¡Estamos perdidos!», dice David, un turista italiano, desamparado. Este motorista de 33 años está bloqueado en Castillejos, en el norte de Marruecos, en una de las dos fronteras terrestres con España, cerradas inesperadamente debido a la pandemia del nuevo coronavirus.
Con el objetivo de limitar la propagación, las autoridades marroquíes tomaron una serie de medidas de efecto inmediato para limitar los desplazamientos procedentes del extranjero y confinar a los marroquíes (cierre de escuelas, universidades, cines, salas de concierto, gimnasios…).
Las conexiones aéreas con Francia, Argelia, España, Alemania, Holanda, Bélgica, Portugal e Italia fueron suspendidas «hasta nueva orden», así como el tráfico marítimo de pasajeros.
Las únicas fronteras terrestres entre África y la Unión Europea también fueron cerradas.
«Mucha gente ha dormido en el aeropuerto, la embajada de Francia nos transfiere a las compañías aéreas, [y estas] nos remiten a la embajada», explica Sabrina, una parisina de 30 años que pasó unos días en Marrakech con su madre.
El cierre inesperado de las fronteras terrestres obligó a muchos españoles a salir de forma precipitada de Marruecos el jueves por la noche. Por su parte, los jornaleros marroquíes se apresuraron a regresar a su país desde el otro lado.
Los puntos de paso terrestre son sobre todo muy frecuentados en verano (boreal), pero el tráfico no se interrumpe nunca entre las dos orillas del Mediterráneo.
Actualmente, un control policial bloquea el acceso a la frontera hacia Ceuta, enclave norteafricano español, mientras siguen las alambradas en los campos para evitar el paso de los migrantes.
– «No dicen nada» –
David intentó «ir a España porque las conexiones con Italia están suspendidas». El italiano, que llegó a principios de marzo para hacer un gran recorrido en moto con su pareja, se encuentra bloqueado en el aparcamiento de una gasolinera, a pocos kilómetros de la entrada del puerto de Ceuta.
La frontera con Ceuta, igual que la de Melilla, fue reabierta el viernes solo para los españoles. Algunos turistas pasan, pero en general, el puesto fronterizo cerca de la localidad marroquí de Castillejos, que normalmente está abarrotado, está desierto.
En el aparcamiento, hay varias caravanas con matrículas de diferentes países europeos.
«No sabemos cuánto tiempo va a durar, no nos dicen nada», dice alarmado René, un francés de 71 años, que se enteró de la noticia «por la radio». Este jubilado y su esposa se preocupan por la validez de su visado y por sus reservas de medicinas.
Marruecos se mantiene relativamente al margen de la pandemia, con ocho casos detectados, entre ellos una fallecimiento y una persona que se curó. Todos los enfermos fueron importados de Europa.
España y Francia en cambio forman parte de los países más afectados de Europa, ahora nuevo epicentro de la pandemia, según la Organización Mundial de la Salud.
– «¿Quién pagará?» –
Del lado español, los marroquíes se impacientan y no entienden «por qué Marruecos no les permite la entrada. Viven en Marruecos y se encuentran en la frontera tirados», cuenta un hombre que quiere regresar. Si es necesario quedarse en un hotel, «¿quien lo paga?», se pregunta.
A unos 30 km al oeste, el tráfico de camiones y contenedores funciona con normalidad en el gran puerto de Tanger Med, pero la terminal de pasajeros está cerrada.
En pleno auge, el mayor puerto de África recibió a casi 568.000 visitantes extranjeros en 2019, y unos 473.000 turistas entraban por los puestos fronterizos de Ceuta y Melilla, según cifras del Observatorio de Turismo.
Las restricciones aéreas y marítimas suscitan una gran preocupación entre los profesionales de turismo, sector clave de la economía marroquí, que representa en torno a un 10% del PIB y es un fuente importante de divisas. AFP