A causa de las vacaciones, la visita a las iglesias en agosto no suele ser demasiado alta. Por ello, y para atraer a los fieles, la catedral medieval de Rochester (sureste de Inglaterra) tuvo una idea: transformar su nave central en un minigolf.
El espectáculo es bastante insólito. Allí donde normalmente se encuentran hileras de bancos, se ha desplegado una gran moqueta verde, de césped sintético, donde los clubes de golf acogen a los parroquianos, según la AFP.
El recorrido de nueve hoyos permanecerá en la catedral durante todo el mes de agosto. Se trata de la última iniciativa de la Iglesia anglicana de Inglaterra para intentar dinamizar a las comunidades de creyentes, en un país cada vez menos practicante.
La operación parece estar dando sus frutos, según Rachel Phillips, una de las canónigas de la catedral, que aseguró que la frecuentación aumentó más de un 80% respecto al mismo periodo de 2018.
«La catedral está llena de gente que juega al golf […], es fantástico», declaró complacida, mientras varias familias se iban abriendo camino dentro del templo.
El de Rochester no es un caso aislado. La catedral de Norwich (este de Inglaterra) instaló un tobogán en espiral de unos 15 metros de alto, y la de Lichfield (centro) desveló en julio una réplica de la superficie lunar en su suelo.
Phillips reconoce que tampoco han faltado las críticas, sobre todo en las redes sociales, pero prefiere quedarse con el lado positivo de la iniciativa.
«Cuando llegan, la gente descubre que aquí son bienvenidos y […] todo lo que tiene la catedral para ofrecerles. Mucha gente nunca había venido antes y todos nos dicen que volverán», subrayó.
La catedral se asoció a una organización local para crear un recorrido sobre una temática de puntos: cada hoyo es la réplica exacta de una verdadera obra, como el famoso Puente de la Torre de Londres, en el que Oscar, un niño de seis años, está poniendo todo su empeño.
«Es superduro, pero aun así me gusta mucho», comenta, asegurando que el golf es su «deporte favorito».
Por su parte, los usuarios habituales de la catedral, conocida por tener una de las fachadas romanas más hermosas de Inglaterra, han optado por tomarse la iniciativa con filosofía.
«A primera vista, puede resultar chocante», considera Peter Scholey, exdirector de escuela, de 70 años.
«Pero si lo piensas dos minutos […] no es tan distinto de lo que ocurría en la Edad Media», cuando las iglesias acogían animales y mercadillos, aseguró.