Richard Glossip iba a ser ejecutado en Oklahoma, Estados Unidos, pero la gobernadora lo evitó a último momento, tras el pedido del Sumo Pontífice. La suculenta comida que le concedieron en la cárcel
Una norma muy difundida en Estados Unidos es dar a los condenados a muerte la posibilidad de elegir su última cena, 24 horas antes de que se concrete la ejecución. Pueden pedir lo que se les ocurra y el Estado se los tiene que conceder.
El martes a la noche, Richard Glossip sabía que iba a morir al día siguiente. Así que quiso darse un festín: pidió cuatro comidas distintas, que sumaban unas 5.000 calorías.
Lo primero que comió fue una pizza mediana de doble queso y doble panceta, de Pizza Hut. Después, dos fish n’ chips (pescado y papas fritas), de Long John Silvers. Y para terminar, un combo Baconator de la casa de hamburguesas Wendy’s. Todo, acompañado por un batido de frutilla del último lugar.
Minutos después de terminar su comida, llegó la orden de la gobernadora Mary Fallin que suspendió la pena. La postergó por 37 días, porque persisten dudas sobre uno de los productos utilizados en la inyección letal.
En un comunicado, argumentó que el estado necesita tiempo para abordar cuestiones sobre el uso de acetato de potasio y garantizar que «se está cumpliendo totalmente con los protocolos aprobados por los tribunales federales».
Aunque la gobernadora dice haberse basado en el método para aplicar la pena capital, se supo que el papa Francisco había enviado una carta para pedir, justamente, que se suspendiera la ejecución.
Glossip fue arrestado en 1997 por su conexión con el asesinato de Barry Van Treese, un hombre que fue golpeado hasta morir en un motel de Oklahoma del que era dueño. Justin Sneed confesó haber asesinado al hombre pero señaló que había actuado bajo órdenes de Glossip, encargado de reparar averías en el hotel. Sneed fue condenado a cadena perpetua sin derecho a libertad condicional y Glossip fue sentenciado a muerte.
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