Peregrinar ha sido durante siglos una fuente de renovación para aquellos dispuestos a dejar sus vidas en pausa y pasar días, semanas o incluso meses cruzando España a través de Camino de Santiago, una ruta que lleva a quienes la completan al lugar donde se supone que está enterrado el apóstol Santiago.
Pero tras un año sin poder recorrerlo por las restricciones de viaje relacionadas con la pandemia, aquellos que buscan curar las heridas causadas por el coronavirus vuelven a ceñirse las mochilas y a seguir los senderos marcados con el característico emblema de la concha hasta la catedral de la ciudad de Santiago de Compostela.
Algunos de los que emprenden el camino son como Laura Ferrón, cuyo matrimonio terminó durante el confinamiento decretado en España para combatir el virus y teme perder su empleo porque el banco en el que trabaja planea despidos masivos. Junto a dos amigas de toda la vida, volaron desde sus casas en Ceuta, un enclave español en el norte de África, para pasar una semana recorriendo los 100 últimos kilómetros (62 millas) de la ruta principal.
“Te ayuda a que te desahogues. Esta pandemia nos ha enseñado a darle más valor a las cosas importantes y a verte a ti mismo”, afirmó Ferrón, de 33 años, durante en un descanso en una subida cerca de Arzúa. La localidad, en la verde región noroccidental de Galicia, está a unos dos días caminando de la catedral medieval de Santiago, que es el punto en el que tradicionalmente finaliza la peregrinación.
El Camino de Santiago es en realidad una serie de rutas que se abren como un abanico por la Península Ibérica y se extienden por Europea. Sea cual sea la elegida, todas terminan en la catedral barroca, donde los creyentes pueden visitar la que se dice es la tumba de Santiago, el apóstol que según la tradición católica llevó el cristianismo a España y Portugal.
La peregrinación tienen sus orígenes en el supuesto descubrimiento de la sepultura en el siglo IX. Los peregrinos llevan un milenios viajando a Santiago, pero el número de creyentes y no creyentes que recorren el camino se disparó en las últimas décadas cuando las autoridades regionales lo reactivaron.
Ahora tiene el respaldo de una amplia red de organizaciones religiosas y laicas y cuenta con albergues públicos y privados con precios para todos los bolsillos.
Más de 340.000 personas de todo el mundo recorrieron el camino en 2019, y apenas 50.000 lo hicieron el año pasado, cuando España impidió los desplazamientos tanto nacionales como internacionales, excepto durante los meses de verano.
Antes del final del estado de emergencia que limitaba el movimiento entre las regiones españolas el pasado 9 de mayo, solo un puñado de españoles llegaba a Santiago cada día y se registraban en la Oficina de Acogida al Peregrino para recibir la credencial oficial por completar la peregrinación.
Ahora que viajar vuelve a estar permitido, más gente, tanto de España como de otras partes de Europa, recorre las antiguas sendas, aunque muchos de los albergues siguen cerrados. Unos pocos cientos llegan ahora a diario a la ciudad, frente a los miles de exhaustos peregrinos que recorrían las empedradas calles de la ciudad apoyados en sus bastones en un verano normal.
El Ministerio de Sanidad ha reportado más de 79.000 decesos por el COVID-19 desde el inicio de la pandemia. Y, como ocurre en todo el mundo, la enfermedad se ha cebado con los más mayores.
“Para las personas mayores, un años de pandemia ha sido como cinco”, dijo Naty Arias, de 81 años, mientras caminaba junto a su esposo, de 84 años, y dos de sus hijas. “Dice mi marido que ya nos queda como quien dice un telediario y tenemos que aprovechar todo lo que podamos”.
La cifra de peregrinos que llegarán a Santiago durante el próximo año y medio aumentará luego de que el papa Francisco amplió el Año Santo de 2021 también a 2022. Para los católicos, realizar el camino en Jubileo les da la ocasión de recibir indulgencia plenaria, que les otorga la remisión total de las penas temporales a sus pecados. El último Año Santo fue en 2010.
El arzobispo de Santiago, Julián Barrio, dijo que es optimista con que unos 300.000 peregrinos puedan visitar Santiago este año, siempre que el ritmo de la campaña española de vacunación y la situación sanitaria global sigan mejorando. Espera que muchos acudan buscando consuelo al dolor causado por la pandemia.
“El Camino de Santiago, en este sentido, puede ayudar. Es un ámbito en el que podemos recuperar esa paz interior, esa estabilidad de nuestro espíritu, que sin duda alguna estamos necesitando en medio de todas las dificultades que estamos encontrando ante el dolor, ante los efectos de la pandemia que a veces nos deja sin palabras”, dijo Barrio a The Associated Press.
Daniel Sarto, de 67 años, recorría el camino con tres amigos, buscando relajarse tras meses de estrés al ver como su empresa de ferias comerciales con sede en Barcelona no generaba ingresos.
“Ha sido un año muy muy muy duro. Y psicológicamente es muy triste estar pensando que esto no tira, que esto no va para los empleados que tienes”, dijo Sarto. “Estar aquí es un alivio, sin duda. Mi mujer me decía ‘Tienes que salir de casa’. Tenía que venir”.
Los expertos en salud mental están de acuerdo en que la peregrinación puede ser una cura emocional tanto para los fieles católicos como para el gran número de no católicos que se sienten atraídos a hacerla. El doctor Albert Feliu, psicólogo y profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona, dijo que los resultados preliminares de una encuesta a 100 peregrinos apuntan a una reducción de estrés y la depresión que supera al observado después de unas vacaciones tradicionales.
El sondeo formó parte de un estudio de varios años sobre los beneficios de recorrer el Camino de Santiago realizado por investigaciones clínicos de universidades españolas y brasileñas. Manu Mariño, director del Quietud Mindfulness Center de Santiago, también participa en el estudio. Ha peregrinado 24 veces.
“El Camino de Santiago es un muy buen lugar para ayudarnos a darnos cuenta de que aunque el sufrimiento forma parte de la vida, el sufrimiento depende también de cómo te relaciones con lo que está pasando”, explicó Mariño. “Aprendes a vivir con lo necesario, es decir, todo lo que tienes lo tienes que llevar en tu mochila”.
Vladimir Vala, un licenciado en administración de empresas de 25 años, viajó a España para peregrinar por tres semanas antes de volver a República Checa para casarse. Para él, la pandemia tiene una faceta positiva entre toda la miseria que siente que encaja con la experiencia de caminar, sobre todo solo, día tras día por el campo.
“La gente estaba sola y tuvo que enfrentarse a sí misma (durante los confinamientos). Y creo que el camino trata de enfrentarse a ti mismo en su significado”, dijo Vala tras visitar la catedral “Así que está muy relacionado. Es hermoso y difícil”.
La conclusión de Ferrón es parecida.
“El camino te ayuda a la salud mental porque todo esto puede volver loco a cualquiera, el estar todo el día encerrado, el miedo, la psicosis”, aseguró. “Algunas subidas son muy duras pero al final del día alcanzas tu objetivo y tienes la recompensa de una cerveza fría, que es divina”. AP
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