La tensión volvió a instalarse hoy en Ferguson (Misuri) un año después del asesinato del joven Michael Brown, con un hombre gravemente herido por disparos de la Policía y más de 50 arrestos durante las protestas, mientras las autoridades estatales y federales llamaban a la calma.
Las autoridades del condado de Saint Louis, donde se encuentra Ferguson, declararon hoy el estado de emergencia por el “potencial de daños a personas y propiedades” después de una serie de episodios violentos la noche del domingo y la madrugada del lunes.
Tras una jornada de protestas pacíficas por el primer aniversario de la muerte de Michael Brown este domingo, la violencia regresó a la localidad que hace un año registró los peores disturbios raciales en décadas en EE.UU. y que desató un movimiento a nivel nacional.
Un joven identificado como Tyrone Harris Jr., de 18 años, resultó gravemente herido por disparos de la Policía local la noche del domingo y continúa hospitalizado en estado crítico.
Las autoridades locales acusaron hoy a Harris de cuatro cargos de asalto en primer grado a agentes de seguridad, cinco cargos de acción criminal armada y un cargo por descargar un arma de fuego contra un vehículo, y establecieron una fianza por valor de 250.000 dólares en efectivo.
Según el relato policial, Harris formaba parte de un grupo de jóvenes, aparentemente enfrentados los unos con los otros, que empezaron a dispararse entre sí la noche del domingo.
Cuatro policías que se encontraban en un todoterreno sin ningún distintivo policial comenzaron entonces a seguir a Harris, quien abrió fuego contra el vehículo, y siguió disparando a los agentes una vez que salieron del automóvil, según la Policía.
Los agentes devolvieron los disparos a Harris, quien resultó gravemente herido, y llamaron a una ambulancia.
Los cuatro policías, que han recibido una baja administrativa mientras se investiga el suceso, no llevaban cámaras en su uniforme, una práctica cada vez más recomendada para aportar claridad en los casos de acusaciones sobre violencia policial.
El padre del joven herido, Tyrone Harris, defendió hoy la inocencia de su hijo y puso en duda el relato de la Policía.
“Mi hijo ni siquiera iba armado cuando le dispararon”, aseguró Harris en una entrevista con el diario “The Washington Post”.
La Policía asegura que en el lugar de los hechos se encontró una pistola de 9 milímetros robada en otra localidad del estado, pero Harris negó que perteneciera a su hijo.
Según el padre, el joven fue atacado por la Policía cuando “corría para salvar su vida” del tiroteo que había estallado entre dos grupos de jóvenes en la avenida West Florissant, el epicentro de las protestas, y dos chicas que se encontraban con su hijo en ese momento le aseguraron que no iba armado.
La fiscal general de EE.UU., Loretta Lynch, condenó hoy “rotundamente” todo tipo de violencia en Ferguson, “incluida (la ejercida) contra los agentes de policía”.
El gobernador de Misuri, el demócrata Jay Nixon, afirmó en un comunicado que quienes “aterrorizan a las comunidades con disparos y cometen violencia contra agentes de Policía son criminales”, y confió en que las protestas convocadas para hoy fueran “pacíficas”.
Un centenar de personas participó hoy en un acto de desobediencia civil que consistió en una marcha hasta el juzgado federal de Ferguson, a donde llegaron cantando “Las vidas negras importan” (“Black lives matter”) y “El mundo entero está observando”.
Alrededor de la mitad de los manifestantes saltaron una barrera policial que bloqueaba la entrada del juzgado, se sentaron en el suelo y enlazaron sus brazos.
La Policía arrestó a 56 personas en esa protesta, según el diario “Saint Louis Post-Dispatch”, que informó de que varios de los manifestantes pedían la disolución del departamento de Policía de Ferguson.
Después del asesinato de Brown, en agosto de 2014, el Departamento de Justicia ya intervino la Policía de Ferguson, mayoritariamente blanca, y descubrió que los agentes mantenían prácticas abusivas contra la población negra.
El estado de emergencia declarado hoy por el jefe del condado de Saint Louis, Steve Stenger, implica que el control de la Policía en la localidad de Ferguson pasa al jefe policial del condado, Jon Belmar, con el fin de contener las tensiones.