En plena floración, los cerca de 1,3 millones de tulipanes que colorean el mayor jardín de esa flor en Asia se marchitan en solitario y confinados en la Cachemira india, donde sus habitantes esperaban recuperar antes del inicio de la pandemia una de sus principales industrias: el turismo, hundido tras la retirada del estatus especial a la región en agosto de 2019.
El jardín, situado en Srinagar y con unas 30 hectáreas en las que el protagonista absoluto es el tulipán, era la principal carta con la que contaba el sector turístico -el segundo en importancia tras la industria frutícola en Cachemira-, para dar un impulso a la ya debilitada economía de la disputada región del Himalaya.
Belleza que nadie admira
«Esperábamos que unos 300.000 visitantes disfrutaran de la floración de estos tulipanes de clase mundial que tienen una vida corta, de alrededor de un mes», relató a Efe el encargado del jardín, Sheikh Altaf.
Sin embargo, con los 1.300 millones de habitantes de la India sometidos a un confinamiento total y sin transportes que funcionen en el país, con objeto de frenar la propagación del coronavirus, ningún turista nacional ni extranjero ha podido asistir este año al espectáculo floral que comenzó la última semana de marzo y terminará, igual de solitario, al final de abril.
Este año, el departamento de floricultura del jardín había introducido 100.000 tulipanes más para acentuar una belleza que nadie admirará.
«Confiábamos en que 1,3 millones de tulipanes florecieran durante unos 30 días. Nuestro deseo se hizo realidad, pero sin ningún turista», lamentó Altaf.
El confinamiento, que comenzó el 25 de marzo en el país asiático, fue prorrogado la pasada semana, al menos hasta el próximo 3 de mayo, mientras la India acumula 17.264 casos positivos de Covid-19, con 543 muertos.
«El año pasado 258.000 turistas, tanto extranjeros como nacionales, visitaron el jardín. Este año, esperábamos ver a 300.000», dijo un funcionario del departamento local de turismo que mantuvo el anonimato.
La fuente señaló además que para elevar las visitas planeaban introducir también un «jardín de cerezos» al estilo nipón. «Teníamos también muchas otras especies de flores en el jardín como parte de la atracción adicional», dijo.
Sin autonomía, sin turismo…
El cierre del jardín de tulipanes, inaugurado en 2007 y situado en las estribaciones de las montañas de Zabarwan en terrazas con vistas al Lago Dal, ha terminado de hundir un sector que no levanta cabeza desde el pasado 5 de agosto, cuando el Gobierno de la India suspendió por sorpresa el estatus de semiautonomía de Cachemira.
La polémica decisión fue acompañada de un bloqueo a la región, tanto físico como de las comunicaciones, y de la restricción de los derechos de libre circulación y reunión para evitar protestas antiindias, además de la detención de miles de personas, entre ellas dirigentes políticos locales.
Restricciones que, pese a que fueron levantadas paulatinamente y desde el 10 de octubre se permitía el regreso del turismo, apenas unos pocos visitantes se atrevieron a viajar a Cachemira, actualmente dividida en dos territorios controlados desde Nueva Delhi.
«Los efectos negativos se sintieron en el terreno hasta principios de marzo de este año, cuando llegó el coronavirus. Solo unos pocos cientos de turistas visitaron la región desde agosto pasado, incluso después de que la prohibición fuera levantada», dijo a Efe Abdul Salam Chisti, integrante de la Asociación de Propietarios de Embarcaciones turísticas del lago Dal.
«La afluencia de turistas ha disminuido drásticamente desde agosto del año pasado, dejando a la gente asociada con esa industria en una profunda crisis», subrayó.
«Pusimos todas nuestras esperanzas en la nueva temporada a partir de marzo, con la apertura del jardín de tulipanes, pero también se derrumbaron», lamentó Chisti.
… Y sin trabajo
«Maldigo el día en que nací en una zona de conflicto como es Cachemira», comentó un deprimido Rafiq Ganai.
«Soy uno de los vendedores que están inactivos desde agosto de 2019», dijo en referencia a las decenas de vendedores de diversos productos que solían establecerse cerca del jardín.
Aunque vive una situación similar a la de sus compatriotas de otros estados de la India, igualmente confinados, o de otras partes del mundo, Ganai alegó: «su situación es temporal mientras nosotros atravesamos circunstancias similares desde hace décadas».
El vendedor, sin nada que vender, se refirió a la situación de conflicto que vive la región desde 1989, cuando un grupo de insurgentes se levantó en armas contra el Gobierno indio.
La tensa situación, que ha provocado desde entonces miles de muertos, unida a la disputa que la India mantiene con Pakistán por la región y que la ha llevado a ser una de las zonas más militarizadas del mundo, ha menoscabado el atractivo turístico con el que siempre contó Cachemira.
Su belleza natural atraía incluso a los actores de la poderosa industria cinematográfica de Bollywood que, desde que comenzó el conflicto, se ha mantenido alejada de la región. EFE