El primer ministro sueco, Stefan Löfven, defendió este sábado que Suecia eligió la estrategia «correcta» frente al coronavirus, a pesar de que la cifra de muertos por COVID-19 es muy superior a la del resto de países nórdicos.
Suecia, que apostó por menos medidas restrictivas que la mayoría de países, ha registrado 5.810 muertes, cinco veces más que Dinamarca y nueve más que Finlandia, aunque con una tasa de mortalidad inferior a la de España, Italia, Reino Unido y Bélgica.
«Creo que elegimos el camino correcto. La estrategia fue la correcta: proteger a los individuos, evitar la propagación. Lo más discutido y que hicimos diferente en Suecia fue no cerrar las escuelas. Pero ahora hay muchos que piensan que fue acertado», señaló en una entrevista a Dagens Nyheter, principal rotativo sueco.
A diferencia del resto de países nórdicos, que clausuraron la vida pública la pasada primavera aunque no confinaron a la población, la estrategia sueca se ha centrado en muchas recomendaciones y algunas prohibiciones, pero sin cerrar guarderías, escuelas, bares y restaurantes.
Löfven resaltó no obstante que la pandemia fue algo inesperado y que sería «inteligente» esperar al resultado de una comisión de investigación creada por las autoridades suecas para sacar una conclusión definitiva.
Polémica por las mascarillas
El mandatario socialdemócrata apoyó también la postura de la Agencia de Salud Pública de no recomendar de momento el uso de mascarillas, aunque no lo descarta en el futuro, a pesar de que el resto de países nórdicos han empezado a hacerlo en situaciones concretas, como el transporte público.
«Lo que dicen, y realmente creo en ello, es que no debe ser la herramienta principal. Lo importante sigue siendo la distancia social, los test y el rastreo», defendió Löfven, quien advirtió contra la «falsa seguridad» que puede proporcionar el uso de mascarilla.
La gran autonomía de que gozan las agencias públicas en Suecia ha hecho que el Gobierno haya adoptado un papel menos visible de cara al público, lo que le ha valido algunas críticas por no asumir el liderazgo que Löfven considera injustas.
«Es absurdo. El 1 de febrero, el Gobierno dijo que había una infección peligrosa para la sociedad. Es una clara señal política y entonces se le dan a las autoridades sanitarias la capacidad para actuar, pero no es el Gobierno el que hace todo», explicó.
No hacer caso de lo que dicen los epidemiólogos estatales sería «raro» y «anticonstitucional», además de ir contra la tradición sueca, afirmó el primer ministro, que mostró su «total confianza» en la Agencia de Salud Pública.
La estrategia sueca ha generado algunos reproches dentro del país, por parte de la oposición de derecha y de un grupo de expertos, aunque las encuestas muestran que la mayoría de la población sigue confiando en las autoridades sanitarias.EFE