Sin vislumbrar en el horizonte ninguna solución a la crisis migratoria en la frontera oriental de la Unión Europea, se están empleando nuevos recursos para blindar la frontera polaca e impedir el paso de indocumentados desde el territorio de Bielorrusia.
Polonia, que recurre a fuerza usando gases lacrimógenos y disparos de advertencia para prevenir el acceso de ilegales, ya cuenta con unos 15.000 efectivos en la frontera. Varsovia ha anunciado además que está convocando a militares británicos para reforzar la zona. Lituania también ha empleado fuerzas adicionales para fortalecer el régimen fronterizo.
Actualmente, más de 2.000 refugiados de Oriente Medio y el norte de África permanecen estancados en la frontera con Polonia, país que ven como un punto de tránsito de camino a Alemania, Francia, Austria y los Países Bajos, conocidos por un alto nivel de apoyo financiero a los refugiados.
¿De dónde vienen?
Cada día el Aeropuerto Internacional de Minsk, la capital de Bielorrusia, acepta hasta una decena de vuelos desde Bagdad, Estambul y Damasco. Parte de los pasajeros de estos vuelos llegan para desplazarse hacia la frontera con Polonia y Lituania buscando una vida mejor en la UE, donde los familiares de muchos han recibido el estatus de refugiados de las zonas de conflicto.
Según datos del servicio fronterizo europeo Frontex, la mayoría de los migrantes que cruzaron la frontera comunitaria oriental en septiembre pasado procedían de Irak, Siria y Afganistán.
La mayoría de los migrantes que se encuentran actualmente en la frontera son kurdos étnicos, que aprovechan las ofertas de agencias turísticas en Turquía, Siria e Irán para probar la suerte en la frontera.
¿Qué está pasando?
Aunque las autoridades bielorrusas están manejando el problema de la escasez de víveres y agua potable en la zona fronteriza, la situación se agrava por la presencia de mujeres embarazadas y bebés, las bajas temperaturas y la falta de condiciones higiénicas. La parte bielorrusa ha desplegado puntos médicos en el lugar y ayuda a que los migrantes se calienten.
Widok na granicę z policyjnego śmigłowca @PolskaPolicja#NaStrazyGranicy pic.twitter.com/GKDjeLQIeO
— podlaska Policja (@podlaskaPolicja) November 12, 2021
Para cruzar el límite fronterizo los refugiados tienen que sortear la valla metálica con alambre de púas y superar la fila de militares polacos, corriendo el peligro de quedar traumatizados por el uso de la fuerza. También hay quienes se arriesgan a pasar por zonas menos vigiladas, puesto que la frontera entre Bielorrusia y Polonia se extiende por unos 400 kilómetros y una gran parte de ella pasa por bosques y pantanos.
Buscando culpables
La Unión Europea, cuyas relaciones con Bielorrusia tocaron fondo hace varios meses, acusa a Minsk de fomentar la migración hacia la UE tras suspender los acuerdos de readmisión de migrantes que tratan de entrar en el territorio comunitario. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, hizo un llamado el lunes a favor de imponer nuevas sanciones contra Minsk por, supuestamente, «instrumentalizar» por razones políticas la crisis en la frontera con Polonia, que calificó de «ataque híbrido».
Por su parte, el presidente bielorruso, Alexánder Lukashenko, negó las acusaciones de varios Gobiernos europeos de que la crisis es un intento de socavar a la UE. El miércoles, el mandatario acusó a Estados Unidos de haber «invitado» a los migrantes al desestabilizar sus países y esperando que «Europa y Asia Central los acojan».
Las autoridades bielorrusas han endurecido los controles migratorios, suspendiendo la entrega de visados a residentes de los países desgarrados por conflictos, como Siria, Yemen y Afganistán.
Por su parte, el primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki, acusó el martes al líder ruso, Vladímir Putin, de ser el «cerebro» de la situación en la frontera de Bielorrusia, aliado de Rusia.
Rusia, a su vez, rechazó los señalamientos por la crisis y responsabilizó a la propia UE. El ministro de Exteriores del país, Serguéi Lavrov, recordó que la política de Occidente causó «flujos de refugiados sin precedentes» desde Irak, Libia y Siria, entre otros países, por lo que la responsabilidad por la normalización de la crisis recae en «aquellos que crearon las condiciones para que se desatara».
Al respecto, la portavoz del Ministerio de Exteriores de Rusia, María Zajárova, comentó que la situación en la frontera puede dar una lección a las autoridades polacas.
«Ahora sería mejor que los políticos polacos, que maldicen a Lukashenko y acusan a Minsk de causar los problemas con migrantes iraquíes, recuerden que Irak fue destrozado con participación muy activa de Varsovia: más de 2.000 soldados polacos invadieron este país soberano para imponer la democracia», escribió la vocera en su canal de Telegram, en referencia a la invasión de Irak por una colación internacional liderada por EE.UU. en 2003. RT