El ejercicio del voto es un derecho que le ha costado mucho alcanzar a los pueblos del mundo.
El voto es la mejor arma para lograr los cambios y combatir las injusticias, porque permite la movilización organizada y sistemática de millones de personas para manifestar sus opiniones.
En Venezuela el voto es un derecho (CRBV. Art. 63.), y no una obligación o deber como en otros países; nuestra Constitución no establece un quórum mínimo de participación para validar un proceso electoral, solo en el caso de referéndum revocatorio de cargos públicos electos por votación popular, se exige la concurrencia de al menos el 25% de los electores (CRBV. Art. 72).
Es por ello que abstenerse cómo mecanismo de lucha política carece de sentido práctico en Venezuela; si en una elección acudiesen a votar 25% o 20% delos electores, el proceso electoral sería legal y válido; con esta conducta hipotética solo se estaría dejando a la gran mayoría sin expresión en dicha elección y sí este segmento quisiera cambiar a quienes detentan el poder, su inacción estaría alejándolos de su objetivo.
Claudicar en la participación hace que el adversario se apropie de los espacios de poder totalmente, sin oposición alguna; es así como por ejemplo, la revolución obtuvo en 2005, todos los representantes en la Asamblea Nacional, y; los sectores que se oponían bajo otro criterio político quedaron sin representación de ninguna clase. Es importante recordar que, ese Parlamento tomó decisiones importantes; nombró Rectores del CNE, Magistrados del TSJ, reformó leyes estratégicas para la nación como la Ley del Banco Central o la Ley de Hidrocarburos entre muchos otros actos legislativos, decisiones en las cuales los sectores políticos diferentes a la revolución no pudieron incidir.
Otro caso. En las elecciones presidenciales de 2013; Henrique Capriles vs. Nicolás Maduro, la oposición pierde por un margen de apenas 200 mil votos, obteniendo el 49,12% de los sufragios; cinco años después en el 2018; el presidente Maduro en la búsqueda de su reelección, baja su votación en más de 1.3 millones de votos, pero la oposición obtiene solo el 21% de los votos, descendiendo en 5.5 millones de votos en relación a la elección de 2013. En términos matemáticos, sin ánimo de ser reduccionista, si la oposición hubiese mantenido la votación de 2013, su triunfo ha debido ser por 1.200.000 votos de diferencia, una cifra en términos de realidades, difícil de ocultar ante cualquier argucia. Ahora en estricto sentido político; ¿cuál entre ambas situaciones, la real o la hipotética, hubiese sido la más favorable para un elector que quería evitar la reelección del presidente Maduro?
Lo importante de este análisis, más allá de los exámenes históricos, es el peso estratégico del voto en el rumbo de las naciones; lo alineado que está su ejercicio con nuestras convicciones y formas pacíficas de vida; el sentido práctico que tiene para avanzar en la búsqueda de los cambios tan ansiados. El voto es sin duda un camino valido, respetable y táctico para lograr el establecimiento de instituciones, sin duda alguna la vía electoral es la estrategia capaz de movilizar la mayor cantidad de ciudadanos hacia un objetivo común.