Los manifestantes iraquíes pro-Irán comenzaban a retirarse este miércoles de las inmediaciones de la embajada de Estados Unidos en Bagdad, que el día anterior fue blanco de un ataque inédito ordenado por la coalición paramilitar del Hashd al Shaabi.
Al considerar que el “mensaje” de los manifestantes había sido “escuchado”, el Hashd convocó a sus combatientes y partidarios a desplazar su sentada fuera de la Zona Verde de Bagdad, donde se encuentra la embajada estadounidense.
Si bien la violencia cesó en Bagdad, la escalada entre Irán y Estados Unidos, enemigos entre sí pero potencias con influencia en Irak, continúa.
El presidente estadounidense Donald Trump amenazó con hacer pagar un “alto precio” a Irán, al que acusa de orquestar el ataque a su embajada. Teherán por su parte convocó al representante de Suiza encargado de los intereses estadounidenses en la República Islámica.
Los manifestantes comenzaron de inmediato a desmontar las tiendas que habían instalado el día anterior para llevar a cabo una sentada que prometían que sería ilimitada, constató un fotógrafo de la AFP.
Después de haber intentado mantener la sentada, las brigadas del Hezbolá, facción del Hashd que el domingo fue blanco de bombardeos estadounidenses en los que murieron 25 combatientes, decidió finalmente levantar el campamento.
“Hemos cosechado un gran éxito: hemos llegado hasta la embajada estadounidense algo que nadie había hecho antes” y ahora “la pelota está en el campo del Parlamento”, afirmó a la AFP su portavoz Ahmed Mohiedin.
Tras la demostración de fuerza del Hashd, que hizo resurgir para Estados Unidos el fantasma de dos episodios traumáticos en sus embajadas, en Teherán en 1979 y en Bengasi, Libia, en 2012, los responsables pro-Irán intentan reunir firmas en el Parlamento para denunciar el acuerdo de cooperación irako-estadounidense, por el que hay 5.200 soldados de Estados Unidos en suelo iraquí.
“Hemos perdido toda autoridad”
El Hasdh al Shaabi, integrado a las fuerzas regulares tras luchar junto al poder contras los yihadistas, ganó en influencia con la ayuda de su aliado iraní, que ha tomado ventaja en Irak en detrimento de Estados Unidos.
El martes, miles de sus partidarios, combatientes y altos comandantes desfilaron en la Zona Verde para protestar contra los bombardeos estadounidenses del domingo en el oeste de Irak.
Manifestantes destrozaron ventanas y las instalaciones de seguridad de la embajada estadounidense.
En ningún momento las fuerzas iraquíes que vigilan la entrada a la Zona Verde se interpusieron. En las puertas de la cancillería, intentaron detener en vano la violencia.
“No tenemos ninguna orden, hemos perdido toda autoridad” frente al Hashd, declaró el miércoles a la AFP un miembro de las fuerzas especiales iraquíes.
El lanzamiento de piedras y de cócteles Molotov cesaron por la tarde, después de que la temida seguridad del Hashd se interpusiera entre la cancillería y los manifestantes. El despliegue de las unidades de élite iraquíes de contraterrorismo no lograron detener la violencia.
El miércoles por la mañana, las fuerzas de seguridad estadounidenses de la embajada habían disparado brevemente granadas lacrimógenas para dispersar a la multitud.
Los proiraníes lograron izar una inmensa pancarta con el lema “Dirección del Hashd al Shaabi” en lo alto de la entrada principal del edificio. Y las entradas del edificio están ahora cubiertas de banderas blancas del Hashd y amarillas de las brigadas del Hezbolá.
“Belicismo”
El ataque contra la sede diplomática, los bombardeos de Washington y los cohetes que les precedieron hacen temer que la hostilidad irano-estadounidense se transforme en un conflicto abierto en Irak, país aliado tanto de Estados Unidos como de Irán.
Teherán convocó al encargado de relaciones suizo para protestar contra el “belicismo” estadounidense, y el guía supremo Alí Jamenei condenó la “maldad” de Estados Unidos.
Si bien Trump aseguró que no esperaba una guerra con Irán, Washington desplegó 750 soldados más en Medio Oriente, “muy probablemente” para que sean enviados después a Irak, según un responsable estadounidense.
Desde su retirada en Irak en 2011 tras ocho años de ocupación, Washington ha perdido ampliamente su influencia en ese país, y el sistema que habían instalado se encuentra actualmente controlado por Teherán.
Los grafitis pintados en las paredes de la embajada dan cuenta de ello: “No a Estados Unidos” y “Soleimani es mi líder”, en referencia al poderoso general iraní Qasem Soleimani, que preside las negociaciones para formar el futuro gobierno en Irak.
El país está sacudido desde el 1 de octubre por una revuelta contra los gobernantes, acusados de corrupción e incompetencia, y contra la influencia de Irán.
Los últimos eventos parecen haber eclipsado este movimiento sin precedentes, pero los manifestantes dicen estar decididos a continuar.
AFP