una reunión, él y yo, solitos, para que le pongamos el cascabel al gato y hagamos historia juntos, si (Santos) quiere”. Urgió a su colega colombiano a “acomodar agendas” para concertar el encuentro. Pero hizo la salvedad de que él mismo se alistaba a partir este domingo de gira a China y Vietnam, donde suscribirá “acuerdos de cooperación de gran importancia en este momento de dificultades”.

 

En su discurso Maduro reiteró que la frontera seguirá bloqueada hasta tanto no cese lo que llama “ataque a la moneda venezolana” desde Colombia mediante la sustracción masiva de billetes. Dijo que la actuación sediciosa de casas de cambio privadas, controladas por mafias en Colombia, está amparada por una legislación que pidió a Santos modificar. Pero denunció que tanto en esa materia, como en otros temas álgidos de incumbencia binacional, en el lado colombiano durante el último año “no se ha hecho nada”.

 

En el plano internacional, propuso a Colombia solicitar en conjunto a Unasur la conformación de una Comisión Suramericana de la Verdad que, liderada por “una personaliad de confianza, representativa de Suramérica”, revise sobre el terreno la situación de la frontera y “venga a ayudarnos a alcanzar la paz”.

 

EWALD SCHARFENBERG/El País