Miles de millones para la economía pero ¿cómo se gastarán? y ¿serán suficientes?

Miles de millones para garantizar créditos a las empresas, aliviar cargas tributarias o sociales o comprar deuda soberana… Es difícil descifrar la avalancha de anuncios de planes de apoyo económicos para hacer frente al coronavirus. Y quizá sean insuficientes.

Directores de empresas, analistas de mercado, economistas son unánimes: todo el mundo busca liquidez. «Asistimos a un movimiento de pánico en el que tanto los mercados como las empresas buscan liquidez a cualquier precio, y venden todo lo que es vendible», dice Agnès Benassy-Quéré, profesora de la escuela de Economía de París.

Para frenar la hemorragia en esta «situación excepcional», «hemos entrado en una guerra de ofertas entre actores políticos públicos, gobiernos y bancos centrales», dice el economista jefe de la compañía de seguros Allianz Ludovic Subran. «En vez de dar palos de ciego, como se le reprochó al inicio al BCE, anuncian lo máximo posible», dice.

De hecho, el Banco Central Europeo (BCE) generó un movimiento de pánico en los mercados al anunciar el 12 de marzo medidas consideradas insuficientes, antes de rectificar el miércoles y sacar la artillería pesada con un dispositivo excepcional: 750.000 millones de euros para compra de deuda pública y privada de aquí a fin de año.

Millones, millones, millones

El objetivo del BCE es incitar a los bancos europeos a mantener o relanzar los créditos a empresas y hogares. En otras palabras, fomentar la liquidez para hacer frente a este periodo en el que sus ingresos son a menudo muy bajos.

En general, las medidas anunciadas por los Estados son de tres tipos. «Hay medidas estrictamente de liquidez liquidez, como el aplazamiento de los impuestos o el desempleo parcial»; «medidas presupuestarias que no serán reembolsadas como el desempleo parcial, el seguro de desempleo, y eventuales reducciones de impuestos». Por último, «están las garantías a los créditos de las PME», desgrana Agnès Benassy-Quéré, que observa que «quizá no se puedan reembolsar todas». Los gobiernos tendrán que asumir los impagos.

¿El orden de magnitud? «Miles de miles de millones en liquidez, centenares de miles de millones de deuda contraída por los Estados para prestar a las empresas, y decenas de miles de millones adicionales» de inversiones en salud o infraestructuras, completa Ludovi Subran.

¿Quién pagará la factura?

Muchos recuerdan en las redes sociales unas declaraciones del presidente francés, Emmanuel Macron, de hace unos meses en las que aseguraba que no había «dinero mágico» para invertir en los hospitales públicos.

«¡Hay una gran diferencia entre hacer un plan de varias decenas de miles de millones que se acota en el tiempo y establecer una línea de gastos recurrentes!», dice Agnès Benassy-Quéré. En su opinión, esta situación lo exige ya que «se parece a lo que ocurre durante una guerra desde el punto de vista monetario y financiero».

Aunque no hay destrucción de los lugares de producción ni de la fuerza productiva, en este tipo de situaciones no hay «otra alternativa que emitir mucha deuda y hacer que los bancos centrales la compren». «El conjunto de los actores van a pagar», sostiene Ludovic Subran, para quien «un sabio mezcla inflación e impuestos» durante algún tiempo una vez que se supere la crisis para compensar estos recursos colosales.

¿Por qué se hunden los mercados?

Pese al rosario de anuncios espectaculares, las bolsas no han parado de desplomarse. «Los mercados están en modo aversión al riesgo porque han integrado que estamos en una recesión y que cualquier seguridad será única en términos de amplitud», explica a la AFP Christopher Dembik, responsable de investigación económica de Saxo Banque.

«Hay que ir más allá del aplazamiento de los impuestos y de las garantías del Estado», estima Dembik, que propone, siguiendo el modelo estadounidense, incentivar la demanda dando dinero a los hogares, «pero en el buen momento, cuando la crisis esté controlada y las empresas vuelvan a abrir». Asimismo, sugiere «una reducción temporal pero muy drástica de la fiscalidad a las empresas».

¿Está amenazada la estabilidad de los mercados?

Todas estas medidas no serán buenas para el equilibrio presupuestario de los Estados, pero después de todo, hasta Alemania está dispuesta a dejar de lado momentáneamente su sacrosanta ortodoxia presupuestaria. Quizá, con excepción de Italia, «no hay en absoluto ninguna preocupación por la deuda soberana» ya que son los bancos centrales los que poseen la deuda de los grandes Estados desarrollados, e impiden el desbocamiento de los mercados, asegura Christopher Dembik.

En cambio, Ludovic Subran está preocupado por la propagación del coronavirus en países cuyos cimientos son menos sólidos, sobre todo en África. «Las medidas internacionales se adoptan sin ningún tipo de coordinación, (lo que) no tiene prácticamente precedentes» y es preocupante para las economías que no se pueden enfrentar a la prueba solas.

Pero ni los países desarrollados no están a salvo de mañanas inciertos: los miles de millones anunciados por la fuerza pública en el sector privado «han redefinido totalmente el rol del Estado en el sentido más amplio», observa el economista de Allianz.

«Es quizá lo mejor en un periodo de navegación a la vista, pero salir de esta situación va a ser de una complejidad sin nombre». Y es que ¿en qué momento se suspenderán los dispositivos que mantienen a las empresas bajo perfusión?

AFP