«Oscar Verde»: quién es Jon Paul Rodríguez, el científico venezolano galardonado con el prestigioso premio Whitley de conservación.
«No hay forma de trabajar en conservación si uno no es optimista».
No importa cuán grande sea el desafío. El científico venezolano Jon Paul Rodríguez siempre busca el lado positivo.
Rodríguez recibió este miércoles en Londres de manos de la princesa Ana de Inglaterra el prestigioso premio Whitley de conservación.
Además de los ganadores anuales, entre los cuales se encuentran el científico argentino José Sarasola y la bióloga costarricense Ilena Zanella, la fundación Whitley premia con un galardón especial «de oro» la dedicación de un científico a lo largo de su vida.
Este es el premio recibido por Rodríguez, fundador de la organización Provita e investigador del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas.
Provita salvó de la extinción en la venezolana Isla Margarita a una carismática especie de ave, la cotorra margariteña, amenazada principalmente por su caza para el mercado de mascotas.
El biólogo venezolano fue además elegido en 2016 presidente de la Comisión de Supervivencia de Especies de la Unión para la Conservación de la Naturaleza, UICN. Es el primer científico de fuera de Europa y Estados Unidos en ejercer este cargo.
Poco antes de recibir su galardón en Londres, Jon Paul Rodríguez habló con BBC Mundo.
¿Cuáles son las principales amenazas de la cotorra margariteña?
Las dos principales amenazas a la cotorra margariteña son la captura de pichones para el mercado local de mascotas y la destrucción de sus zonas de reproducción por minas de arena a cielo abierto para su uso en construcción.
¿Cómo lograste proteger a esta especie?
Nuestra principal estrategia es la protección de nidos para prevenir su saqueo. La temporada empieza más o menos en abril y típicamente se extiende hasta agosto o septiembre. Durante este período, nuestro equipo de EcoGuardianes protege los nidos 24 horas al día y lleva un registro del número de pichones en cada nido.
También trasladamos huevos de nidos de alto riesgo a las zonas que podemos proteger mejor, donde una pareja de cotorras «adopta» los huevos, logrando un mayor número de pichones volantones por temporada.
En 2018 conseguimos que volaran 126 cotorras, el mayor número logrado en una temporada desde el inicio del proyecto.
En cuanto a la deforestación de zonas de reproducción, una vez que la arena se ha agotado, nos dedicamos a su restauración ecológica.
Los dueños de las areneras aportan la maquinaria necesaria para la reconstrucción del cauce de las quebradas, mientras que el equipo de Provita trabaja con gente de la península en la producción de arbolitos de especies nativas.
Estudiantes de las escuelas y otros residentes locales colectan las semillas y las germinan y cuidan en viveros comunitarios para su posterior siembra en las quebradas.
¿Cómo nació tu pasión por comprender y proteger a otras especies con las que compartimos el planeta?
Desde que era muy pequeño (5-6 años) pasé prácticamente todos los fines de semana de mi infancia acampando y pescando con mi familia en las playas de la costa caribeña venezolana.
Mi interés por la conservación marina fue fortalecido unos años después por las películas de Jacques Cousteau.
Estudié biología en la Universidad Central de Venezuela con la intención de ser biólogo marino, pero al poco tiempo de empezar la carrera conocí al grupo de amigos que fundamos Provita. De ahí en adelante, tanto mi carrera académica como conservacionista estuvo orientada a la conservación de especies amenazadas.
¿Podrías contarnos sobre tu trabajo para lograr una lista roja de ecosistemas amenazados?
En el año 2000, durante el Congreso Mundial para la Naturaleza de la UICN en Amán (Jordania), estábamos celebrando la publicación del «Libro Rojo de la Flora Venezolana» un año después que publicamos la segunda edición del «Libro Rojo de la Fauna Venezolana».
Durante esa reunión, un colega venezolano me preguntó: «Y el de ecosistemas, ¿cuándo lo publican?». Le expliqué que no existían criterios y categorías de UICN para ecosistemas.
