—¿Ahora hace llorar más que reír?
—¡Fifty fifty! (risas).
—¿Y usted?
—Lloro riendo, como Garrick.
—¿Es el llanto una variante de la alegría?
—Fernández Flórez decía que el humorismo es cuando la tristeza que sale del corazón rumbo al cerebro llega convertida en risa.
—¿Se ha transformado el humor en Venezuela?
—¡Ufff!.. Tanto que se ha transformado en el refugio de la libertad.
—¿La cómica más seria?
—La última: bucear al fondo del Guri a ver cuánta agua queda (carcajadas).
—¿Fue un error reírse de Chávez mientras él hacía y deshacía?
—No, fue un error elegirlo y peor error no tomarlo en serio. Los humoristas siempre le creímos.
—¿Y ahora de Maduro?
—Un error del error… Error al cuadrado.
—¿Lo más cómico de la revolución?
—No le veo sino lado trágico, por eso es fuente de humor.
—¿De la oposición?
—Ahorita Ramos Allup… Yo gozo un puyero cuando suelta esos latinazos y los diputados del PSUV dicen: ¡¿Ahhh?!
—¿Una salida contra el hampa?
—¡Guao, hermano!.. Para eso hacen falta 10 pingpones (risas). Trabajo, cultura, cárceles serias y ejemplo de arriba, por decir lo mínimo.
—Algunos juristas proponen la pena de muerte…
—Yo no creo en eso y menos en uno de los países más corruptos de la historia universal; terminarían fusilados los decentes y los delincuentes gobernando… Verbi gratia.
—Como lo hizo Juan Pablo II, ¿perdonó a sus secuestradores?
—Sí, comprender es perdonar… Igual hay que encerrarlos para que no hagan daño. Perdonados, pero guardaditos como el turco aquel.
—¿Qué tiene de cura?
—Ahorita Acetaminofén y agua oxigenada (risas). La cara, supongo… Y la paciencia.
—¿Imitaría al papa Francisco como lo hizo con Karol Józef Wojtyła ?
—Sí, claro… ¿Che, qué querés que te diga?
—Zapata decía que el humorista es un cómico que ha fracasado. ¿Cuál es su caso?
—Voy rumbo al fracaso, como el país, pero no termino de llegar.
—¿Ha encontrado competencia en la AN?
—¡Ufff!.. Múltiple y variada, de todos los bandos y bandoleros.
—¿Imagina a los políticos imitando a los humoristas?
—A veces los imitan, pero siempre les sale mal.
—¿Es risible la adulancia?
—La jalada siempre ha sido risible en Venezuela. Pero las jaladas a Maduro aunque sean discretas suenan exageradísimas, por tanto muy graciosas.
—¿El presidente humorista, sin proponérselo?
—Carlos Andrés Pérez.
—¿Y proponiéndoselo?
—Luis Herrera Campíns.
—Lector asiduo de la Biblia, ¿un pasaje acorde con Venezuela?
—Sin duda el sueño del faraón de las siete vacas gordas y las siete flacas. Solo que aquí no hay faraón, sino fanfarrón (risas).
—¿Es Venezuela un país de imitadores?
—No creo, porque habríamos imitado a Noruega y estaríamos de maravilla.
—De no existir los imitadores…
—Nadie vería con tanta claridad las fallas de los originales.
—¿Lo han parodiado a usted?
—Sí, Emilio me imita. Lo hace tan bien que logra indignarme.
—¿Intolerante?
—Ante las inconsistencias propias y ajenas; sobre todos las ajenas, que las veo más claramente.
—¿Un chavista que podría imitarlo?
—Tareck el Aissami.
—¿Un opositor para imitar?
—El opositor desconocido. Ese que vendrá con más sueños que ambiciones.
—¿Fue investigado por imitar a Fidel Castro?
—No, yo a ese señor ni lo imito.
—¿Le montaría un espectáculo al gobierno?
—No, nunca podría superarlos en esa capacidad. En tiempos de Cadera lo hice con “Las esquinas y el humor” y hablábamos mal del gobierno Aníbal, Monasterios, Claudio y yo, y nunca nos suspendieron.
—¿Extraña a Rafael Caldera?
—Si supieras que sí. Es que extraño mucho la civilidad.
—¿Su imitación más difícil?
—Eduardo Fernández, no ves que fue la primera.
—¿Sigue siendo Venezuela el país más alegre del planeta?
—Ahora estamos muy amargados, pero volvemos a contentarnos y a reconciliarnos.
—¿La manera más cómica de protestar?
—Desnudos, seguro que ese día no falta nadie.
—¿Qué tal un paro humorístico?
—El humor no puede pararse; sería demasiado humorístico el humor en paro, casi conspirativo.
—¿El umbral entre humor y burla?
—El humor ama, la burla agrede.
—¿Revolucionaría al humor?
—La única revolución posible en el humor es aquella de la que hablaba Aquiles Nazoa o Umberto Eco: convertirlo en instrumento de la inteligencia.
—¿Se autocensura?
—Evito algunos personajes y comentarios. Me mido mucho para ejercer mi libertad.
—¿A quién le gustaría imitar, pero no puede?
—A Jesucristo, es el más difícil de imitar.
—¿Una salida jocosa ante la escasez?
—Los rebachaqueros de Luis Vicente León, que son bachaqueros VIP que le compran a los bachaqueros normales para vender a la gente de la high.
—Según el gobierno, el “pueblo” goza un puyero en las colas…
—El gobierno tiene un pobre concepto del pueblo pobre.
—¿Por qué a la revolución bolivariana no le gusta que la parodien?
—Porque se hace demasiado evidente su falta de seriedad.
—¿Imagina una generación de venezolanos sin humor?
—Si esto continúa, nos espera una generación de amarguetas.
—Mientras, ¿seguirá usted con la “oda” al gobierno?
—Es humor, no oda, ¡of course que yes! Los humoristas somos el gobierno de sombra.
—Definitivamente, el humor es una cosa seria…
—Es lo único serio que nos queda.
—¿Qué pasaría en Venezuela si se volviese a imponer aquel slogan “Nada en serio todo en broma”?
—Jolguer, no te confíes de esta frase, lo que en el fondo quiere decir es “Todo en serio, nada en broma”. No hay nada más serio que un humorista. Sin la seriedad del comediante seríamos patéticos.
Jolguer Rodríguez Costa/El Nacional/Siete Días