Conozca a Larissa  De Martínez candidata de la MUD por Delta Amacuro

Luis Eduardo Martínez, columnista de esta redacción, ex-gobernador del estado Monagas y Rector de la UNITEC nos entrega esta semana una semblanza familiar que nos lleva por el transito vital de Larissa,  claro ejemplo de la mujer venezolana, sensible, profesional y fiel luchadora por las reivindicaciones sociales de los más necesitados.

Escribo estas líneas cuando aún no son las 5 de la mañana. Hace unos minutos, en la puerta de la casa, despedí a Larissa con un beso y rogué a Dios le acompañase en su viaje a Tucupita; parte a inscribirse en la JEP de Delta Amacuro como candidata principal a Diputada a la Asamblea Nacional por la MUD.

Va segura, tan entusiasmada como la primera vez que la vi, otra madrugada tiempo atrás en el viejo aeropuerto de Maturín. Su mamá había hablado conmigo horas antes para que yo, dirigente juvenil entones, le ayudará en la consecución de cupo en la Universidad en Caracas; prometí que lo haría al día siguiente en ocasión de asistir a reunión del Buró Juvenil Nacional de Acción Democrática. Mi sorpresa fue mayúscula, cuando listo para abordar el avión, mi hoy suegra se me acercó –imperiosa como es- para indicarme que para asegurarse que yo no me olvidase de gestionar el cupo había decidido mandar a su hija conmigo con instrucciones de no separarse de mí hasta que estuviese segura su inscripción. “Y cuidado con una vaina”, fue su saludo de despedida. “Mayor vaina” pensé yo, cuando volaba a Maiquetía, con la flaca jovencita de pelo “explotado”, en el asiento de al lado, que mi antigua profesora de Anatomía Vegetal me había “encasquetado”. Huelga decir que antes del mediodía, ya le había conseguido el cupo y con alivio la dejé partir.

Ocasionalmente supe de ella durante sus estudios universitarios pero solo coincidimos cuando el multitudinario “pantaletazo”, mitin de mujeres en la avenida Juncal, de la capital monaguense, en la segunda campaña presidencial de Carlos Andrés, al cual asistió.

Siendo Diputado, un día cualquiera irrumpe en mi oficina la mamá con Larissa detrás, título en mano. “Aquí, vengo a traerle a mi hija que ya se graduó y quiere darle las gracias por la ayuda que le prestó para poder entrar a la Universidad. De paso, como usted le consiguió el cupo para que fuese Abogado, ahora me le tiene que conseguir trabajo”. Cinco años pasados habían hecho de la esmirriada bachiller una bellísima mujer.

He auxiliado a decenas de miles. Más allá de mi gestión de gobierno que fue de beneficio colectivo, son infinitas las oportunidades que he tenido de respaldar a semejantes con puestos de trabajo, cupos en universidades, liceos y escuela, becas, medicinas y tratamientos médicos, casas y materiales de construcción y pare de contar de tanto que he apoyado a quienes a mi han acudido, pero lo que si es cierto que jamás dí mayor atención a un caso que la solicitud de empleo para Larissa; horas después de hecha y luego de varias llamadas, yo mismo la estaba llevando al bufete de unos abogados amigos –Molano y Orsini de gratos recuerdos- para comenzar su ejercicio profesional. Desde ese día no nos separamos más.

Salimos una pocas semanas y tras sólo mes y medio de noviazgo, nos casamos, ante la sorpresa de muchos y la estupefacción de nuestras familias.

Larissa ha estado ha a mi lado a todo evento. En mi desempeño como parlamentario, en mis campañas electorales, todas exitosas, en mi crecimiento como persona –que según ella aún no ha terminado: en una entrevista que recientemente le hicieron indicó que aún me estaba “criando”-, en mis años de gobernador, en los duros tiempos del destierro, en mi trabajo universitario. Como bien proclama el oficiante al sellar un matrimonio, en las buenas y en las malas.

No llegaba a los 25 años, cuando Larissa fue catapultada a la condición de primera dama del Estado Monagas, presidente de la Fundación del Niño y presidente de la Asociación Civil Hogares de Cuidado Diario. Su labor por los niños y por las madres fue infatigable y los resultados de reconocimiento general. Logró abrir centenares de hogares de cuidado diario, multihogares, pre-escolares, casas de los niños entre ellas la emblemática Casa del Niño Trabajador, multiplicó los operativos de atención integral –médica, odontológica, de esparcimiento-, humanizó el piso de atención pediátrica en el Hospital Núñez Tovar y no paró un solo día de extender la mano a las decenas que diariamente acudían a ella.

