Luego de debatirse durante meses para encontrar una consigna electoral, Donald Trump parece tener ya su grito de batalla.
Hace cuatro años, fue “Hay que construir un muro” en la frontera con México, un mensaje sencillo y en código, con el que le decía a la población de raza blanca que extranjeros no blancos amenazaban su estilo de vida. Esta semana, el presidente enfocó su campaña en otra frase corta que tiene un trasfondo racial parecido: “Ley y orden”.
Durante buena parte del verano boreal, el mandatario republicano coqueteó con la consigna que usaron Richard Nixon y George Wallace en 1968. Pero se empezó a enfocar en ella después de que un policía blanco de Kenosha, Wisconsin, balease varias veces a un afroamericano, Jacob Blake, la semana pasada ante la mirada de sus tres hijos, generando manifestaciones que derivaron en actos de violencia.
Trump visitó esta ciudad del centro del país el martes, se reunió con funcionarios policiales y con comerciantes afectados por las manifestaciones. En términos generales ignoró a la familia de Blake.
Describió los actos de violencia como “terrorismo doméstico” y denunció las “turbas violentas” que destruyeron o dañaron dos docenas de negocios.
Afirmó que “Kenosha ha sido devastada por disturbios contra la policía y contra el país”.
El cambiante mensaje de Trump, que revive una consigna de Nixon de hace medio siglo, conlleva sus riesgos a nueve semanas de las elecciones.
Para empezar, ignora la crisis económica y de salud que afecta a decenas de millones de personas. Su rival demócrata Joe Biden ha acusado en reiteradas ocasiones a Trump de ignorar la pandemia del coronavirus y la insistencia del presidente en enfocarse en incidentes de violencia aislados en medio de tanto sufrimiento, lo que puede darles munición a los demócratas. Más de 184.000 personas han fallecido por el virus y no hay señales de que la pandemia esté amainando.
La historia, por otro lado, indica que la estrategia de Trump no funcionará dado que los actos de violencia se producen bajo su mandato.
Nixon apeló a la consigna de ley y orden para captar el voto de los blancos en 1968, pero la hizo a un lado ya siendo presidente, según el profesor de historia de la Universidad de Princeton Kevin Kruse. Nixon ensayó una nueva consigna después de que los republicanos perdiesen muchos votos en las elecciones de mitad de término de 1970, cuando insistieron en el mensaje de ley y orden.
Casi 50 años después, los republicanos de Trump también recibieron una paliza en las elecciones de mitad de término en el 2018, en las que el mandatario dijo que una enorme caravana de latinoamericanos quería cruzar la frontera, una variante del mismo tema que ensaya ahora. Ya no se la prende con los inmigrantes sino que propaga la idea de que hay peligrosas turbas de manifestantes mayormente afroamericanos.
“El problema es que, si eres el presidente, representas la ley y el orden”, dijo Kruse. “Un presidente en ejercicio que explota ese tema en la práctica beneficia a su rival, no a sí mismo”.
Trump, por otro lado, apela al lema de ley y orden de forma selectiva. Condena la violencia, pero excusa a sus partidarios blancos que enfrentaron a manifestantes del movimiento Black Lives Matter el fin de semana pasado en Portland, Oregón, diciendo que su uso de armas que disparan balines de pintura fue un “mecanismo defensivo”. También insinuó que el chico de 17 años acusado de matar a dos personas durante los disturbios de Kenosha había actuado en defensa propia.
La consigna de ley y orden le apunta a la misma coalición de votantes blancos, suburbanos y de zonas rurales, que lo llevó a la Casa Blanca hace cuatro años.
Los estados que la gente de Trump espera capturar este año –Minnesota y New Hampshire–, son mucho más blancos que el promedio nacional y tienen un gran porcentaje de personas que viven en los suburbios y en el campo. Estos sectores vieron con buenos ojos las políticas nacionalistas de Trump en relación con la inmigración y la economía hace cuatro años y su campaña espera que esta vez sean igualmente receptivos a ese mensaje.
Si bien la actitud de la gente hacia las injusticias raciales cambió drásticamente después de la muerte de George Floyd a manos de la policía, la gente de Trump cree que meses de protestas a veces violentas, y la forma en que el presidente destaca el tema, han hecho cambiar de parecer a algunos votantes.
“Los suburbios están en contra de los disturbios civiles”, expresó Wes Anderson, encuestador republicano de America First Policies, una organización afín a la causa de Trump.
Resta por verse hasta qué punto la violencia asociada con las manifestaciones de protesta sigue siendo un tema relevante, tomando en cuenta que estos episodios pueden llegar a su fin, como ha sucedido en otras ciudades. AP