Las “pirañas de carros” devoran a Maracaibo

Al igual que el mítico pez carnívoro del Amazonas, los desvalijadores de carros ahora atacan en cardumen, dejando a su pasao un rastro de esqueletos de lo que antes fuera la posesión más preciada de una familia

La rapidez y la agilidad los caracteriza. En una noche pueden desvalijar de tres a cinco vehículos. En cuestión de minutos solo dejan caparazones. Las pirañas de carros no dejan huellas, sus armas son unos destornilladores, un par de llaves o un gato hidráulico. En la línea de las mafias pocos les conocen el rostro, pero suelen ser tan despiadados como quienes despojan a su víctima del automóvil. La Policía no los persigue.

Se estima que pertenecen al último eslabón de la cadena en las bandas de robo y hurto de vehículos. Se calcula que cada organización criminal tenga entre cinco a 10 desvalijadores, en muchos casos son mecánicos profesionales. Unos actúan en las barriadas y otros se desplazan por los estacionamientos para hurtar piezas pequeñas, acotó el funcionario.

En las calles de Maracaibo, Mara y Jesús Enrique Lossada se consiguen sus rastros, el esqueleto de unidades, de diferentes marcas, modelos y años. La Policía explicó que solo actúan cuando ya tienen negociadas las piezas. «Las ofrecen a un precio mayor al legal y las venden fácilmente porque aquí en el país no se consiguen».

Entre sus clientes, explica un oficial, se encuentran los negocios de autopartes, los talleres clandestinos de latonería y pintura y hasta los corredores de seguros. Generalmente buscan los cauchos, el airbag, los faros, los retrovisores, las micas, los espejos laterales y otras partes que puedan vender a un alto costo.

Las carrocerías abandonadas se aprecian en Calendario, Las Trinitarias, Torito Fernández, Luz de Dios, Balmiro León I y vía hacia El Palotal, también eligen las trillas de La Concepción, Campo Boscán, Marimonda, La Paz, El Laberinto, La Fragua en Jesús Enrique Lossada y Mara, explicó un policía.

Se paró

En Zulia, la Policía localizó dos cementerios de carros en 2015. Uno en junio en el barrio Jesús de Nazareno, parroquia Ildefonso Vázquez, donde se contabilizaron 54 carros picados. Y otro, en noviembre, en el kilómetro 18 de la vía a La Concepción, siete vehículos se contabilizaron en el deshuesadero.

Ese mismo año, el general Julio Yépez Castro, exsecretario de Seguridad y Orden Público, en conjunto con la División de Vehículos de la Policía científica desmanteló la banda del «Gordo Julio», dedicada a la comercialización de autopartes robadas. Se recuperaron mil piezas. El dueño del establecimiento no tenía factura y no supo explicar su procedencia.

La ley no los alcanza. Los operativos en contra de los desvalijadores no existen. Las investigaciones se concentran en quienes roban los carros y quienes negocian sus rescates. El resto se vuelve intocable, deambulan hurtando o revendiendo piezas sin control ni castigo.

 

Llegan a desarmar hasta cinco vehículos en una noche.

 

Los desvalijadores casi siempre son mecánicos profesionales

Las piezas son vendidas en talleres clandestinos de latonería y pintura.

Las zonas enmontadas son las preferidas para las bandas criminales

Los detectives de la Policía científica buscaban un muerto y se encontraron un carro desvalijado en el sitio del suceso.

Las partes automotrices quedan en los barrios cuando los ladrones no tienen chance de llevarse todo.

 

Karoline Valladares/La Verdad / Fotos: José Nava