Crece la presión contra la Iglesia católica de Alemania después de que se conociera un escándalo de abusos por parte de sacerdotes católicos de unas proporciones enormes, que se dio a conocer en un estudio escalofriante que probablemente sea solo «la punta del iceberg» . El informe presentado este martes en la ciudad de Fulda fue revelado hace unas semanas por medios alemanes, y en él se documentan 3.677 casos de abusos sexuales, cometidos por 1.670 religiosos desde 1946 hasta 2014 y en su mayoría a menores de 13 años.
El presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, Reinhard Marx, admitió en rueda de prensa su «vergüenza» por haber «ignorado durante años» a las víctimas de la pederastia en su seno y pidió que los autores de tales abusos sean «debidamente castigados». «Durante años miramos hacia otro lado», admitió Marx, quien también es cardenal de Múnich.
El coordinador del estudio, Harald Dressing, profesor del Instituto Central para la Salud Espiritual de la Universidad de Mannheim, se mostró consternado por la enorme envergadura del caso. Según él, la Iglesia católica alemana debe emprender profundas reformas y cambiar estructuras para evitar nuevos casos en el futuro, y agregó que los abusos sexuales en la Iglesia católica «no son un fenómeno histórico que se cerró en el pasado».
Para numerosos representantes de la Iglesia católica y de la política alemana, este escándalo ha servido como detonante para exigir unos cambios que piden desde hace tiempo. Se habla la abolición del celibato y cambios en las estructuras clericales de poder, en el rol de las mujeres y el acto de confesión. También exigen que se reformule el concepto que impera en el seno de la Iglesia sobre la sexualidad, y más concretamente sobre la homosexualidad.
Dressing admitió dificultades a la hora de investigar el número exacto de clérigos involucrados en los abusos, pues los 1.670 de los que se habla en el informe son solo la «estimación más baja» para una cantidad de perpetradores, como se puede deducir de estos archivos. Se trata de la «punta de un iceberg cuyo tamaño real no conocemos». La denuncia de Dressing fue dirigida sobre todo a la pobre reacción de la institución una vez se conocieron estos casos. «La conclusión es que la reacción de la Iglesia fue inadecuada. La protección de la institución y de los sacerdotes tuvo prioridad frente a las víctimas», denunció.
El informe apunta que casi todas las víctimas eran menores de 13 años y en su mayoría varones. También indicó que los abusos sexuales, que duraban de media entre 15 y 20 meses, eran normalmente llevados a cabo por sacerdotes que mantenían algún tipo de vínculo religioso con las víctimas. En uno de cada seis casos hubo penetración anal, vaginal u oral, según el estudio.
La Conferencia Episcopal alemana encargó este estudio a las Universidades a raíz del escándalo de los abusos sexuales que sacudió a la Iglesia católica alemana en 2010, lo que generó una crisis de credibilidad para el catolicismo alemán. La Iglesia ofreció en 2011 pagar 5.000 euros a cada víctima como indemnización, lo que generó gran controversia. Hoy, la asociación de víctimas tachó el estudio de superficial. Su portavoz Matthias Katsch, criticó que el estudio no dé los nombres de los autores de los abusos o de las personas que los ampararon.
Por su parte, el cardenal Reinhard Marx pidió de nuevo perdón a las víctimas «por todos los fallos y por todo el dolor ocasionado», dijo ante la prensa, y «por los que miraron hacia otro lado por no tomarse en serio lo que sucedía y no preocuparse por las víctimas». «No hemos escuchado a las víctimas y eso pasa factura. Mucha gente ya no cree en nosotros. Y lo entiendo», concluyó Marx, que anunció que habrá asesorías a los obispos sobre el tema. En Alemania, la Iglesia católica es, junto con la evangélica, la principal confesión, con unos 24 millones de creyentes cada una.