Personal hospitalario y familiares de pacientes con COVID-19 se apuraron para llevar a las instalaciones las botellas de oxígeno recién llegadas a la mayor cuidad de la Amazonía brasileña, mientras los médicos elegían qué pacientes respirarán ante la escasez de suministros y en plena campaña para trasladar a algunos de ellos a otros estados.
Bajo la intensa lluvia que caía el jueves en Manaos, Rafael Pereira llevaba un pequeño tanque con cinco metros cúbicos de oxígeno para su suegra, ingresada en el hospital 28 de Agosto. Dijo que no quería ser entrevistado porque estaba estresado, pero pareció aliviado cuando el tanque, que dijo que le ayudarían a respirar por dos horas, más, fue llevado adentro.
Los trabajadores del hospital universitario Getúlio Vargas llevaron las botellas vacías a su proveedor de oxígeno con la esperanza de poder recuperar alguno. Normalmente, la empresa recoge los cilindros vacíos y deja otros llenos.
Pacientes desesperados en hospitales desbordados esperaban que llegara el oxígeno a tiempo, aunque para algunos ya fuese muy tarde. En al menos uno de los cementerios de Manaos, una ciudad de 2,2 millones de habitantes, una fila de afligidos familiares esperaba para entrar y enterrar a sus seres queridos. Artistas, clubes de fútbol y políticos brasileños aprovecharon su popularidad para pedir ayuda.
El ministro de Salud del país, Eduardo Pazuello, dijo el jueves que un segundo avión con suministros médicos, incluyendo oxígeno, llegará el viernes, y otros cuatro más tarde. El proveedor de oxígeno del gobierno local, la multinacional White Martins, explicó en un comunicado que estaba considerando desviar parte de su suministro a la vecina Venezuela. No estuvo claro de inmediato si esto sería suficiente para solventar la creciente crisis.
“Sí, hay un colapso del sistema de salud en Manaos. La fila para una cama está aumentando mucho, tenemos 480 personas esperando ahora”, señaló Pazuello en una transmisión en redes sociales. “Estamos empezando a sacar a los pacientes (con afecciones) menos graves para reducir el impacto”.
Los hospitales de Manaos admitieron pocos nuevos pacientes con COVID-19 el jueves, lo que sugiere que muchos pasarán la enfermedad en sus casas, y algunos podrían morir allí.
La crisis llevó al gobierno estatal de Amazonas a decir que trasladará a 235 pacientes que necesitan oxígeno pero no están en cuidados intensivos a otros cinco estados y a la capital federal, Brasilia.
“Quiero agradecer a los gobernadores que nos están dando la mano en un gesto humano”, señaló Wilson Lima, gobernador de la región, en una conferencia de prensa el jueves.
“Todo el mundo nos mira cuando hay un problema en los pulmones de la Tierra”, comentó, mencionando la habitual descripción de la selva de la Amazonía. “Ahora estamos pidiendo ayuda. Nuestra gente necesita este oxígeno”.
Gobernadores y alcaldes de todo el país ofrecieron su ayuda en medio de la avalancha de videos con la que los angustiados familiares de pacientes con COVID-19 en Manaos pedían en redes sociales que la gente les comprase oxígeno.
La fiscalía federal, por su parte, pidió a un juez que presione al gobierno del presidente Jair Bolsonaro para que aumente su ayuda. Más tarde, la fiscalía señaló que el principal avión de la Fuerza Aérea en la región para transporte de oxígeno “necesita reparación, lo que detuvo la llegada”.
En un comunicado enviado por correo electrónico a The Associated Press, la Fuerza Aérea explicó que dispuso dos aviones para trasladar pacientes a partir del viernes. El Ministerio de Salud no respondió a una petición de comentarios sobre ese operativo.
La embajada de Estados Unidos en Brasilia confirmó que recibió una petición del gobierno federal para respaldar la iniciativa, pero no dio más detalles.
Las autoridades de Manaos pidieron recientemente al ejecutivo de Bolsonaro que incremente sus reservas de oxígeno del estado. La cifra de muertes del estado a 14 días se está acercando al pico de la primera ola de la epidemia el año pasado, según datos oficiales.
En aquel momento, Manaos consumió un máximo de 30.000 metros cúbicos (aproximadamente 1 millón de pies cúbicos) de oxígeno por día, pero necesidad se ha más que duplicado ahora hasta alcanzar casi 70.000 metros cúbicos, señaló White Martins.
“Debido al fuerte impacto de la pandemia del COVID-19, el consumo de oxígeno en la ciudad aumentó de manera exponencial en los últimos días en comparación con un volumen que ya era sumamente alto”, dijo la empresa en un comunicado enviado por email a la AP. “La demanda es mucho más alta que cualquier cosa predecible y… sigue creciendo significativamente”.
La remota ubicación de Manaos supone desafíos logísticos, lo que requiere que los suministros adicionales sean transportados por barco y avión, agregó.
El gobernador ordenó además nuevas restricciones como la suspensión del transporte público y un toque de queda entre las 19:00 y las 06:00.
Las medidas desafiaron a los manifestantes que el jueves salieron a la calle con banderas de Brasil. Lima, que en su día fue considerado un aliado de Bolsonaro, recibió críticas de los partidarios del dirigente conservador por imponer nuevas restricciones para frenar la última ola de contagios.
Bolsonaro ha minimizado los riesgos de la enfermedad, señalando que las consecuencias económicas de la pandemia matarán a más gente que el virus. Su hijo Eduardo, un legislador que preside el Comité de Relaciones Internacionales en la cámara baja, fue uno de los conservadores que en diciembre incitaron a sus seguidores a desobedecer las normas de distanciamiento social y de quedarse en casa.
El Parque de las Tribus, una comunidad de más de 2.500 indígenas a las afueras de Manaos, estuvo más de dos meses sin registrar casos de coronavirus. La semana pasada, 29 dieron positivo al virus, explicó Vanda Ortega, una enfermera voluntaria en la comunidad. Dos acudieron a urgencias, pero ninguno requirió hospitalización.
“Estamos realmente muy preocupados”, afirmó Ortega, que pertenece a la etnia witoto. “Hay un caos aquí en Manaos. No hay oxígeno para nadie”.