Por primera vez en cuatro años, el ganador del premio Cervantes pisaba Alcalá de Henares para ofrecer el tradicional discurso. El poeta venezolano Rafael Cadenas, 93 años, ha recibido el mayor reconocimiento de las letras españoles con un discurso breve y denso, acorde con su obra profunda, en el que ha aludido a los límites del lenguaje y a la necesidad de una renovación democrática.
Estaba previsto que Cadenas, con una movilidad limitada, pronunciase el discurso en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares sentado, pero el escritor se levantó para leer, con ritmo sosegado, su agradecimiento ante los reyes de España y el Ministro de Cultura, Miquel Iceta. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, no asistió finalmente por motivos de agenda, aunque Cadenas le nombró igualmente en su discurso.
“Estoy lleno de España”, ha comenzado Cadenas, primer venezolano con el Cervantes, recordando primero el origen canario de muchos de sus compatriotas. “Merced a la migración que los trajo a la América Latina, hoy la desventura es inversa aunque no a causa de guerra alguna”, ha señalado.
Pero no solo. Cadenas también ha aludido a los profesores españoles que tuvo en su etapa escolar y universitaria. “Sufrieron un poco conmigo, pues no fui buen estudiante, sobre todo descuidé las materias científicas, lo cual lamento, pues la física cuántica, por ejemplo, ha instaurado el insondable misterio del Cosmos”.
Al recordar su etapa universitaria, ha citado a Karl Jaspers que afirmaba que “no existe ninguna concepción del mundo valedera, lo cual nos deja a la intemperie, pero nos fuerza a indagar”. Ha señalado que los dos temores de Jaspers eran el totalitarismo y la bomba. “Resulta paradójico el que las naciones más civilizadas se encuentren entre las principales fabricantes de armas”.
Como es tradición en los agradecimientos del Cervantes, Cadenas ha aludido a su vinculación con El Quijote. “La de Don Quijote puede verse como un proceso de normalidad a la locura y de eta otra vez esperada normalidad, después de pasar por pruebas que al cabo lo sanarían. Con respecto a su escudero, que a mí ver, ha sido subestimado por los quijotistas, representa lo real, probablemente nuestro tiempo lo realce, ya que asistimos a una revalorización de la vida corriente”.
“Hay que revisar todas las bases de la cultura”
La utopía del Quijote le ha servido para enlazar con otras utopías que terminaron en desengaño. “Es sabido que nacionalismos, ideologías y credos dividen a los seres humanos, pero, en este mundo, gracias al desarrollo de la comunicación, debería ser cosmopolita”, ha analizado. “El nacionalismo, según Einstein, es el sarampión de la humanidad. Séneca era cosmopolita, Goethe también”.
Sobre el estado del idioma español, Cadenas ha dicho que “anda muy maltrecha”, en parte por las traducciones del inglés en las televisiones y medios. Y, citando a George Orwell (“soy un amigo de las citas”, ha confesado), ha apuntado: “el actual caos político guarda relación con la decadencia del lenguaje y podríamos conseguir alguna mejora si empezáramos por lo verbal”.
Desde ese punto de partida, el de un lenguaje que ya no sirve, Cadenas ha pedido una especie de tabla rasa. “Creo que puede haber llegado el momento de revisar las bases de toda la cultura”, ha reclamado, intuyendo que tal vez se sienta inspirado por Teresa de Jesús y el filósofo Ludwig Wittgenstein.
“Yendo hacia la idea de revisión, pienso que esta debe aplicarse a la democracia. Es urgente defenderla de todo lo que la acecha y para ello se requiere recrearla. Esa tarea le incumbe a la educación”, ha leído Cadenas. “Los demócratas deben pedir a voces su renovación. Ha de interiorizarse, volverse trasparente, dar primacía a lo social aboliendo la pobreza, apoyar la cultura”.
Para concluir, ha unido su defensa de la libertad leyendo al propio Cervantes: “La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos: con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra se puede y debe aventurar la vida y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a un hombre”. RTVE