Cuando me separé de la gobernación y quedamos sólo con nuestros hijos y unos pocos familiares y contados amigos, Larissa volvió a las aulas conmigo en la Universidad y se concentró en recomponer nuestra vida en una sociedad distinta. Pronto dejamos atrás, los sinsabores del abandono de quienes creíamos cercanos, hicimos nuevos amigos y nuestra agenda volvió a estar llena. A punto de culminar mi segundo posgrado y ya trabajando en los Estados Unidos, uno de los pocos consecuentes con nosotros me ofreció una responsabilidad importante en sus empresas de Venezuela. Fue una decisión muy difícil  regresar después que nos habíamos estabilizado fuera y recuerdo que lloró mucho pero una vez más me acompañó y regresamos al país.

La abogada junto a su esposo ex gobernador de Monagas y Rector de la UNITEC

La abogada junto a su esposo ex gobernador de Monagas y Rector de la UNITEC surcando los caños del delta del río orinoco

Ha sido, es, Larissa una madre excepcional, dedicada, exigente también y por ahora una buena “abuelastra”. Esposa, compañera, amiga, sin par, aliada incondicional.

Pronto se cumplirán dos años, que recorremos juntos, los caminos de Monagas en cualquier minuto libre que nos dejen las muchas responsabilidades que ambos tenemos. Dedicamos, porque hemos sido los dos, más de una década a trabajar en el sistema educativo, Larissa como dirigente de comunidades educativas en Anzoátegui y parte importante en proyectos adelantados en Colombia, Ecuador y República Dominicana sin dejar de lado sus atinadas orientaciones en MAU, UGMA y UNITEC. Cuando creíamos que el resto de nuestro existir lo consagraríamos a una actividad tan bonita como lo es la educativa, en palabras de Santos Luzardo, sucumbimos a la llamada de la tierra chica por la que mucho habíamos hecho y a la cual tanto amamos. Nunca nos desvinculamos de Acción Democrática y fueron muchas las ocasiones en que colaboramos en el vecino estado y en Carabobo y bastantes las oportunidad en las cuales, de bajo perfil, apoyamos en Monagas pero jamás pensamos volver al activismo. Fue la insistencia de Sandra Alfaro -y aquí dejo constancia del rol jugado por esa líder en la adversidad que merece el mayor reconocimiento por su permanente empeño de fortalecer al Partido del Pueblo- la que nos motivó a reincorporarnos al quehacer político que para nosotros es quehacer humano, en especial por los que menos tienen.

Larissa pudiera estar ahora durmiendo, también yo es cierto; disfrutando ambos de una vida cómoda, plácida, producto de nuestros esfuerzos y de nuestro trabajo. Para nosotros el deseo de millones de venezolanos está a la mano; es larga la lista de los que se han ido y de los que quieren marcharse para probar suerte en el extranjero; en nuestro caso solo bastaría ponernos de acuerdo para al día siguiente encontrarnos en el país que en los tiempos difíciles nos acogió y en la cual nada nos faltaría incluido ser ciudadanos que ya cumplimos los requisitos. El sueño americano para nosotros es realidad pero no regodearnos en él solo se da por la devoción tan grande –suena cursi quizás para algunos pero es así- que sentimos por Venezuela, por el pueblo venezolano, en especial por los más necesitados, por ese pueblo que padece y sufre cada día más, que es humillado cada día más, que demanda atención y soluciones urgentes, por eso estamos aquí.

Larissa marcha ahora a su primera campaña electoral después de haber hecho muchas conmigo. Va a conquistar corazones, que sabe hacerlo muy bien, para como parlamentaria contribuir a cambiar el estado de cosas y a que tengamos la nación que merecemos. Sé de sus capacidades, su talento, su sensibilidad, su vocación de servicio; será una diputada que destacará, aferrada a la defensa de principios y valores superiores y defendiendo con valentía a la democracia venezolana. Trascenderá, estén seguros; lo mejor de ella está por verse.

Hace poco afirmé en un semanario nacional, rememorando a Luis Alfaro, que el viejo caudillo tenía dos pasiones, Monagas y Faustina, agregando inmediatamente que yo también tenía dos: Larissa y Monagas. Que Dios la bendiga y al pueblo monaguense ahora también a los deltanos, a quienes sumamos en nuestros afectos y desvelos.

 

Luis Eduardo Martínez Hidalgo

http://luiseduardomartinez.com