De pelucas y postizos a cabello entretejido y extensiones, el mercado del pelo humano es enorme.
Kirstie Brewer/BBC Mundo
Pero pocos saben de dónde provienen esos brillantes mechones ni se imaginan el viaje que recorren antes de llegar a las cabezas de quienes los necesitan ya sea por razones de salud, religiosas o, sencillamente, por vanidad.
Si buscas en línea una peluca o extensiones de cabello, te encontrarás con una gran variedad de opciones.
Pelo virginal de «lujo» de Brasil o Perú. Cabello «puro» mongol. El «remy más fino» de India. Elegantes tejidos europeos…
Lo que rara vez encontrarás es anuncios de pelo de China, a pesar de que es de allá de donde la mayor parte viene.
China es el mayor exportador e importador de cabello humano y cosecha enormes cantidades de su propia población, como Emma Tarlo descubrió en una búsqueda de tres años para desenmarañar lo que ocurre con el pelo una vez que se separa de la cabeza.
«Las gente que trabaja en la industria está muy consciente del hecho de que el ‘Made in China‘ es visto como una etiqueta negativa, por lo que lo comercializan de una forma más glamorosa», dice la profesora de Antropología y autora del libro «Enredo: las vidas secretas del pelo».
A ambos extremos de la escala
Consulta los muchos glosarios, blogs y tutoriales de pelo en línea y te dirán que el cabello chino es el más grueso, que el filipino es similar, pero mucho más brillante, que el brasileño tiene «mucho cuerpo y hermoso movimiento» y que el indio es «versátil, con un brillo natural».
Las definiciones son tan variadas como vagas.
«Entre más intentas entenderlo, más difícil es», dice Tarlo.
Lo que sí está claro es que «el cabello europeo es el más valioso, en parte debido a sus finas texturas, la variedad de sus colores y porque es más escaso». La mayor parte de este pelo proviene de países de Europa del Este, como Rusia, Rumania o Ucrania.
En el extremo superior del mercado está el cabello «virgen» -el que nunca ha sido tratado químicamente- y el pelo «remy», que ha sido cortado o afeitado directamente de un donante.
Y si te estás preguntando de dónde va a salir el cabello humano si no es cortado de la cabeza del donante, la respuesta es «el pelo estándar», término más comercializable para lo que realmente son residuos.
Efectivamente: muchas extensiones de cabello liso y brillante comienzan su vida como bolas de pelo recogido en peines, cepillos y hasta en los desagües de los baños.
Esas «cepilladas» ocupan el nivel inferior de este multimillonario negocio.
En Asia, muchos van guardando el pelo que se cae naturalmente cada día al peinarse en bolsas pequeñas, a la espera de la visita del colector de cabello, descubrió Tarlo.
Toma tiempo acumularlo: un año o dos de pelo caído hace una bola de unas 4 onzas que, si contiene hebras de más de 30 centímetros, puede valer un dólar y medio.
Esas bolas pasan por una cadena de comerciantes hasta que llega a manos de grandes exportadores o dueños de talleres de procesamiento de cabello.
«En términos de marketing, depende de la integridad de los comerciantes en esa cadena especificar qué tipo de pelo es. Muchas veces no es correctamente identificado y, de todos modos, a menudo los compradores ni siquiera preguntan».
Al igual que los clientes de los salones de belleza, comenta Tarlo.
«La gente no quiere que los fantasmas de quienes fueron dueños del pelo que se van a poner los acechen. Sigue habiendo un factor de asco ante la idea de comprar y usar partes del cuerpo de otras personas», explica la antropóloga.
La cadena de suministro está envuelta en el secreto de principio a fin.
Hay toda una industria que gira en torno a desenredar, clasificar y tratar de los residuos de peine.
Mientras que el producto terminado invariablemente pasa por China en camino hacia su destino final, es probable que el revoltijo de cabellos sea tratado en muchos países asiáticos.
Al final, cada atado contiene pelo de cientos de mujeres.
En los talleres de desenredo, muchos en Bangladesh, India y recientemente Birmania -países en los que los salarios son bajos y la gente necesita trabajo- decenas de mujeres deshacen las bolas de cabello y organizan las hebras según su tamaño.
«Es una labor meticulosa y muy intensa: desenredar 1,5 kg. toma unas 80 horas de trabajo», cuenta Tarlo, quien visitó varios talleres.
Luego viene el procesamiento.
La capa exterior de un cabello -la cutícula- tiene escamas que apuntan en la misma dirección, como las escamas de un pez.
El problema con los residuos de peine es que el pelo está todo enmarañado: las escalas apuntan en diferentes direcciones haciéndolo proclive a nudos y enredos.
En China, normalmente, ponen el cabello en un baño químico para eliminar la cutícula completamente, señala Tarlo.
«Esto resuelve el enredo pero la falta de cutícula afecta desfavorablemente la calidad cabello», apunta.
«No obstante, al final del proceso puede verse fantástico… ¡uno no sospecharía por cuántas cosas ha pasado ese mechón de pelo!«.
La política del pelo
A lo largo de la historia, el mercado internacional de cabello siempre ha tenido una dimensión política.
Cuando la dinastía Manchu (Qing) fue derrotada en China en 1912, se emitió la orden de que los hombres tenían que cortarse las trenzas y hubo casos en los que la Guardia Revolucionaria se las removió por la fuerza.
«Muchas de estas trenzas llegaron al mercado de pelo, pero a los operadores les preocupó el futuro de su fuente pues el suministro se acabaría si los hombres ya no tenían el pelo largo».
La industria de pelo china volvió a estar en problemas a finales de la década de los 60, cuando Estados Unidos prohibió lo que llamaban el «pelo comunista».
«Fue en ese punto que el pelo de la India cobró importancia para la industria», dice Tarlo.
Millones viajan a templos hindúes en el sur de la India cada año para que los afeiten o tonsuren, como se le dice cuando se trata de un corte ritual por razones religiosas.
Es una tradición muy antigua.
«Se hace como una ofrenda religiosa en cumplimiento de un voto, y en tiempos anteriores simplemente se dejaba al pelo flotar por el río y se perdía», cuenta la antropóloga.
Durante la investigación para su libro, Tarlo visitó salas en las que se lleva a cabo este ritual, como una en Tirumala donde al menos 650 barberos esperan a losperegrinos, quienes se sientan con las piernas cruzadas en el suelo delante de ellos.
Los peluqueros trabajan rápido y el cabello es recogido y vendido por las autoridades del templo en subastas por internet.
Emma Tarlo es profesora de Antropología en Goldsmiths, University of London, y autora de «Enredo, las vidas secretas del cabello». Su investigación fue financiada por el Leverhulme Trust.