El cuerpo de Benedicto XVI ya reposa en la antigua tumba de Juan Pablo II

El papa Francisco presidió la ceremonia fúnebre del papa emérito Benedicto XVI. Desde hace 600 años, ningún papa en funciones había cohabitado con un papa emérito, lo que hizo inédita esta ceremonia que contó con la presencia de miles de fieles en la Plaza de San Pedro.

Luego de tres días en cámara ardiente en la Basílica de San Pedro y de la concurrencia de alrededor de 200.000 personas, Benedicto XVI recibió un funeral a la escala de un papa en funciones en la mañana de este jueves 5 de enero y su cuerpo ya reposa en la cripta vaticana.

Cerca de 50.000 personas se congregaron en la Plaza de San Pedro en la Ciudad del Vaticano para presenciar el sepelio del papa emérito Benedicto XVI, fallecido el pasado 31 de diciembre a los 95 años.

Varios jefes de Estado y de Gobierno asistieron a las exequias: el presidente de Italia, Sergio Mattarella; el polaco, Andrzej Duda; el portugués, Marcelo Rebelo de Sousa; entre otros. Pero el más representativo fue el canciller alemán, Olaf Scholz, país de donde provenía Benedicto XVI.

El funeral del papa emérito fue inédito en la historia reciente de la iglesia católica. Desde 1802, cuando Pío VII sucedió a Pío VI, la Plaza de San Pedro no había presenciado a un papa en funciones presidir el funeral de su predecesor.

El sepelio contó con la asistencia de 125 cardenales, 200 obispos y unos 3.700 sacerdotes. El Gobierno italiano convocó a más de 1.000 miembros del personal de seguridad del país para garantizar la tranquilidad del evento. El espacio aéreo alrededor del Vaticano se cerró durante todo el jueves, y la bandera italiana ondeó a media asta.

La homilía comenzó con el sonido de las campanas. 12 portadores del féretro sacaron el ataúd de madera con los restos de Benedicto XVI de la Basílica de San Pedro y lo ubicaron en el suelo frente al recinto más importante del cristianismo.

Fieles católicos de todo el mundo, reunidos en la Plaza de San Pedro, lamentaron el fallecimiento de Benedicto XVI y calificaron el evento eclesiástico como emotivo y significativo. Al unísono, varios de ellos clamaron por la beatificación del papa emérito.

«Estamos aquí para rendirle homenaje (…) Ya no tendremos un papa alemán», dijo un joven feligrés que llegó desde muy temprano a la Plaza de San Pedro. En las principales ciudades de Alemania doblaron las campanas de las iglesias a la par de la celebración del funeral en el Vaticano para honrar la memoria del papa número 265.

Un papa en funciones despide a un papa emérito

Francisco destacó la «sabiduría, delicadeza y dedicación» que Benedicto XVI «supo esparcir a lo largo de los años». También le agradeció a su predecesor por haber realizado tareas complejas dentro de la iglesia que, en palabras de Francisco, acarreó incomprensiones. Una posible referencia a las banderas conservadoras que Benedicto XVI ondeó durante su vida religiosa. Sin embargo, el papa Francisco no mencionó el legado específico de Benedicto XVI en su homilía y solo pronunció su nombre una vez, en la línea final.

“Aferrándonos a las últimas palabras del señor y al testimonio de toda su vida, también nosotros, como comunidad eclesial, queremos seguir sus pasos y encomendar a nuestro hermano en las manos del padre”, dijo Francisco al final de la ceremonia.

Benedicto XVI recibió el título de papa emérito en 2013 cuando renunció a su cargo, un hecho que no ocurría desde la Edad Media. Benedicto atribuyó su dimisión a afectaciones en su salud, pero críticos de la iglesia barajan otras hipótesis como el escándalo de corrupción en el Vaticano conocido como Vatileaks, en el que se descubrieron presuntos chantajes a obispos homosexuales asociados con casos de pederastia.​ La denuncia hecha por periodistas italianos salió a la luz un año antes de la renuncia del papa.

Legado de contrastes

Joseph Ratzinger, nombre de pila de Benedicto XVI, nació el 16 de abril de 1927 en Alemania, y fue considerado como uno de los más grandes teólogos del siglo XX, pasó su vida defendiendo la doctrina de la iglesia.

Desde 1951, año en el que comenzó su carrera sacerdotal, pasando por su labor como profesor de teología dogmática en varias ciudades alemanas hasta su nombramiento como arzobispo de Munich y Freising, y finalmente pontificado como Benedicto XVI; Joseph Ratzinger fue estricto y radical con las posturas del catolicismo frente a luchas políticas y sociales. Ratzinger tampoco fue amable con otras religiones monoteístas como el islam a la que consideraba como una práctica inhumana.

Pero el cargo más polémico que Ratzinger presidió fue el que le otorgó en 1981 el Papa Juan Pablo II, de quien se convirtió en mano derecha como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, antigua institución encargada de la inquisición.

A cargo de la Congregación, Ratzinger lanzó una ofensiva contra la disidencia católica, tomando medidas contra la teología de la liberación de tendencia izquierdista que se extendió en América Latina en la década de 1970, y contra teólogos y monjas que no siguieron la línea dura del Vaticano en asuntos como la moral sexual.

Al tratarse de la despedida de un papa emérito y no reinante, Benedicto XVI no tuvo procesión del féretro desde el Palacio Apostólico, donde no residía desde 2013. Tampoco se declarará el periodo de nueve días de luto que sigue a cada muerte de un Pontífice.

Según la tradición, el ataúd de Benedicto XVI contiene monedas y medallas acuñadas durante su pontificado, mantiene su vestimenta litúrgica; así como un breve texto que describió su pontificado, ubicado en un cilindro metálico. AFP