Podrá Biden evitar el fracaso de la Cumbre de las Américas

Cumbre de las Américas

Cuando los mandatarios del continente se reúnan esta semana en Los Ángeles para la Cumbre de las Américas, es probable que el foco de atención se desvíe de la implementación de cambios en políticas sobre temas comunes -la migración, el cambio climático y la inflación- y pase a centrarse en algo atractivo para Hollywood: el drama de la alfombra roja.

El espectáculo empezó el lunes, cuando el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador confirmó que no acudirá a la Cumbre para protestar la exclusión, por parte de Estados Unidos, de los gobernantes de Cuba, Nicaragua y Venezuela.

Otros líderes, incluidos los presidentes de Guatemala, Honduras y El Salvador -los tres países de dónde salen más inmigrantes hacia Estados Unidos- también han dicho que no acudirán a la cita.

La ausencia de tantos mandatarios, según algunos expertos, podría convertirse en un motivo de bochorno para el presidente estadounidense Joe Biden, a quien le ha costado imponer el liderazgo de su país en una región con un alto nivel de desconfianza hacia Estados Unidos y donde la influencia de China ha crecido.

“La verdadera pregunta es por qué el gobierno de Biden no hizo su tarea”, dijo Jorge Castañeda, exsecretario de Relaciones Exteriores de México que ahora imparte clases en la Universidad de Nueva York.

Aunque el gobierno estadounidense insiste en que Biden esbozará en Los Ángeles su visión para un “futuro sostenible, sólido y equitativo” en el hemisferio, Castañeda dijo que es evidente, por los forcejeos de última hora en torno a la lista de invitados, que América Latina no es una prioridad para el presidente de Estados Unidos.

“Esta ambiciosa agenda, nadie sabe exactamente de qué se trata, más allá de una serie de trivialidades”, señaló.

El gobierno de Biden ha dicho que no incluiría a gobiernos autocráticos que meten en la cárcel a oponentes y que no celebran elecciones justas. Durante la cumbre de 2001 en Québec, los gobiernos de la región declararon que cualquier ruptura con el orden democrático es un “obstáculo insuperable” para poder participar en estas cumbres en el futuro.

Sin embargo, algunos demócratas progresistas han criticado al gobierno estadounidense por ceder a la presión de los exiliados cubanos del estado de Florida y excluir a la Cuba socialista, que asistió a las dos últimas cumbres.

El canciller de México, Marcelo Ebrard, será quien acudirá a la cita en representación de su país, dijo López Obrador el lunes.

Por otro lado, justo antes de que arranque la Cumbre, un nuevo grupo de migrantes salió caminando hacia el norte desde el sur de México, en la mayor caravana que se ha formado este año.

Luis García Villagrán, del Centro de Dignificación Humana, un activista que acompaña a la caravana formada sobre todo por centroamericanos, venezolanos y caribeños, dijo que la intención es dejar claro a los presidentes americanos que “las mujeres y los niños migrantes, las familias migrantes, no somos moneda de cambio de intereses ideológicos y políticos” y que ”la frontera sur no es patio trasero de nadie”.

Estados Unidos es anfitrión de la cumbre por primera vez desde que fue inaugurada en Miami en 1994, parte de las gestiones para consolidar el apoyo a un acuerdo de libre comercio que se extendiera desde Alaska hasta la Patagonia.

Pero ese objetivo fue abandonado hace más de 15 años en medio del ascenso de gobiernos izquierdistas en la región. Con la expansión de la influencia china, la mayoría de los países han llegado a esperar -y necesitar- menos de Washington. En consecuencia, el foro principal para la cooperación regional ha languidecido, convirtiéndose a veces en un escenario para ventilar agravios históricos, como cuando el difunto líder venezolano Hugo Chávez le dio al presidente estadounidense Barack Obama una copia del clásico tratado de Eduardo Galeano, “Las venas abiertas de América Latina: Cinco siglos de saqueo de un continente”, durante la cumbre de 2009 en Trinidad y Tobago.

El acercamiento de Estados Unidos a su añejo adversario Cuba, sellado con el apretón de manos de Obama y Raúl Castro en la cumbre de 2015 en Panamá, disminuyó algunas de las tensiones ideológicas.

“Es una enorme oportunidad perdida”, dijo recientemente Ben Rhodes, que encabezó el deshielo con Cuba desde su puesto de viceconsejero de seguridad nacional en el gobierno de Obama.

“Nos estamos aislando al dar ese paso porque tienes a México, tienes a países del Caribe diciendo que no van a venir, algo que sólo va a hacer que Cuba luzca más fuerte que nosotros”, añadió.

Las autoridades cubanas dijeron el lunes que la exclusión de la isla y otros países poco afines a Estados Unidos de la Cumbre obedece al recelo de Washington de tener que soportar críticas y opiniones contrarias.

“El gobierno estadounidense optó nuevamente por la exclusión como recurso para tratar de lograr un evento sin aportes concretos, pero provechoso para la imagen del imperialismo”, dijo el gobierno cubano en un comunicado.

Cuba agradeció “el liderazgo” de López Obrador y la actuación de países como Bolivia, que tomaron la misma decisión que el presidente de México.

Para impulsar la participación y evitar un fracaso, Biden y la vicepresidenta Kamala Harris han estado muy ocupados al teléfono en los últimos días, conversando con el presidente argentino Alberto Fernández y la mandataria hondureña Xiomara Castro, quienes en un principio expresaron apoyo a la propuesta de México de un boicot.

La oficina del presidente argentino Alberto Fernández, sin embargo, confirmó el lunes que el mandatario acudirá a la cita. También lo harán el presidente chileno Gabriel Boric y el canadiense Justin Trudeau. AP

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