Con la renuncia de Ron DeSantis a su precandidatura a la Presidencia de Estados Unidos, los republicanos concentran ahora sus esperanzas de volver a la Casa Blanca en dos nombres que representan direcciones opuestas dentro del conservadurismo: Donald Trump y Nikki Haley. Solo una semana después del comienzo de las primarias para escoger al candidato presidencial del partido, tres de los aspirantes han tirado la toalla, dejando a Haley como la única rival de Trump con posibilidades.
«Solo quedamos un hombre y una mujer». Esa fue la declaración de la exembajadora estadounidense ante la ONU y precandidata presidencial republicana Nikki Haley tras la renuncia de Ron DeSantis a su aspiración a la Casa Blanca, este domingo 21 de enero.
Aunque la lista de precandidatos presidenciales comenzó con más de 10 personas postuladas, la dura contienda política en el seno republicano ha ido barriendo con aquellos que, aunque tenían la aspiración, no obtuvieron los apoyos necesarios dentro de la estructura partidista o el voto popular y tuvieron que abandonar la carrera.
La última salida de la férrea competencia republicana fue la del gobernador de Florida, Ron DeSantis, quien decidió desistir a la candidatura presidencial y, de paso, expresar todo su apoyo al favorito en las encuestas, el expresidente Donald Trump. Todo esto apenas dos días antes de las elecciones primarias en el estado de New Hampshire, una prueba de fuego para los dos contendientes que siguen en pie.
Aunque Ryan Binkley, pastor y empresario, técnicamente sigue en la lucha por la candidatura republicana, no cuenta con los apoyos suficientes para representar una opción realista para el conservadurismo. No llegó ni a clasificarse para los debates entre precandidatos (para participar se requiere un número específico de donantes, resultados de encuestas y el compromiso de apoyo al futuro candidato del partido).
Donald Trump, el favorito
Con la salida de DeSantis, solo quedan los que ocuparon el primer (Trump) y el tercer lugar (Haley) en el caucus o asamblea electoral de Iowa, del pasado 15 de enero.
Por un lado, está el presidente número 45 de Estados Unidos, Donald Trump. Controversial por su discurso conservador y los múltiples casos judiciales abiertos en su contra, algunos de ellos por su papel en el inédito ataque al Capitolio en enero de 2021, tras perder la reelección ante Joe Biden. Sin embargo, el también magnate neoyorquino lidera las encuestas internas del Partido Republicano, llegando a casi un 70% de aprobación entre los votantes, según el compilado histórico de sondeos del medio ABC News.
Tras un primer periodo presidencial en el que no faltaron las polémicas (2017-2021), Trump promete endurecer las políticas migratorias, implementando fondos para continuar con la construcción del muro en la frontera sur y amenazando con tomar una postura más hostil con México si no se logra detener el tráfico de fentanilo hacia territorio estadounidense.
Ganador del caucus de Iowa con un resultado aplastante de cerca del 50% de los votos, Trump buscará su segundo mandato en la Casa Blanca a los 77 años.
Precisamente, la edad ha sido uno de los focos de críticas más grandes en los últimos días para el expresidente, en especial de su ahora única rival, Nikki Haley, quien ha cuestionado si Trump todavía tiene la capacidad para afrontar el reto de ser el líder del país más poderoso del mundo.
Nikki Haley, la contendiente
Tras la renuncia de DeSantis, que había quedado segundo en el caucus de Iowa con un 21% -30 puntos por debajo de Trump-, la única oposición real a la candidatura del exmandatario es Nikki Haley. Exgobernadora de Carolina del Sur y exembajadora estadounidense en la ONU, precisamente durante el mandato de Trump, Haley ahora desafía a un viejo aliado político para aspirar a la Casa Blanca.
Con una campaña pragmática que defiende el «volver a la normalidad» política, Haley, de 52 años, buscará ganarse la confianza de los conservadores moderados, indecisos o que no encajen con el programa propuesto por Donald Trump, además de convencer a aquellos más radicales de que el magnate neoyorquino no es una buena opción para manejar el rumbo del país.
Durante un acto de campaña en New Hampshire, la segunda parada de la contienda republicana, la exembajadora reconoció el domingo la renuncia de DeSantis y resaltó que la candidatura presidencial del partido queda ahora entre «un hombre y una mujer».
«Por ahora, los dejo con esto: Que gane la mejor», sentenció Haley.»
Tachada como «globalista» por el equipo de campaña de Trump, Nikki Haley buscará materializar una sorpresa histórica dentro del Partido Republicano, ya que parte con un 12% de aprobación entre los votantes republicanos, según encuestas de Reuters.
Con el posible apoyo de los votantes decepcionados de DeSantis y toda el ala republicana antiTrump, Haley tendrá que obtener un buen resultado en New Hampshire, este 23 de enero, para asestar un golpe de autoridad y afianzarse como una seria competidora a la candidatura de Trump, que con los números actuales, parece inevitable.
Con información de AP, EFE y Reuters