Estudios de opinión revelan que 83% de los peruanos están a favor de adelantar las elecciones

La gran mayoría de los ciudadanos en el país cree que lo más conveniente es que haya elecciones generales, para escoger nuevo Gobierno y Congreso, antes del año 2026, según muestra la última encuesta de representación nacional del Instituto de Estudios Peruanos (IEP), investigación realizada en alianza con el diario La República.

El estudio consultó a la población del viernes 9 al miércoles 14 de diciembre recientes y tiene márgenes de error de 2,8 puntos por encima y debajo de cada resultado en su representación de la situación nacional.

Aproximadamente, 83% de los peruanos cree que lo más conveniente para el país es que haya elecciones generales antes del 2026, cuando se cumple el quinquenio del actual mandato. Esto es cuatro quintas partes de la nación o cuatro de cada cinco peruanos, grosso modo.

Apenas un 13% de los ciudadanos considera que conviene más que Dina Boluarte se mantenga como presidenta de la república hasta el año 2026. Esto equivale a uno de cada diez habitantes del país, en general.

Un 71% de los connacionales está en desacuerdo con que Boluarte haya asumido la presidencia de la república. Es decir, más de dos tercios del país, siete de cada diez peruanos, en general, están disconformes con la ascensión de la actual mandataria, otrora vicepresidenta.

En cambio, un 27% de la ciudadanía está de acuerdo con que Boluarte haya aceptado y llegado al cargo de presidenta. Esto es algo menos de un tercio del país, cerca de una cuarta parte de la población nacional.

Algo menos de la mitad de los peruanos, un 46% en el sondeo, cree que, ahora que Boluarte es la jefa del Estado, la situación política empeorará.

Un 29% del país piensa que esta coyuntura seguirá igual con la nueva gobernante.

Solo un 17% de la población cree que mejorará la situación política con Boluarte en el mando.

Un 42% de los peruanos piensa que el desempeño de Pedro Castillo como jefe del Estado fue malo o muy malo.

Un 26% estima que se desempeñó de modo bueno o muy bueno.

Para un 29%, el desempeño que tuvo no fue bueno ni malo.

Un 53% de la ciudadanía, poco más de la mitad del Perú, desaprueba que Castillo haya intentado disolver el Congreso.

Sin embargo, un 44%, algo menos de la mitad de la nación, aprueba esa intentona de Castillo contra el Parlamento.

Un 71% del país participaría en una marcha o protesta a favor del adelanto de elecciones, un 40% lo haría por Castillo, un 15% en respaldo al Congreso y solo un 11% a favor de Boluarte.

La realidad que nos cuesta ver y la salida que no encontramos

Análisis por Patricia Zárate, jefa de Estudios de Opinión del IEP

Para quienes nos consideramos demócratas es duro ver cómo desde diferentes lugares y posiciones políticas se jalonea la democracia. Gracias al Barómetro de las Américas hemos seguido, a lo largo de los años, la evolución de diferentes indicadores de respeto al sistema político, apoyo a la democracia y justificación de salidas autoritarias. Uno de los datos más preocupantes es que desde el año 2012 la satisfacción con la forma en que funciona la democracia en Perú ha venido disminuyendo. Sin embargo, la justificación de cierre del Congreso (autogolpe) o de golpes militares no se ha incrementado.

Las cifras que trae la última encuesta del IEP nos muestran una sociedad desencantada, lejos del conocimiento de salidas institucionales, pero también muy clara y enfática con respecto a su posición frente al Poder Legislativo. No solo es la institución que cuenta con la menor aprobación entre varias otras, sino que muy pocas personas (15%) participarían en marchas o protestas para defenderla.

Así como en el año 2021 la derecha destacó por su falta de compromiso democrático con el no reconocimiento de los resultados electorales, en este momento, grupos de izquierda –que no solo no criticaron los despropósitos del gobierno de Castillo– ahora se embarcan en la defensa del autogolpe y buscan imponer una de sus principales obsesiones, la asamblea constituyente. Y en el medio la ciudadanía que no necesariamente se moviliza, pero tampoco se ubica cerca de estos sectores, ve cómo la vida importa poco para el gobierno y para ciertos grupos políticos.