Las imágenes de una «invasión» de saltamontes en Las Vegas le dieron la vuelta al mundo.
Los insectos se vieron atraídos por el brillo de la luz de la ciudad y causaron muchas molestias a finales de julio.
Al mismo tiempo, una nube de insectos menos mediática pero más preocupante golpeó a Yemen, un país devastado por el hambre y la guerra civil.
Eran langostas, cuyo apetito puede causar daños considerables a los cultivos en más de 60 países, principalmente en África, Oriente Medio y Asia Central.
Estos eventos podrían volverse más frecuentes: los expertos temen que el cambio climático haga que los insectos actúen de una manera más destructiva e impredecible.
Enjambres hambrientos
Ya existe evidencia de que el aumento de la temperatura global tendrá un efecto directo sobre el metabolismo de los insectos.
Un estudio de 2018 realizado por científicos estadounidenses publicado en la revista Science mostró que el clima más cálido hace a los insectos más activos y más propensos a reproducirse.
Eso también hace que las criaturas generalmente tengan más hambre, y una langosta del desierto adulta puede comer su propio peso corporal en un día.
Vigilancia
Los investigadores estimaron que el daño global causado por las plagas de insectos en los cultivos de trigo, arroz y maíz podría aumentar entre 10% al 25% por grado Celsius de calentamiento.
La mayor parte de este daño podría tener lugar en regiones de clima templado, donde se produce la mayor parte de estos granos.
«Con la excepción de los trópicos, las temperaturas más cálidas aumentarán las tasas de reproducción de los insectos. Son más insectos que comen más», escribió Curtis Deutsch, uno de los autores del estudio.
Si bien las langostas no son las únicas especies que devoran los cultivos, son las más monitoreadas por las autoridades nacionales e internacionales, debido a su potencial destructivo.
Los esfuerzos en las últimas cuatro décadas las han mantenido a raya, pero ha habido brotes graves, como la infestación de África en 2004, que causó daños estimados de US$2,5 mil millones a los cultivos.
Seguridad alimentaria
Se estima que la proporción del daño causado por las langostas a nivel global es relativamente bajo dentro del daño causado por todos los insectos, los expertos lo ubican en un 0,2%.
Pero el efecto de un enjambre en una localidad particular puede ser devastador.
«Las condiciones más secas en el futuro en los límites norte y sur del área de distribución de la langosta del desierto pueden producir hábitats más favorables para esta especie y pueden tener importantes impactos negativos», le dice a la BBC el entomólogo Michel Le Coq, uno de los principales expertos mundiales en langostas.
«Los riesgos en términos de daños a los cultivos, los pastos y, en última instancia, la seguridad alimentaria y social para muchas personas pobres en los países en desarrollo podrían ser enormes», advierte.
Historial destructivo
Las plagas más devastadoras, como la langosta del desierto, tienen el potencial de dañar el sustento del 10% de la población mundial, según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
Solo un enjambre «pequeño» come la misma cantidad de alimentos en un día que unas 35.000 personas.
Sus «bocados» favoritos incluyen granos esenciales como arroz, maíz y trigo.
Estas criaturas son algunos de los enemigos más antiguos de la humanidad, incluso aparecieron en la Biblia y el Corán.
En el mundo antiguo, el historiador romano Plinio el Viejo dijo que 800.000 personas habían muerto en lo que ahora es Libia, Argelia y Túnez por la hambruna causada por una plaga de langostas.
Más recientemente, en 1958 en Etiopía, un enjambre de langostas que cubría más de 1.000 kilómetros cuadrados destruyó 167.000 toneladas de granos, suficientes para alimentar a un millón de personas durante un año.
Las regiones templadas se verán más afectadas por los insectos más hambrientos, porque su metabolismo se hace más lento si hace demasiado calor, que ya es el caso en las zonas tropicales.
En 2016, los expertos sospecharon que el calentamiento global jugaba un papel importante cuando Argentina lidió con su mayor infestación de langostas en 60 años.
Se cree que un invierno más cálido y húmedo fue lo que desencadenó el fenómeno.
Vuelos más altos y más largos
La FAO, que coordina una red de monitoreo global específicamente para las actividades de la langosta del desierto, también advierte que el cambio climático podría generar condiciones más favorables para la migración y la distancia que cubren: las langostas del desierto adultas pueden volar hasta 150 km en un solo día.
«Con el futuro calentamiento, los enjambres podrían llegar a áreas más rápido que en el pasado», dice la agencia.
Las temperaturas más cálidas también podrían permitir que los insectos vuelen más alto y superen las barreras naturales como las montañas, abriendo nuevas rutas de migración.
«En general, se espera que los brotes de langosta sean más frecuentes y severos bajo el cambio climático», dice Arianne Cease, directora de la Iniciativa Global de Langostas, en la Universidad Estatal de Arizona.
Las regiones agrícolas son las más vulnerables a la devastación causada por los enjambres de langostas.
Pero no solo los cultivos de alimentos están en riesgo: en Pakistán, las autoridades han estado lidiando con una infestación que amenazaba los cultivos de algodón, un producto responsable de casi la mitad de las exportaciones del país. reseña BBC