Líderes de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) celebraron el sábado una cumbre en México, en la que se formularon críticas a la OEA, peticiones a que Estados Unidos cambie su relación con la región y cuestionamientos a la presencia del mandatario venezolano Nicolás Maduro que generaron divisiones entre los asistentes.
La VI Cumbre de Jefas y Jefes de Estado y de Gobierno de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños arrancó con el sorpresivo arribo de Maduro y la inasistencia del presidente argentino Alberto Fernández.
Los coletazos de la crisis política que enfrenta Argentina también se evidenciaron en el encuentro cuando la persona que había designado Fernández para que lo representase, Felipe Solá, fue destituido como canciller en pleno vuelo hacia México y la vocería del gobierno debió ser asumida por el subsecretario para América Latina, Juan Valle.
De inmediato, Valle enfrentó los cuestionamientos del ministro de asuntos exteriores de Nicaragua, Denis Moncada, quien rechazó abiertamente que se le entregue la presidencia pro témpore del bloque al país sudamericano al considerar que interfirió en los asuntos internos del país centroamericano.
Al inaugurar el encuentro, el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador exigió a Estados Unidos el fin de las políticas de embargo y una “nueva y vigorosa relación entre los pueblos de América”.
“Me parece que es tiempo de sustituir la política de bloqueos y malos tratos por la opción de respetarnos, caminar juntos y asociarnos por el bien de América sin vulnerar las soberanías”, afirmó López Obrador.
Dirigiéndose a su par Joe Biden, el anfitrión de la cumbre dijo que su par estadounidense lograría el apoyo del Congreso de Estados Unidos si destina recursos en beneficio de los pueblos de la región para reducir la desigualdad y la violencia que aseguró son las causas de los flujos migratorios.
Los planes para combatir la pandemia del coronavirus, el cambio climático, las dificultades económicas y la defensa a la democracia y los derechos humanos dominaron la agenda de debates así como las críticas directas a la participación de Maduro en la cumbre y el papel de la Organización de Estados Americanos.
La reelección en el 2018 del gobernante venezolano no fue reconocida por Estados Unidos, la mayoría de países latinoamericanos y la Unión Europea que alegaron que el proceso de votación se realizó sin cumplir los mínimos estándares democráticos.
“Mi presencia en esta cumbre en ningún sentido ni circunstancia representa un reconocimiento al gobierno del señor Nicolás Maduro. No hay ningún cambio de postura de mi gobierno, y creo que es de caballeros decirlo de frente”, dijo el presidente del Paraguay Mario Abdo Benítez, al mirar al mandatario venezolano que estaba sentado en uno de los extremos de la sala.
“No hay otro camino que no sea la democracia”, expresó Abdo Benítez. Agregó que el respeto a la democracia no sólo se da en las urnas sino en el ejercicio del poder, sin la manipulación de la justicia ni la persecución a los opositores.
A los planteamientos de Abdo Benítez se sumó su homólogo uruguayo, Luis Lacalle Pou, quien cuestionó directamente a Venezuela, Cuba y Nicaragua, señalando que no se podía ser complaciente cuando no hay democracia plena, separación de poderes y se utiliza los aparatos del Estado para reprimir a los disidentes y encarcelar a los opositores.
Al responder a los cuestionamientos, Maduro afirmó que “debemos pasar la página del divisionismo que se insertó en América Latina, del acoso a la revolución bolivariana y ahora del acoso incesante de la revolución cubana y de la revolución nicaragüense. Ese no es el camino”.
El mandatario suramericano sostuvo, citando a su mentor el fallecido Hugo Chávez, que “la política internacional debe estar al servicio del derecho internacional, de los grandes intereses de la comunidad, de la región”.
Maduro pidió apoyo a todos los países de América Latina y el Caribe para seguir adelante con los diálogos que mantiene su gobierno con la oposición venezolana bajo la mediación de Noruega, e invitó a sus colegas de la CELAC a que vayan a observar las elecciones de noviembre para “que vean al `dictador` Maduro cómo convoca la elección número 29”.
“Venezuela está lista para debatir sobre democracia… con respeto, sin exclusiones”, expresó el gobernante e invitó a Abdo Benítez y Lacalle Pou a un debate sobre la democracia.
El primero en levantar la voz contra la OEA fue el presidente de Bolivia, Luis Arce, quien afirmó que el organismo “en vez de actuar bajo los mandatos de la Carta Democrática, actúa en contra de los principios de la democracia”, y sostuvo que “su creciente injerencia en los asuntos de los estados no contribuye a la solución pacifica de las controversias”.
Arce instó a los miembros del bloque al fortalecer la CELAC para enfrentar las deficiencias de la OEA.
El subsecretario mexicano para América Latina y El Caribe, Maximiliano Reyes, descartó que la reforma de la OEA esté en la agenda, pero en declaraciones a la emisora local W Radio aseguró la víspera que si algún miembro lo sugiere, México —en su condición de presidente pro témpore del bloque— propondrá la conformación de un grupo de trabajo para “reflexionar” sobre el caso.
López Obrador se ha manifestado a favor de una transformación de la OEA, mientras su canciller Marcelo Ebrard ha sido más fuerte e incluso ha planteado que ya es hora de decirle “adiós OEA en su sentido intervencionista, injerencista y hegemonista y que venga otra organización que construyamos políticamente en acuerdo con Estados Unidos”.
Desde su creación, en el 2010, en el CELAC se han promovido iniciativas para tratar de reformar a la OEA, pero ninguna ha prosperado debido a la falta de consenso entre los 32 miembros del bloque.
“La CELAC es nuestro camino, por eso propongo que se evalúe con mente fría, con equilibrio, la constitución de una secretaría general de estados latinoamerianos y caribeños y la dotemos de suficiente poder para que lleve la construcción” de una comunidad unida, propuso Maduro.
Fue sorpresiva la presencia del mandatario venezolano, quien arribó la noche del viernes a la capital mexicana acompañado de su esposa Cilia Flores y su hijo Nicolás Maduro Guerra luego que se había anunciado que no vendría a la cumbre y que sería representado por la vicepresidenta Delcy Rodríguez. Tras su reelección en el 2018 el presidente venezolano redujo sus giras al exterior y sólo viajó en el 2019 a Rusia.
Desde que Estados Unidos presentó en marzo del año pasado cargos contra Maduro y otros 13 altos funcionarios por narcotráfico y terrorismo, y se anunció que se ofrecería dinero en efectivo a cambio de información que llevara al arresto o condena del gobernante y sus allegados, incluyendo recompensas de hasta 15 millones de dólares, no se le conoce de alguna salida oficial.
Reyes, el subsecretario mexicano, dijo que en la reunión se discutiría la formalización de la Agencia Latinoamericana y Caribeña del Espacio para cubrir el rezago de la región y avanzar en la propuesta de poner en el espacio un satélite que atienda los fenómenos meteorológicos y sirva para abaratar y hacer más eficiente la comunicación móvil.
También estaba en el tapete la creación de una coordinación entre los cuatro países que realizan pruebas de vacunas contra el COVID-19 para tener el próximo año una vacuna en la región y reducir la dependencia de los grandes laboratorios y donaciones de otros países. AP
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