Naruhito se convirtió el miércoles en el nuevo emperador de Japón tras la abdicación de su padre, con lo que se abre una nueva era bautizada Reiwa («Bella armonía»).
El soberano Akihito concluyó el martes las ceremonias de abdicación tras 30 años de reinado, cediendo en vida el trono del Crisantemo el miércoles a las 00H00 hora local (martes 15H00 GMT), en la primera abdicación en Japón en más de dos siglos.
El país entró así en el año 1 de la nueva era imperial «Reiwa» («bella armonía»), después de tres décadas de era Heisei («logrando la paz»).
El momento es histórico -se decretaron diez días de vacaciones excepcionales- pero el cambio de soberano se llevó a cabo discretamente, tras las puertas cerradas del palacio.
En los alrededores de este sitio protegido del centro de Tokio, donde se reforzó la presencia policial, no se congregó en cambio ninguna multitud para marcar a media noche el advenimiento de Reiwa.
– «Era apacible» –
Solo algunos japoneses se desplazaron a pesar de la lluvia para inmortalizar el cambio de era.
Entre ellos, Miyuki Sakai, de 45 años, viajó especialmente desde Osaka (oeste) con su familia para rendir homenaje a Akihito. «Durante la era Heisei me diplomé, me casé, tuve tres hijas, así que quería darle las gracias al emperador», declaró a la AFP, inclinándose varias veces en señal de gratitud.
Otros se dirigieron hacia la torre Tokyo SkyTree, la más alta de la megalópolis, para asistir a una cuenta atrás.
En los barrios festivos de la capital (Shibuya, Shinjuku), los bares se unieron a la celebración, salpicada de escasos altercados entre nacionalistas y militantes de extrema izquierda.
Desde hace un mes, las tiendas pusieron a la venta objetos conmemorativos especiales y proponen rebajas «Heisei/Reiwa».
Hubo parejas que eligieron casarse en esta noche especial, en la que las cámaras de televisión toman imágenes igualmente de los últimos bebés de Heisei y los primeros de Reiwa.
Luego de una era imperial marcada por numerosas catástrofes naturales, desde el sismo de Kobe en 1995 hasta el tsunami del noreste en marzo de 2011, pasando por el estallido de la burbuja financiera e inmobiliaria, muchos son los que esperan que Reiwa se «más segura, más calmada».
«Que Reiwa sera una era en la que todos puedan vivir felices. Por mi parte, soy empleado y me gustaría que se abra un nuevo periodo en el que disfrutemos mejor de la vida», destacó Takashi Imamura, de 35 años.
Minami Yoshida, una estudiante de 22 años, desea por su parte «una era apacible y alegre».
– «Gratitud» –
El martes por la tarde, Akihito, de 85 años, cerró su reinado en una corta ceremonia de apenas diez minutos en el Salón del Pino (Matsu-no-Ma), considerado el más elegante salón del palacio imperial.
Con un traje chaqué, pronunció un breve discurso: «Expreso desde el fondo de mi corazón mi gratitud al pueblo de Japón que me aceptó como símbolo del Estado y me apoyó», leyó, en alusión a su papel inscrito en la Constitución, en vigor desde 1947 y en la que el emperador dejó de tener un estatuto de semidiós.
En un emotivo momento, tendió la mano a su esposa desde hace 60 años, Michiko, cuando esta descendía de la tribuna, y quedó inmóvil un instante mirando hacia los asistentes, antes de abandonar la sala inclinándose delante de los 300 invitados.
Al contrario que en 1989 (muerte de Hirohito, también llamado emperador Showa), 1926 (muerte del emperador Taisho) o 1912 (muerte del emperador Meiji), el paso de Akihito a Naruhito se desprende de una ley de excepción hecha a medida.
A mediados de 2016 el emperador dijo que quería dejar el trono porque ya no podía ejercer «en cuerpo y alma» debido a su edad y a su estado de salud.
– Generaciones futuras –
La pareja imperial goza de gran respeto en su país por su cercanía a los ciudadanos. La emperatriz Michiko despierta «gran entusiasmo» y él supo ganarse el afecto «por ejemplo estrechando manos», precisa Hideya Kawanishi, profesor de la universidad de Nagoya.
El emperador es alguien que pertenece a las altas esferas pero le siento muy cercano a nosotros, especialmente porque siempre se desplazaba a los lugares de catástrofes naturales para encontrarse directamente con el pueblo», subraya Rikia Iwasaki, un estudiante reunido delante del palacio.
Pasan ahora a ser emperador y emperatriz eméritos y ceden el palacio imperial a Naruhito y a su esposa Masako, de 59 y 55 años respectivamente.
En el muy esperado primer discurso de Naruhito el miércoles, después de su coronación, este debería dejar entrever el carácter que quiere dar a su reinado.
Akihito trabajó para conferir al rol constitucional una esencia de «símbolo de la unidad del pueblo», y Naruhito promete seguir los pasos de su padre. Ha dejado claro que continuará obrando para que las generaciones futuras conozcan los abusos cometidos por Japón durante la guerra y apoyando a las víctimas de catástrofes naturales.