Muchos manifestantes en Hong Kong blindan su rastro digital, desactivando la geolocalización de sus móviles, pagando el metro en efectivo o limpiando sus redes sociales, para evitar posibles acciones judiciales en su contra.
Durante los peores disturbios en décadas en Hong Kong, la policía utilizó el miércoles balas de goma y gases lacrimógenos para dispersar a los manifestantes, que protestan contra una ley que prevé autorizar las extradiciones hacia la China continental.
La mayoría de ellos son jóvenes que han crecido en un mundo digital y son conscientes del peligro de la vigilancia en línea. Para Ben, un oficinista de 25 años con máscara, la ley de extradición destruirá las libertades públicas. “Aunque no hacemos nada radical -como hablar de China en línea-, con esta vigilancia, pueden detectarnos”, explica.
En las protestas de los últimos días, muchos participantes llevaban máscara, gafas, cascos o gorras, para protegerse de los gases y las balas, pero también para no poder ser identificados fácilmente.
Los que aceptaron hablar con la AFP, con el rostro tapado, también explicaron que desactivaron la geolocalización de sus teléfonos móviles, reforzaron la protección de sus datos personales en sus aparatos y borraron conversaciones y fotos comprometedoras en las redes sociales.
Una manifestante, Heung, de 27 años, cree que es evidente que se tienen que borrar inmediatamente “las pruebas” que muestran su presencia en las marchas.
“Esto refleja el terror que este gobierno provoca en los ciudadanos”, denuncia Yau, una mujer de 29 años que trabaja en la educación.
Heung volvió a lugar de las manifestaciones para ayudar a limpiar el sector. Difundió en Facebook un llamado a voluntarios, pero ahora se pregunta si esta iniciativa podría hacer que la detecten. “Quizás voy a borrar el post esta noche”, dice. “No quiero convertirme en uno de sus sospechosos”.
Las colas de espera se hicieron últimamente más largas en las máquinas de distribución de billetes de transporte porque la gente paga en efectivo, en lugar de utilizar la omnipresente tarjeta Octopus, cuyo rastro se sigue fácilmente.
Otro cambio reciente: muchos manifestantes han dejado de utilizar la aplicación WhatsApp para usar la mensajería instantánea encriptada Telegram, que propone una mejor ciberprotección y permite la coordinación de grupos más grandes.
Telegram anunció sin embargo el jueves que sufrió un vasto ciberataque procedente de China. Su cofundador Pavel Durov vinculó el ataque con los disturbios políticos en Hong Kong.
“Como en Xinjiang”
Hong Kong tiene cierta autonomía y goza de libertades que no existen en China continental, pero la omnipresente e invasora tecnología de vigilancia china, que utiliza métodos de reconocimiento facial, ha hecho que los hongkoneses sean más prudentes, considera Bruce Lui, conferenciante en periodismo en la Universidad Bautista de Hong Kong.
“La seguridad del Estado se ha convertido en un tema candente para Hong Kong respecto a China. Las leyes de Hong Kong pueden tener sus restricciones, pero basta que China invoque la seguridad del Estado para excederlas”, afirma.
La desconfianza hacia China ha ido en aumento desde que desaparecieron una serie de personalidades críticas con el poder chino, entre ellas un grupo de editores disidentes y un multimillonario, que reaparecieron luego detenidos en el continente.
En teoría, los agentes chinos no tienen derecho a intervenir en la antigua colonia británica, devuelta a China en 1997, pero parece que se ha cruzado una línea roja.
Para sus detractores, si es aprobada la ley de extradición apoyada por Pekín, se permitirá tratar casos parecidos de forma legal. Ben, el oficinista, se pregunta: “¿Quién sabe si mañana no será como en Xinjiang?”
En esta región china, asociaciones de defensa de derechos humanos estiman que un millón de personas de la población uigur, víctima de una política represiva, están o han sido detenidas en centros que califican de campos de reeducación.
En estos tiempos confusos, los manifestantes se aferran a los valores fundamentales. “Intentamos proteger mejor nuestros datos personales. Pero seguimos considerándonos hongkoneses, y no chinos, y pensamos que tenemos el derecho de decir lo que pensamos”, zanja Yau.
Con información de AFP