Admirado por muchos y odiados por otros, la vida personal del narcotraficante Pablo Escobar estuvo plagada de escándalos y amoríos.
La periodista Virginia Vallejos es considerada como una de las dos amantes que tuvo Escobar, a quien conoció durante una entrevista.
“Pablo no tuvo más amantes que la pobre niña Wendy y yo. Las otras eran prostitutas muy bonitas de una noche porque a él, sobre todo cuando empezó a esconderse, le daba mucho miedo que sirvieran de señuelo a sus enemigos. Les pagaba bien y las despachaba. Pero lo que hizo con ella fue una bestialidad”, dijo la comunicadora durante una entrevista.
De entre todas las mujeres que estuvieron con Escobar, 49 de ellas terminaron asesinadas, según reseñó Infobae.
Cuando llegaba a un lugar y le gustaba una mujer, enviaba a sus esbirros con una botella de champagne o whisky. Sabía que al enterarse quién les había enviado el obsequio, se lo irían a agradecer cuerpo a cuerpo.
Su mujer, a quien apodaban Victoria Henao Vallejos, siempre supo de sus infidelidades. Pero también estaba segura que luego de cada aventura regresaría con ella, según cuenta en su libro “Mi vida y mi cárcel con Pablo Escobar”.
Con respecto a la otra amante de Pablo, se llamaba Wendy.
Escobar hacía que llevaran mujeres, muchas de ellas menores de edad, para él y sus amigos. Y fue en ese departamento donde conoció a Wendy, una niña a la cuál Victoria conoció en 1981.
Wendy Chavarriaga Gil medía 1,85, tenía ojos verdes y unas piernas que parecían no tener fin. Era dueña de su propia fortuna y de una lujosa vivienda en los alrededores del Club Campestre de Medellín, a dos cuadras de la casa de la familia Escobar
El primer encuentro duró sólo 25 minutos, suficientes para enamorar al narco. Wendy fue, dicen, la única que hizo tambalear el matrimonio con Henao, que relata este affaire de Escobar en el capítulo de su libro, titulado “Las mujeres de Pablo”.
El triángulo entre Pablo, Victoria y Wendy funcionaba sin sobresaltos. Pero los límites por donde se movían las mujeres siempre los trazaba el jefe narco.
Sin embargo, las amantes de Pablo tenían prohibido quedar embarazadas, regla a la que faltó Wendy. Cuando en narco se enteró la mandó a llamar. Entre cuatro de sus hombres la sujetaron con fuerza y un enfermero le inyectó un sedante. En ese momento le practicaron un aborto.
Ese día de 1983, Wendy juró venganza.
“Lo único que Escobar les tenía prohibidísimo a sus amantes era que quedasen embarazadas y Wendy no cumplió. Ella quedó embarazada por plata, pero el patroncito no quiso saber nada y le mandó a dos ‘pelaos’ y al veterinario para que le sacaran el bebe”, confirmó años después Popeye.
Dispuesta a todo, Wendy fue a buscar a Popeye, el apodo de Jhon Jairo Velásquez Vásquez. Fueron a un departamento que Escobar le había comprado a Wendy cuando eran amantes. El soldado hizo el amor en la cama de su general.
Pero cuando llegó el día y la temperatura bajó, la lealtad de Popeye pudo más que el flechazo intempestivo. Wendy, segura del poder de su belleza, subestimó la fuerza que puede tener el miedo.
Sin pensarlo demasiado, el sicario se plantó frente a su patrón y, como pudo, le contó lo sucedido:
«Hace el amor muy bueno, Pope. Pero déjeme que le diga, usted no es un hombre para Wendy: ella es para capos. Tenga cuidado, ahí hay algo raro”, respondió Pablo.
Cada movimiento de la pareja fue seguido por Escobar. Intervino el teléfono de su ex amante. Y descubrió, como preveía, que Wendy usaba a Popeye para vengarse de él.
“Popeye no me dijo aún dónde está Pablo. Sí, sí, cuando me diga le aviso”, escuchó Pablo durante una conversación intervenida de su examante.
La sentencia de muerte de Wendy acababa de ser firmada.
Popeye citó a Wendy en un lujoso restaurante de Medellín. Había asesinado con sus propias manos a tres mil personas. Pero no pudo apretar el gatillo contra esa mujer de 28 años. “La amaba demasiado”, confesó años después.
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