Gritos y empujones: Caliente debate en Diputados por el juicio político a Dilma Rousseff

En medio de la última sesión en la cámara baja para decidir si el proceso contra la presidente de Brasil llega al Senado, se vivió un momento de tensión entre los legisladores de los diferentes bloques

El proceso de juicio político a la presidenta Dilma Rousseff se acercaba a una votación decisiva el domingo en medio de gritos y empujones entre los legisladores que están en contra y a favor de la medida.

Afuera, miles de manifestantes de ambas posiciones marchaban.

Eduardo Cunha, presidente de la cámara de Diputados y quien dirige las gestiones para destituir a la mandataria, pidió «silencio» y respeto.

La sesión extraordinaria es la conclusión de meses de pugnas, en que los dos bancos intercambiaban acusaciones de «golpistas» y «ladrones».

Legisladores brasileños se empujaron y gritaron en medio de la sesión por el juicio político a Dilma Rousseff

Las emociones han sido intensas desde que el proceso comenzó el viernes en la Cámara de Diputados con sesiones ruidosas y desordenadas. Frente a la legislatura en Brasilia manifestantes de uno y otro bando marchaban. Las autoridades erigieron una muralla de más de un kilómetro de largo para mantener apartados a los dos bandos.

Si 342 de los 513 miembros de la cámara baja votan a favor del juicio político, el proceso de remite al Senado, donde otra votación podría suspender a Rousseff y entregarle el cargo al vicepresidente Michel Temer, a quien Rousseff acusa de ser parte de una conspiración en su contra.

Si los legisladores votan en contra de destituirla, las gestiones para separarla del cargoquedarían canceladas. Cualquier proceso subsiguiente tendría que comenzar desde cero.

Los diarios han estado actualizando sus cálculos sobre los votos a favor y en contra casi a cada hora. Debido a que hay unas dos docenas de legisladores indecisos, el resultado parece impredecible.

La presidenta de Brasil afronta el juicio político por las acusaciones de que incumplió las normas fiscales. Sus detractores describen una contabilidad de prestidigitadora que pretendía frenar un descenso de popularidad de su gobierno, en medio de una economía en crisis y con un escándalo de corrupción tan grande que ha golpeado a figuras políticas de todo el espectro político, así como a algunos de los empresarios más ricos del país.

Rousseff niega cualquier mala práctica y afirma que presidentes anteriores han utilizado técnicas de contabilidad similares. Las acusaciones, afirma, forman parte de un «golpe» liderado por la elite tradicional de Brasil para arrebatar el poder al izquierdista Partido de los Trabajadores, que ha gobernado el país durante los últimos 13 años.

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