La pandemia de Covid-19 amenaza con colapsar el sistema funerario de Roma

Cementerio Verano Roma

Familiares de difuntos y trabajadores funerarios señalan que el precario sistema romano está generando complejos retrasos para los sepelios y las cremaciones. No se trata de un problema nuevo, sino uno que ha ido creciendo como una bola de nieve, explican, exacerbado por la pandemia de Covid-19.

“Una tragedia en la tragedia”, dice con un hilo de voz un amigo de Fabio, un guitarrista romano de 41 años. Aquejado por un mortífero cáncer, Fabio conmovió con su prematura muerte el pasado martes y, como muchos lo querían por su carácter y su modo de ser, la participación en su funeral fue nutrida.

Pero también hubo un doble dolor. A causa de las disfunciones del sistema funerario acrecentadas por la pandemia, los restos mortales de Fabio no fueron ubicados en un cementerio de Roma, la ciudad en la que vivió y pasó los últimos días de su vida. Los trasladaron a la región de Las Marcas, a más de 200 kilómetros de distancia.

Y no es un caso único.

Parientes y gestores de funerarias que operan en la capital de Italia han señalado en estos días que la pandemia ha tensado un sistema que ya antes funcionaba precariamente y que ahora está provocando graves retrasos para los entierros e incineraciones de las personas que mueren en Roma.

Los datos hablan. De acuerdo con la empresa pública AMA, que maneja los cementerios en Roma, desde octubre de 2020 hasta marzo de 2021 el número de muertos aumentó un 30 por ciento, el equivalente a 4.763 fallecidos más que en el mismo período los años anteriores. En los primeros ocho días de abril, la tendencia ha continuado: murieron 79 personas más que el año pasado, según AMA.

Sin embargo, lo llamativo es que la situación no se produce, como pasó en otras urbes europeas como Madrid o Londres, en los albores de la crisis sanitaria que primero golpeó a Europa el año pasado. Ni tampoco se trata de una situación que, en estos momentos, enfrentan otras ciudades italianas, algunas de las cuales tienen (y han tenido) una tasa de incidencia mucho más alta que la de la capital de Italia.

La explicación, según las empresas de servicios funerarios, es que la pandemia ha sacado a luz las deficiencias y limitaciones de la burocracia romana que, además de carecer de personal y mantener una parte en trabajo a distancia, exige múltiples y complicados trámites para autorizar la incineración y el entierro de un difunto.

No tenemos respuestas ni señales de voluntad para resolver un problema que es una vergüenza para Roma
Giovanni Cacioli, secretario nacional de la Federación Italiana de Directores de Funerarias (Federcofti), se ha quejado de que algunos trámites aún se hacen “escribiendo a mano” y que, en el caso de las incineraciones, el permiso puede tardar un promedio de entre 35 y 40 días.

“Son meses que le pedimos al ayuntamiento de Roma y a AMA de encontrar urgentemente soluciones adecuadas (…) pero hasta la fecha no tenemos respuestas ni señales de voluntad para resolver un problema que es una vergüenza para Roma”, escribió este mes Cacioli, en una nota también firmada por Alessandro Bosi, responsable de Federación Nacional de las Funerarias Italianas (Feniof).

El pasado viernes, Federcofti y Feniof convocaron una protesta delante de la Boca de la Verdad, uno de los lugares más simbólicos de la capital italiana, para dar visibilidad al problema y exigir una solución.

“Perdónenos, pero no nos dejan enterrar a sus seres queridos”, escribieron en decenas de pancartas, que llamaron la atención de paseantes y periodistas.

La gota que terminó por desbordar el vaso llegó el lunes de la pasada semana cuando se supo que las incineraciones de muertos nuevos quedaban temporalmente suspendidas por la acumulación de unos 2.000 féretros a la espera de pasar por el crematorio o ser enterrados, como primero informó el diario ‘Il Tempo’.

«El ayuntamiento de Roma no ha hecho nada para gestionar las secuelas del Covid-19»

No obstante, el problema burocrático no es lo único que está en el origen de la actual situación, según los agentes funerarios. También se ha denunciado escasez de hornos crematorios en el cementerio más grande de la ciudad, Prima Porta.

Otros, como Alessandro Bonfigli, responsable de Transportes del sindicato UIL, han alarmado sobre la posibilidad de que el cementerio de Prima Porta podría no tener más espacios libres en junio próximo a causa de retrasos en la habilitación de una nueva área. “En junio habrá un caos inimaginable”, alarmó Bonfigli.

El problema no es nuevo. Más bien, ha ido creciendo.

Ya en diciembre pasado, Natale Di Cola, secretario del sindicato CGIL de Roma, señaló la presencia de unos 2.000 ataúdes desde hace meses en espera de encontrar un destino. “Es una situación que denunciamos desde hace meses y que con la pandemia está explotando”, decía ya entonces el sindicalista.

La denuncia de Di Cola llegó después de que incluso los restos mortales de un actor muy popular en Italia, Gigi Proietti, quedaran durante días a la espera de ser incinerados a causa de la crisis, tal como señaló la prensa local.

El resultado es que algunos ya han empezado a trasladar a sus muertos a otras ciudades del país, como ha sido el caso de Fabio, una opción que, sin embargo, no todos quieren o pueden permitirse por los mayores costos (de varios miles de euros) que implica.

En estos casos, la única opción es -de momento- seguir esperando.

La situación, sin embargo, también se ha convertido en un caso político que opositores de la actual alcaldesa de Roma, Virginia Raggi, han usado para criticar la gestión de la política, miembro del decaído Movimiento 5 Estrellas.

“Lo cierto es que el ayuntamiento de Roma no ha hecho nada para gestionar las secuelas del Covid-19. Nada para los transportes, las escuelas infantiles, la crisis económica e incluso los cementerios”, comentó Carlo Calenda, exministro de Desarrollo Económico, líder del centrista Azione (Acción), y candidato a alcalde en las próximas elecciones municipales de Roma.

Con ello, la situación ha empezado a provocar desesperación en parientes y amigos de los fallecidos. La semana pasada, uno de ellos pagó un gigantesco cartel de denuncia que apareció en varias partes de la ciudad. Otra mujer, madre de un chico fallecido con 17 años por una grave distrofia muscular, denunció no haber tenido respuesta de AMA sobre dónde estarían los restos de su hijo. AFP

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