El mayor temor de Ramos Allup: Sus hijos (Entrevista)

“La verdad es que por su seguridad vivo muy angustiado, como cualquier padre. A nosotros nos preocupa nuestra propia seguridad, pero mucho más la de nuestros hijos y por supuesto yo soy como todos los padres, porque esta tragedia no es solo mía sino de cualquier padre venezolano”.

Lejos de lo que representa políticamente hablando, Henry Ramos Allup, presidente del Parlamento venezolano que por años estuvo bajo el control de diputados chavistas, hay una realidad que le perturba y le genera preocupación: la seguridad de su familia, en especial la de sus hijos, a quienes monitorea constantemente, según comenta.

“La verdad es que por su seguridad vivo muy angustiado, como cualquier padre. A nosotros nos preocupa nuestra propia seguridad, pero mucho más la de nuestros hijos y por supuesto yo soy como todos los padres, porque esta tragedia no es solo mía sino de cualquier padre venezolano”.

Las diversas crisis que afectan a Venezuela han generado la fuga de un número significativo de venezolanos, en su mayoría jóvenes que intentan buscar en otras tierras la seguridad, las oportunidades y el futuro que no consiguen en su país, algo que “no se critica”, dice Ramos Allup, quien sostiene que le dolería si sus hijos toman la decisión de partir.

“Si a mí mis hijos me dijeran ‘me voy’, me daría dolor, pero me entraría un respiro porque por lo menos no voy a tener que ver a un hijo muerto, maltratado, secuestrado…”

Para el político de 72 años, no hay respuestas que valgan cuando un joven pregunta: “¿Qué hago? ¿Me quedo en Venezuela o me voy a otro país?”, y es que la simple pregunta puede marcar para bien, pero también para mal la vida de quien se cuestiona sobre el camino que debe tomar.

“Al que se va yo no lo critico”, aseguró Ramos Allup al equipo de Sumarium, al tiempo que recordó una vivencia en la que se involucraban cuatro jóvenes de Valencia, estado Carabobo. “Hace más de un mes unos jóvenes me llamaron previo a un acto político en Valencia, eran tres muchachos y una muchacha entre 22 y 25 años y me puse a conversar con ellos, pero entre una cosa y otra me preguntaron: ‘Henry, ¿qué nos recomiendas? ¿Qué nos quedemos o que nos vayamos?’… Me desbalancearon con la pregunta”, dijo el dirigente de Acción Democrática, visiblemente conmovido.

Luego de un silencio imperturbable, el jefe de la Asamblea Nacional precisó que su única recomendación para los cuatro valencianos fue que “hagan lo que les parezca que deben hacer. Vean su seguridad, su futuro, su tranquilidad, primero la de ustedes y después la de sus familiares y tomen la decisión más conveniente”, porque a fin de cuentas “¿qué le vas a decir a un muchacho? ¿Quédate? ¿Y si los matan?, o ¿Vete? Lo estarías desarraigando de su país”, en todo caso, “no se puede criticar al que se va buscando seguridad y el futuro que no consigue en su patria”.

El dirigente sostiene que es lamentable llegar a otra nación y encontrar a jóvenes venezolanos que “te abrazan y se te echan a llorar en el hombro. Se echan a llorar ellos y se echa a llorar uno” porque entre lágrima y lágrima dicen: “Yo no quiero estar aquí, yo quiero vivir en mi país”, pero “no les puedes decir que se vengan a su país para que los maten, o para que no consigan trabajo o para que la familia no duerma y estén pendientes de ellos todo el día”.

Ante esta situación, sostiene que “cada vez exportamos menos petróleo y más gente y sobre todo jóvenes”, algo preocupante ya que “un país no puede progresar sin gente”.

AÑORANDO LA VENEZUELA DE ANTES

“No sé cuánto tiempo nos llevará rehacer y unificar otra vez este pobre país nuestro que está destruido. Nunca nos había pasado esto, Venezuela nunca había sido así como es ahora, donde todos están enemistados. Aquí las diferencias entre venezolanos se reducían a un Caracas – Magallanes o porque los adecos ganaban las elecciones y los copeyanos quedaban enguayabados por unos días y viceversa”, resaltó el asambleísta evocando viejos tiempos.

Además, agregó que en la Venezuela de antes, “todo se componía, todo el mundo era amigo, era la Venezuela donde un vecino pedía una taza de azúcar, donde el vecindario se quería, esta era una Venezuela que si en una casa hacían algo lo repartían a los vecinos. Un poquito de torta de pan, un poquito de dulce de lechosa, mira las hallacas como me quedaron. Pero esa Venezuela se acabó”, dijo Ramos Allup , quien lamenta que en el país la gente en un edificio no sabe quién vive al lado, “no conoce a su vecino, ni lo saluda, y eso es gracias al chavismo”.

 

Sumarium