Numerosos kurdos de Irak empezaron a boicotear los productos turcos en solidaridad con los kurdos de Siria, amenazados por una ofensiva de Ankara con apoyo de grupos sirios.
Cada año, Irak importa bienes turcos por valor de 8.000 millones de dólares, desde frutas y cubos de plásticos hasta yogures y productos cosméticos, que llegan al país a través del Kurdistán, una región autónoma.
Pero desde que el 9 de octubre Turquía lanzó una operación militar en el norte de Siria, más de 12.000 kurdos tuvieron que salir de esa zona para refugiarse en campos del Kurdistán iraquí, dejando tras de sí decenas de muertos.
«No podemos ir al frente a combatir a los turcos con armas, así que nuestra arma es el boicot de los productos turcos», explica a la AFP Hamid Banye, un famoso cantante kurdo iraquí que lanzó esta campaña junto a otras personas.
Convencido, Hogir Ali, de 31 años y padre de tres hijos, ya ha roto con la tradición familiar. En su casa, siempre se comían dulces turcos con el té, pero ahora analiza con lupa los códigos de barras de todo lo que compra en el supermercado.
«No apoyaré más, de ninguna manera, la economía turca porque Turquía no cree en los derechos de los kurdos, ni tan solo en su existencia», sostiene, optando finalmente por comprar un paquete de galletas procedente de España.
Irán sale ganando
Zana Ahmed, de 28 años, afirma que desde siempre ha vendido productos de maquillaje de Turquía. Pero «tras la ofensiva turca, buscamos alternativas», asegura a la AFP este vendedor de Suleimaniya, en el noreste de Irak.
La noticia ya llegó al otro lado de la frontera. La campaña de boicot obtuvo el apoyo de las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), que instauraron una región seimautónoma kurda en el noreste de Siria, un país en guerra desde 2011.
«Cada céntimo gastado en comprar productos turcos o alimentar el turismo se transforma en balas y bombas que matan a nuestros hijos en el noreste sirio», lanzó hace poco Mustafa Bali, un portavoz de las fuerzas kurdas.
En el plano político, el Partido Democrático del Kurdistán (PDK), que gobierna en Erbil, tiene fuertes lazos económicos con Ankara, mientras que su rival, la Unión Patriótica del Kurdistán (UPK), que tiene en Suleimaniya su feudo, se opone a Turquía.
En el Kurdistán iraquí, autónomo, que comparte 350 km de frontera con Turquía (al norte) y 500 km con Irán (al este), la gran mayoría de productos del mercado vienen de esos dos países.
Las pérdidas turcas ya empezaron a convertirse en ganancias para Irán, asegura Karwan Jamal, un conductor de una compañía de transportes, de 45 años.
Recientemente, Jamal descubrió que la solidaridad tenía un precio. La última vez que tuvo que comprar aceite de cocina, optó por una marca iraní en lugar de una turca.
«Pagué 10.500 dinares iraquíes por la botella, mientras que la botella turca estaba a 6.000 dinares», una diferencia de unos 3,50 euros, cuenta a la AFP.
Cada día, Sirwan Mohamed recibe en la Cámara de Comercio de Suleimaniya a empresarios preocupados.
«Creo que esta campaña tendrá un impacto negativo en las empresas turcas locales que importan desde Turquía», explica a la AFP.
«Pero los consumidores no se verán afectados, porque en el mercado también hay productos del Golfo, de Irán y de Europa, además de los del Kurdistán y del resto de Irak», añade.
Pero, sobre todo, Sirwan Mohamed espera la campaña tenga un impacto, no solo en el bolsillo sino «en las conciencias».