El presidente de Ecuador, Lenín Moreno, ratificó el viernes su decisión de poner fin al subsidio a los combustibles y dijo que está abierto al diálogo con los líderes de una protesta que paralizaba por segundo día seguido el transporte en algunas ciudades de la nación sudamericana.
Los manifestantes, encabezados por los transportistas, están molestos con Moreno, quien promueve una política promercado tras años de un gobierno de izquierda y está alineando sus medidas económicas a las exigencias del Fondo Monetario Internacional (FMI) tras un préstamo por unos 4.200 millones de dólares.
La decisión de eliminar los subsidios al diésel y la gasolina extra, que habían estado vigentes por décadas, provocó violentas protestas en un país con una larga historia de inestabilidad política.
“Conversar, claro que sí; habrá mecanismos para paliar un poco el efecto en algunos sectores, claro que sí. Estamos dispuestos a hacerlo”, dijo Moreno en la ciudad de Guayaquil.
“Pero bajo ninguna circunstancia vamos a cambiar la medida (…) No voy a cambiar la medida, que quede claro: se eliminó el subsidio, se acaba la zanganería”, agregó a periodistas.
Los servicios de autobuses y taxis continuaban paralizados y la agencia de tránsito del Municipio de Quito advirtió de cierres en calles de varios puntos de la ciudad. Testigos de Reuters vieron a cientos de personas que trataban llegar a su trabajo caminando o en autos privados.
El jueves, cuando entró en vigencia la medida, manifestantes enmascarados arrojaron piedras y combatieron a la policía en la capital, en los peores disturbios en años en el país petrolero de 17 millones de personas.
Los sindicatos de transportistas comenzaron la protesta, a la que se fueron sumando grupos indígenas, de estudiantes y gremios de trabajadores a lo largo del país.