«No puedo y no perdonaré ni olvidaré», dijo Eddie Jaku sobreviviente del Holocausto, «Pero seré feliz hasta que me muera. Les enseñaré a los niños cómo ser felices y hacer de este mundo un lugar mejor para todos».
Eddie Jaku sabe de sufrimiento: sobrevivió al Holocausto. No obstante, se describe a sí mismo como el «hombre más feliz de la tierra». Ahora, a los 98 años, su misión es trasmitirles a las nuevas generaciones su receta para tener una buena vida: «No debes odiar», asegura.
Eddie reveló su secreto de la felicidad en un video que se volvió viral en los últimos días.
«Tú dices ‘no me gusta esta persona'», comienza Eddie. «Pero tú no odias. El odio es una enfermedad. Destruye primero a tu enemigo, pero a ti también».
El secreto de la felicidad, según Eddie, es «una buena esposa y la amistad». Y recordó una enseñanza que le brindó su padre cuando tenía ocho años: «Hay más placer en dar que en quitar».
Y concluyó: «Quiero enseñarles a todas las personas que son jóvenes: si no aprenden de nosotros, no habrá futuro».
La historia de Eddie Jaku
Entrevistado en el podcast No Filter del sitio australiano Mamamia, Eddie Jaku también recordó el momento, hace más de 75 años, cuando junto con su familia fue llevado al campo de exterminio de Auschwitz.
Un hombre judío en la Bélgica ocupada por los nazis, Eddie había conseguido un trabajo nocturno en una fábrica de cigarrillos en Bruselas. Vivía con su familia en el ático de una pequeña casa que habían alquilado gracias al acto de compasión de un belga.
Pero en la mañana del 17 de octubre de 1942 su suerte dio un giro.
«Alguien nos denunció», contó. «Regresé a las tres y diez de la mañana. No había luces. Pensé que todo el mundo estaba dormido. Pero mis padres y mi hermana ya habían sido tomados; me estaban esperando. Y esta vez era para Auschwitz».
Cuando llegó al campo, se encontró cara a cara con un hombre que determinó el destino de cientos de miles de hombres y mujeres judíos: Josef Mengele.
«El carnicero más grande que haya vivido», lo calificó Eddie.
«Vi a mi padre ir en un camión. Así que fui detrás de él, me agaché y estaba casi en la camioneta cuando un buen hombre, un buen soldado dijo: «¡Oye, tú! ¿No te dijo que fueras por este lado? «. Entonces me dijo: ‘Tu padre entra al camión y tú entras en el campamento’.
Entonces, Eddie dio la vuelta y entró en el campo, un sitio donde más de 1.1 millones de personas fueron asesinadas.
«Nunca volví a ver a mi padre», recordó. «Mi padre, de 52 años, y mi madre, de 43, murieron esa noche en una cámara de gas. Pasaron 20 minutos antes de que se asfixiaran».
Hoy vive en Sydney. A 73 años del fin de la Segunda Guerra Mundial, dijo que hay dos lugares a los nunca regresará: Alemania, donde comenzó el horror nazi, y Polonia, donde su madre y su padre fueron asesinados una noche dentro de una cámara de gas.
«No puedo y no perdonaré ni olvidaré», dijo Eddie. «Pero seré feliz hasta que me muera. Les enseñaré a los niños cómo ser felices y hacer de este mundo un lugar mejor para todos», reseña Infobae