Kira Aldcroft, es una camarera de Prestwich, al norte de Manchester (Inglaterra). Tiene 22 años y acaba de recibir un golpe de la vida que la marcará para siempre. A diez días de haber dado a luz a su bebé, debió afrontar su inesperada muerte por culpa de un herpes genital que ella no sabía que tenía y se lo transmitió en el parto.
El embarazo había sido perfecto y el único síntoma que tuvo que hubiese podido anticipar esta tragedia fue apenas un afta. En la consulta médica el especialista desestimó el problema porque creyó que era un efecto secundario normal de la gestación.
El 9 de agosto dio a luz sin ningún problema, pero la felicidad terminó abruptamente ocho días más tarde cuando el pequeño empezó a sangrar por la boca. La salud del bebé empeoró dramáticamente y fue allí cuando descubrieron que Kira era portadora de un tipo de herpes genital, que le había contagiado a su hijo durante el parto.
Tan terrible era el estado del niño que lo debieron inducir al coma. Primero falló el hígado, luego los riñones y ante esto los médicos lo conectaron a una máquina de diálisis para mantenerlo con vida. Después se le detectó un coágulo e hinchazón en el cerebro y rápidamente el resto de los órganos dejaron de funcionar. Tras dos días conectado a diversos aparatos Kira decidió terminar con el sufrimiento del bebé que luchó todo lo que pudo contra el virus.
“Ese último día me quedé dormida con mi cabeza en su incubadora y sostuve su mano. Cuando llegó el momento de detener las máquinas, me dejaron abrazarlo. Fue desgarrador, mientras respiraba por última vez en mis brazos, lo tomé de la mano y lo abracé de cerca. Al oído le dije lo orgullosa que estaba de él”, recordó la mujer según El Clarín.
Además, explicó que padecía el virus VSV2 (un tipo de herpes genital) y que todo podría haberse evitado: “Al virus podría haberlo contraído antes o durante el embarazo, ya que puede estar inactivo durante meses o años, así que no hay forma de saberlo. No tenía conocimiento de que tenía el virus, ya que no había ningún otro síntoma aparte de la candidiasis bucal, y si me hubieran ofrecido una prueba durante mi embarazo, todo este dolor podría haberse evitado”.
“Había hecho todo lo humanamente posible para darle a mi hijo el mejor comienzo en la vida”, recordó y entre lágrimas señaló que lo más duro fue regresar a su casa donde todo estaba adornado y preparado para criar al bebé.
Kira Aldcroft comenzó una campaña para difundir la importancia de realizar este estudio y prevenir esta clase de muertes y sufrimiento.