Incrédulo, me contestó: «Invéntenlos». Así empezó en proceso que eventualmente llevó a la adopción de la lista formal por UICN en mayo de 2014 (accesible en la web iucnrle.org).
Fue un proceso participativo que incluyó cientos de personas en decenas de países.
Como presidente de la Comisión para la Supervivencia de Especies de la UICN, ¿qué sientes cuando se dice que estamos en medio de la sexta extinción masiva y las especies están desapareciendo a un ritmo hasta 1.000 veces más rápido?
¡Que tenemos que trabajar duro rápidamente!
Se invierte mucho más dinero en destruir que en conservar la naturaleza.
Percibo mi papel como contribuir a aumentar la inversión y la motivación de la sociedad en invertir en conservación. Y creo que la mejor manera de hacerlo es comunicando resultados positivos, sin desestimar la magnitud del reto que enfrentamos.
Siempre buscas el lado positivo, pero cuando el Panel Intergubernamental de Cambio Climático, el IPCC, dice que nos quedan solo 11 años para asegurar que la temperatura del planeta no suba más de 1,5ºC y se eviten los efectos más catastróficos del calentamiento global, ¿cuál es tu reflexión a nivel personal?
Que no hay tiempo que perder.
¿Cómo aplicas en tu trabajo a favor de las especies tu filosofía de siempre ver el lado positivo? ¿Podrías darnos un ejemplo?
No hay forma de trabajar en conservación si uno no es optimista. No es necesario ignorar la realidad, pero hay que entender que se puede hacer la diferencia.
Un estudio reciente de mi colega Mike Hoffmann y numerosos otros colaboradores, por ejemplo, se preguntó cual habría sido el estatus de los ungulados del mundo (venados, cerdos, tapires, camellos, rinocerontes, jirafas y otros) si no hubiese habido ningún esfuerzo de conservación en las últimas tres décadas.
La respuesta es que su estado de conservación sería como 30% peor.
Sabemos cómo hacer conservación. Solo tenemos que hacer más.
¿Cuán grande es el desafío de hacer conservación en medio de la crisis económica en Venezuela?
Cualquier iniciativa que resalte noticias positivas sobre trabajo hecho en Venezuela es tremendamente útil.
La mayoría de las organizaciones de conservación internacionales no trabajan más en el país. Pero nosotros, y muchos otros, lo seguimos haciendo.
Esta es la quinta vez desde 2003 que el Fondo Whitley para la Naturaleza apoya el trabajo de Provita en Macanao. Y el proyecto sigue arrojando resultados positivos.
La situación económica y social en Venezuela es definitivamente un desafío. El gobierno prioriza la agenda social sobre la ambiental, por lo que la mayor parte del apoyo a la conservación es internacional.
En otra entrevista decías a la gente que una de las primeras cosas que pueden hacer es dejar de comprar animales silvestres como mascotas.¿Qué consejo darías a los lectores que quieren hacer más por las especies silvestres?
Hay muchas cosas que pueden hacer. Desde estar bien informados para poder ejercer mejor sus derechos en sociedades democráticas, hasta ser activistas ambientales, arquitectos que diseñen edificios eficientes o académicos de vanguardia que generen la información necesaria para tomar mejores decisiones.
Todos, desde cualquier profesión u oficio podemos tener un impacto positivo sobre las especies y ecosistemas del mundo.
¿Cómo sembrar en los niños las semillas del interés en la naturaleza y la actitud positiva para protegerla?
Además de mi trabajo con Provita y UICN, soy investigador titular en el Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas. Por lo tanto, he tenido muchas oportunidades de confirmar el papel de la educación y la información como elemento transformador de los individuos y la ciudadanía.
Me preocupa cuando escucho historias como que cuando le preguntan a un niño urbano de dónde vienen los pollos, la respuesta es «del supermercado.»
Creo que debemos hacer un esfuerzo por entender y comunicar que toda la vida sobre la Tierra está conectada y es interdependiente.
Y esto debe empezar desde muy temprano. reseña bbc