Migrantes haitianos que buscar huir de la pobreza, el hambre y de una sensación de desesperanza en su país natal dijeron que los planes de Estados Unidos para enviarlos de regreso a Haití no los desalentará, al tiempo que miles de personas permanecen acampando en la frontera de Texas el sábado después de cruzar desde México.
La gente continuó vadeando por el Río Bravo el sábado por la tarde, reingresando a México para comprar agua, comida y pañales en Ciudad Acuña antes de regresar al campamento en Texas debajo y cerca de un puente en la ciudad fronteriza de Del Rio.
Junior Jean, un hombre de 32 años de Haití, vio cuando la gente cautelosamente cargó cajas de agua o bolsas de alimentos por las aguas del río cuyo cauce se encuentra hasta la altura de las rodillas. Jean dijo que vivió en las calles en Chile durante los últimos cuatro años, resignado a buscar comida hurgando en la basura.
El Departamento de Seguridad Nacional (DHS) informó el sábado que trasladó a unos 2.000 de los migrantes del campamento a otros lugares para su procesamiento y posible expulsión de Estados Unidos. El departamento agregó que para el lunes en la mañana tendrá 400 agentes y oficiales en la zona y enviaría a más en caso de ser necesario.
El anuncio significó una respuesta rápida a la llegada repentina de miles de haitianos a Del Rio, una ciudad de Texas de unos 35.000 habitantes ubicada aproximadamente a 230 kilómetros (145 millas) al oeste de San Antonio. Se encuentra en una franja fronteriza relativamente remota que carece de la capacidad para albergar y procesar a un número tan grande de personas.
Un funcionario federal dijo a The Associated Press el viernes que el número de vuelos dependerá de la capacidad operativa y de la disposición de Haití para aceptarlos. El funcionario señaló que había avances en las negociaciones con las autoridades haitianas.
El funcionario añadió que Estados Unidos podría efectuar entre cinco y ocho vuelos diarios a partir del domingo, pero otro oficial sostuvo que no serían mas de dos y que tal vez a todos los migrantes se les harían pruebas diagnósticas de COVID-19. Ambos funcionarios solicitaron el anonimato porque no estaban autorizados a hacer declaraciones sobre el asunto.
La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP, por sus siglas en inglés) cerró el tránsito de vehículos y personas en ambas direcciones el viernes en el único cruce fronterizo entre Del Río y Ciudad Acuña, México, “para responder a necesidades urgentes de seguridad y protección”. Los viajeros fueron desviados indefinidamente hacia un cruce fronterizo en Eagle Pass, Texas, a unos 90 kilómetros (55 millas) de distancia.
Los cálculos sobre el número de haitianos en la zona variaban, aunque el jefe policial Frank Joe Martinez, del condado Val Verde, dijo el viernes que eran unos 13.700 arribos nuevos en Del Rio. Los migrantes instalaron tiendas de campaña y albergues improvisados con carrizos, como se conoce a unas cañas largas en la zona. Muchos se bañaron y lavaron ropa en el río.
Los haitianos han estado migrando desde hace varios años hacia Estados Unidos en grandes números desde Sudamérica, y muchos abandonaron su nación caribeña tras el sismo devastador de 2010. Después de que se acabaran los empleos por los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro en 2016, muchos emprendieron la travesía peligrosa a pie, autobús o auto hacia la frontera estadounidense, incluso por el Tapón del Darién, una selva de triste fama en Panamá.
El plan de los vuelos, que podría ser a gran escala, depende de la forma en que respondan los haitianos. Quizá tengan que decidir entre quedarse a riesgo de que los devuelvan a su país asolado por la pobreza y la inestabilidad política o regresar a México. Los niños que viajan sin compañía de un adulto están exentos de las expulsiones expeditas.
El DHS subrayó que “nuestras fronteras no están abiertas y las personas no deberían hacer esta peligrosa travesía”.
“Los individuos y las familias están sujetas a restricciones fronterizas, incluso la expulsión”, escribió la agencia. “La inmigración irregular representa una amenaza importante para la salud y bienestar de las comunidades fronterizas y para la vida de los propios migrantes, y no debería intentarse”.
Stephen Miller, el arquitecto principal de las políticas radicales del expresidente Donald Trump y detractor frecuente del gobierno del presidente Joe Biden, manifestó dudas de que el gobierno de Haití acepte el número de vuelos para una operación de gran escala. Mencionó las llamadas diarias con funcionarios del Departamento de Estado estadounidense el año pasado sobre la renuencia de Haití a los vuelos, hasta que los aceptó bajo la amenaza de sanciones.
Las autoridades mexicanas de inmigración ordenaron a unos 500 haitianos que descendieran de autobuses en el estado de Tamaulipas, a unos 200 kilómetros (120 millas) al sur de la frontera con Texas, aseveró el gobierno estatal en un comunicado. Los haitianos continuaron a pie su trayecto hacia la frontera. AP
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