El vencedor de la segunda ronda reemplazará el 1 de enero de 2019 a Michel Temer, el presidente más impopular desde el fin de la dictadura.
AFP
El nombre del ganador de la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Brasil no fue una sorpresa, ya que los sondeos llevaban semanas pronosticándolo: Jair Bolsonaro.
Lo sorpresivo fue el porcentaje de votos que obtuvo el aspirante ultraderechista, al menos 46,66% con 96% de los votos escrutados.
El capitán de la reserva se medirá en segunda vuelta, el próximo 28 de octubre, con el izquierdista Fernando Haddad, quien logró 28,50% de los sufragios emitidos.
Por momentos Bolsonaro, candidato del Partido Social Liberal (PSL), superó el 49% de los votos escrutados.
Haddad, del Partido de los Trabajadores (PT) de Luiz Inácio Lula da Silva y Dilma Rousseff, tendrá que conquistar a los votantes de Ciro Gomes -del Partido Democrático Laborista o PDT- para hacerse con parte de su 12,52% de los sufragios.
De acuerdo con la legislación electoral brasileña, los dos candidatos con más votos válidos en la primera vuelta, es decir ya descontados los sufragios blancos y los nulos, tienen que medirse en un balotaje en caso de que ningún aspirante consiga más de la mitad de los sufragios mas un voto.
En número de sufragios Bolsonaro logró al menos 47.967.198 votos, Haddad 29.402.049 y Gomes 12.916.140.
El vencedor de la segunda ronda reemplazará el 1 de enero de 2019 a Michel Temer, el presidente más impopular desde el fin de la dictadura.
Unos 280.000 policías y militares custodiaron los cerca de 83.000 centros de votación distribuidos en los 5.570 municipios de los 27 estados del país.
En la explanada de los ministerios de Brasilia, los partidarios de Bolsonaro reaccionaron con desilusión al saber que habría segunda ronda.
Tras emitir su voto en Sao Paulo, Haddad se dijo convencido de que habría segunda vuelta y empezó a tender puentes con otros candidatos.
Campaña conflictiva
La campaña estuvo marcada desde sus inicios por una guerra de noticias falsas y desmentidos en redes sociales.
Haddad, un exalcalde de Sao Paulo poco conocido en otras regiones, heredó una buena parte del electorado de Lula, sobre todo entre la población pobre que mejoró sus condiciones de vida bajo su gobierno.
Pero también heredó el odio que Lula inspira entre quienes le reprochan los escándalos de corrupción revelados por la Operación Lava Jato y la crisis en la que se sumió el país bajo el mandato de Rousseff, su heredera política, destituida por el Congreso en 2016.
En la última semana, Bolsonaro recibió apoyos de poderosos sectores, como el agronegocio y las iglesias evangélicas.
En su último video en Facebook, Bolsonaro prometió gobernar «inclusive» para los ateos y para los gays.
«Gobernaremos para todos, independientemente de su fe religiosa, inclusive para quien es ateo. Gobernaremos para todo el mundo, para los gays incluso, que hay gays que son padres, que son madres», afirmó.
Bolsonaro, diputado del hasta ayer pequeño PSL, vio su intención de voto aumentar considerablemente desde que fue apuñalado en un mitin el pasado 6 de septiembre y confiaba en ser elegido sin necesidad de balotaje.
Excapitán del Ejército, de 63 años, es calificado por sus oponentes de xenófobo, homófobo, misógino, racista e intolerante. Durante su campaña elogió y defendió a la última dictadura militar en Brasil, lo que le valió críticas.